Las oficiales de la policía de tránsito del Estado de México visten gorras, pantalones y camisas negras. Además, tienen un par de guantes blancos que cuelgan de sus cinturones junto a una máquina de tickets lista para imprimir las multas de los conductores que no cumplen la ley. Algunas han añadido un toque personal a su uniforme, puede ser esmalte de uñas o sombra de ojos.
Ha habido una pequeña revolución en el departamento de tránsito del Estado de México.
Hace cinco años las autoridades decidieron que solo las mujeres deberían hacer el trabajo, porque son más confiables. Actualmente, hay cerca de 400 mujeres en la policía de tránsito.
La corrupción es un problema masivo en México. Le cuesta al país miles de millones de dólares al año y una mala reputación.
En el Estado de México, el más poblado del país y, al mismo tiempo, uno de los más pobres, es un problema aun mayor.
Judith Morales Garduno, al volante, y Rosa Baeza Pena, a cargo de emitir las multas, salen a patrullar.
“Algunos choferes son agresivos y se sienten incómodos cuando una mujer los multa”, dice Morales.
“Ellos están acostumbrados a ser los fuertes y poderosos, a controlar”.
Pero, dice ella, todo esto son experiencias que ayudan a crecer. El trabajo le ha enseñado a ser más fuerte desde el punto de vista emocional.
Trabajar largas horas para luego cuidar de su hijo puede ser difícil. Pero su hijo de 8 años está orgulloso del trabajo que realiza su madre, dice ella con una gran sonrisa.
El primer infractor del día es un taxista que no se ha puesto el cinturón de seguridad. Rosa le presenta una multa de US$ 20, la cual se reduce a US$ 6 si se paga al momento.
Puede que no sea su día, pero Pascual Monseñor se muestra positivo.
“Las cosas han mejorado”, dice él mientras espera por el recibo de su multa. “De hombre a hombre, la corrupción es más fácil. El tratamiento que recibes de una mujer es diferente”.
La directora de la Policía de Tránsito para el Estado de México es Rosalba Sánchez Velázquez. Ella ha trabajado en el policía por 25 años y fue ascendida a jefa de la fuerza en 2011, cuando fue implementada la política de “solo mujeres”.
“Se realizó un estudio que mostró que una mujer es más responsable y sabe qué pasa si hace mal las cosas”, dice ella.
“Había muchas quejas por corrupción, entonces el gobernador tomó la decisión de crear esta unidad compuesta solo por mujeres. Por cada 100 quejas que solía haber, ahora hay solo una o dos”.
Pero esta es solo una parte de la historia.
“Lo que hemos visto en el caso de la policía es que tres de cada 10 hombres son aprobados la primera vez que se presentan para formar parte de la policía, mientras que siete de cada 10 mujeres pasan en el primer intento”, dice María Elena Morera, activista de seguridad pública.
“Con lo cual, desde el punto de vista económico, es mejor emplear a las mujeres porque se reclutan mucho más rápido”.
“Parece que las mujeres sí son menos corruptas”, amplía Morera.
“Pero es un asunto mucho más complejo que las diferencias entre hombres y mujeres. Es una cuestión estructural, por lo cual necesitamos cambiar la forma en que las instituciones funcionan”.
Es posible que las mujeres se comporten de manera menos corrupta que los hombres sencillamente porque son nuevas en el puesto, argumenta la profesora Anne-Marie Goetz, de la Universidad de New York.
“A menudo, las mujeres suelen estar interesadas en demostrar que se comportan con integridad”, amplía.
“Otros grupos sociales anteriormente excluidos también hacen eso. En gobiernos locales de la India, los grupos de las castas inferiores se desempeñan mejor, por ejemplo”.
“Pero la corrupción realmente no se reduce realmente a la identidad. Está relacionada tanto con las oportunidades e incentivos como por lo contrario: las sanciones”.
“No es correcto emplear a las mujeres como mecanismo de ‘limpieza política’. Las mujeres deberían ser incluidas como fuerza de trabajo sencillamente por razones de igualdad de género y justicia social, no porque se espere una recompensa en términos de rendimiento”.
Con el tiempo, a medida que las mujeres se acomoden en sus puestos de trabajo, podrían volverse corruptas también.
La mayoría de la gente en México no ve un problema en sobornar y recibir sobornos porque pueden hacerlo.
Las tasas de impunidad son superiores al 90%. Incluso, cuando las personas son descubiertas haciéndolo, no pasa nada.
La cultura mexicana es muy machista y algunos dicen que una iniciativa como esta no ayuda.
“Lo que encuentro realmente problemático con respecto a esta idea es que se están reforzando estereotipos de género“, apunta Ximena Andion, la directora ejecutiva del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir.
“Porque las mujeres han desempeñado mayormente roles de cuidadoras o educadoras, ellas tienden a preocuparse por el bienestar social. Pienso que esa es una de las razones por las cuales ellas son probablemente menos corruptas”, valora.
“Pienso que eso proviene de sus experiencias y los roles que han desempeñado en su vida. No creo que es parte inherente de su género, de ser una mujer”.
Después de parar a varios choferes por no usar el cinturón de seguridad, Morales y Baeza se tropiezan con un accidente de tráfico que involucra a una motocicleta y un camión.
Mientras Morales organiza el tráfico, Baeza pone a funcionar lo que ella llama su lado “cuidadora” para calmar a la víctima.
Sin embargo, ¿podemos concluir que esta estereotípica cualidad femenina podría ayudar a lidiar con la corrupción?
“Después de trabajar temas relacionados con género y liderazgo por más de 20 años, me sorprendió ver cuán poca investigación hay sobre el impacto que las mujeres pueden tener en ambientes corruptos”, reflexiona Kristin Haffert, del Proyecto Mina la Brecha (Project Mine de Gap), una organización que promueve los beneficios de una fuerza trabajo inclusiva en términos de género.
“Por eso hemos decidido hacer un estudio de impacto en relación con esta política del Estado de México”.
“Estoy convencida de que las mujeres son menos corruptas y que esto se puede deber a una combinación de factores pero he visto en todo el mundo que las mujeres aportan perspectivas diferentes sobre los problemas y también sabemos que las mujeres le tienen más aversión a los riesgos”, concluye.
Muchos expertos creen que las mujeres solo han tenido menos tiempo para desarrollar patrones de corrupción en instituciones públicas. Hay todavía mucha investigación por hacer para ver si las mujeres pueden convertirse en un arma para combatir la corrupción.
Esta nota forma parte de la temporada #100Women, ganadora de varios premios internacionales, en que la BBC dedica cada año, desde 2013, un amplio espacio a la mujer, y elabora una lista de 100 mujeres de todo el mundo destacadas por sus logros, luchas o experiencias extraordinarias.