Dicen que si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada. Alguna vez tuve una cita en la que ella no dijo nada por una hora, lo cual me preocupó pues pensé que no tenía nada bueno que decir de nuestro encuentro. Ya después me enteré que era muda y la velada mejoró bastante. Así en el cine, te puedes encontrar historias donde el personaje principal no habla, pero nos cuenta una historia entrañable.
Esto podría sonar tonto, pues en los inicios del cine pasaba justo eso. El cine mudo nos llenó de relatos donde no era necesario hablar para entender y vivir las historias. Pero con la llegada del cine sonoro, volvimos a hablar y nos olvidamos de lo poderoso de los silencios.
Afortunadamente existen algunas excepciones donde el cine nos regala personajes mudos (o que simplemente no hablan porque no se les da la gana) y que nos recuerdan que a veces no es necesario hablar para expresarnos. Estas son algunas películas cuyo personaje principal no dice nada de nada.
Si algo es característico de una película animada de Disney es que todos pueden hablar. Desde objetos y vegetales hasta animales de todas las especies. Sin embargo, nuestro paquidermo favorito de todos los tiempos (un lugar arriba de Estampi y Babar), no menciona una sola palabra.
Esto resulta bastante raro, pues todos los demás personajes hablan, incluyendo el ratón Timothy Q. Mouse quien se convierte en una especie de conciencia para el orejón mamífero, la madre de Dumbo y demás elefantes del circo y, por supuesto, unos cuervos (peligrosamente racistas) que nunca han visto a un elefante volar.
Si odian la experiencia de ir al cine y padecer un alto nivel de ansiedad durante unas dos horas, entonces esta cinta no es para ustedes. La tribu es una cinta ucraniana que no sólo no tiene palabras, sino que tampoco tiene música. Lo único que escuchamos es el sonido ambiente que hace más notorio la creciente tensión y el realismo de la cinta.
Todo sucede en un internado para personas sordo-mudas y como buena escuela está llena de bullies. Así que para sobrevivir aquello, Sergey (nuestro protagonista) se une a una pandilla (que a diferencia de la de Don Gato, esta se dedica a la prostitución y al robo).
Una historia intrigante contada sin palabras, donde el público es el único que puede escuchar lo que pasa alrededor de los personajes. Un viaje verdadero y realista de un mundo lleno de sensaciones y totalmente alejado de sentimentalismos y compasión hollywoodense. Una película en lenguaje de señas que no necesita subtítulos, pues como bien dicen, para el amor y el odio no necesitas traducciones.
De entre mis miedos más grandes está un payaso asesino, un monstruo de enormes garras y colmillos, la obscuridad y una llanta. Claro que en mi caso se trata de la enorme llanta que está en mi panza, mientras que la cinta Rubber nos cuenta la historia de una llanta de auto con la capacidad telequinética de matar personas.
¿Por qué? Porque puede. Si una persona se despierta un día con la necesidad de ver el mundo arder, por qué no una llanta. Sobretodo si se trata de una llanta sola, triste y abandonada en el desierto. Así por cerca de dos horas, la película dirigida por Quentin Dupiex (también conocido como Oizo) es una celebración del sin sentido y la maravillosa de un silencioso neumático que rueda y rueda con una sed asesina.