El 30 de septiembre pasado, un balazo terminó con la vida de Paola, una mujer transgénero que se dedicaba al trabajo sexual. Su presunto homicida es un hombre que solicitó sus servicios por 200 pesos y, de acuerdo con testigos, era una cantidad menor a lo que normalmente tendría que pagar, pero la escasez de trabajo hizo que Paola aceptara subir al auto color gris en el que perdió la vida.
[contextly_sidebar id=”1Rl3S8ATdfS6uYQ8ZqhUahRaUgRYUBxO”]En un video que circula en internet, que fue grabado y narrado por una de sus compañeras, se ve el cuerpo agonizante de Paola, se escuchan gritos de auxilio y se ven las luces de una patrulla que se acerca.
El presunto responsable fue detenido con el arma homicida; pese a ello, dos días después del incidente, un juez dejó en libertad a quien había sido reconocido como agresor.
Las agresiones a personas transgénero son un crimen que ocurre con frecuencia: entre 1995 y 2016, la asociación civil Letra S documentó mil 310 asesinatos de odio hacia la población Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Transexual, Travesti e Intersexual (LGBTTTI); del total de los casos, 265 asesinatos —equivalentes a 20.2% de los casos— corresponden a personas transgénero.
En la Ciudad de México se ha intentado disminuir la homofobia y la transfobia a través de campañas de sensibilización, pero en el mismo periodo, 36 de los asesinatos de personas transgénero ocurrieron en la capital, que a nivel nacional ocupa el primer lugar en agresiones de este tipo.
Pero el problema podría ser más grande, ya que las cifras de Letra S están basadas en casos documentados en medios de comunicación, debido a que no existe una estadística en las instituciones de procuración de justicia de la capital que contabilice por separado a las personas trans asesinadas.
Para evidenciar el problema, la comunidad trans decidió no celebrar su día internacional el próximo 13 de noviembre, como protesta porque en un mes ocurrieron dos asesinatos hacia esta población.
Violencia desmedida
En 14 de octubre pasado, una mujer transgénero fue hallada sin vida en un hotel de la colonia Obrera, en la delegación Cuauhtémoc. Según las primeras investigaciones de las autoridades, la mujer pudo haber sido estrangulada. Se trataba de Alessa Flores, una trabajadora sexual, activista y defensora de los derechos de la comunidad LGBTTTI.
De acuerdo con Letra S, los asesinatos de personas transgénero se caracterizan, principalmente, por el alto grado de violencia con que se cometen, ya que dicho sector de la población es más vulnerable a determinados ataques violentos.
Por ejemplo, el uso de armas blancas, golpes y asfixia ocupan los primeros tres lugares en los métodos que se utilizan en las agresiones, le siguen los ataques con armas de fuego y las muertes provocadas por golpes con objetos contundentes.
El análisis de dicha asociación civil revela que en 95% de los casos hubo dos o más tipos de ataques, pero sólo uno de ellos fue la causa principal de muerte.
El grupo de edad más vulnerable es el de personas transgénero de entre 18 y 39 años de edad, además, dedicarse al trabajo sexual las pone en mayor riesgo.
“De lo que tenemos documentado, aproximadamente en 50% de los casos no hay información sobre la persona fallecida, pero en el resto hemos visto que el grupo más vulnerable es el de las trabajadoras sexuales. Y encontramos que el acoso no sólo viene de los clientes, sino también de la ciudadanía y de la policía que les cobra por permitir que trabajen”, dice Rocío Suárez, del Centro de Apoyo a las Identidades Trans (CAIT), quien sostiene que las personas que realizan trabajo sexual son el sector de esta población que más violencia y abusos experimentan.
La representante del CAIT explica que por cada hecho mediático de violencia hacia la comunidad transexual podría haber dos casos más que no se conocen, y estos podrían estar sucediendo en ámbitos familiares, de pareja y laborales.
Víctimas invisibles
Datos del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Copred) revelan que la población transgénero está dentro de los 15 grupos sociales más discriminados en la Ciudad de México.
Para activistas en el tema, los casos recientes de violencia hacia personas transgénero en la capital generan incertidumbre entre este sector de la población.
“Hay miedo y desconfianza con la disposición y alcance que pueda tener la justicia. Por ejemplo, en el caso de Paola creemos que fallaron los protocolos para la población LGBTTTI y los protocolos de resguardo de evidencia y por eso todos vimos que el agresor salió libre”, dice Rocío Suárez.
La representante del CAIT advierte que aunque ya se trabaja con las autoridades capitalinas, el avance que hay en la ciudad respecto al problema de la discriminación hacia esta población es sólo a nivel de políticas públicas y legislación, sin embargo, hace falta trabajar un cambio cultural profundo dentro de la sociedad.
“Hablar el tema desde las escuelas, con los niños, los padres de familia, que la sociedad se involucre, porque la violencia está naciendo desde el hogar”, dice.
En cifras: