[contextly_sidebar id=”e8g6JnB7CB43mAA4ldfp6rLwq0gvAEdC”]Para conocer la evolución del peso mexicano frente al dólar, dicen los expertos por estos días, basta con mirar las encuestas para las elecciones de noviembre en Estados Unidos.
Sube Donald Trump y baja el peso.
Pero la incertidumbre generada por una eventual victoria del candidato republicano, quien ha prometido renegociar acuerdos comerciales entre ambos países, no es el único ni el principal motivo detrás de la depreciación de la moneda mexicana.
El peso cruzó este lunes el umbral de las 20 unidades por dólar, un máximo histórico, y en las ventanillas de algunos bancos se comenzó a vender a 20,09 pesos.
De las 10 monedas más negociadas en el mundo, la mexicana es la que más perdió en el último trimestre (5%) y en lo que va del año (14%). Y si se toman en cuenta las divisas de 24 economías emergentes analizadas por la agencia Bloomberg, la mexicana es la que más ha perdido en los últimos meses.
La mayoría también se ha visto golpeada por la posibilidad de que la Reserva Federal de EE.UU. anuncie un alza en las tasas de interés, lo que hace más apetecible el dólar con respecto a otras divisas porque se obtienen más rendimientos.
Y aunque ello no ocurra en la reunión de esta semana, podría darse antes de fin de año.
Pero a México no sólo lo afecta la decisión del banco central estadounidense y el efecto Trump, sino que se le suma la caída en los precios del petróleo pues es el noveno productor mundial y el riesgo de que el anunciado recorte presupuestal no sea suficiente para conseguir un superávit primario (ingresar más de lo que gasta).
Esto último podría perjudicar la calificación crediticia de la deuda soberana el próximo año y las agencias ya miran con lupa la situación del país. Moody’s y Standard & Poor’s cambiaron en los últimos meses la perspectiva del sistema bancario de estable a negativa.
En los últimos meses, cada vez que la posibilidad de que Trump llegase a la presidencia de Estados Unidos crecía un poco más, el peso sentía el golpe. El último ejemplo de esto se vio el lunes 12, un día después de que Hillary Clinton anunciara que sufría de un cuadro de neumonía.
La dependencia comercial entre ambos países sumada a las amenazas del republicano de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) y de construir un muro en la frontera entre ambos países y obligar a México a pagarlo, han sacudido al peso pues los mercados temen que la moneda sufra con Trump en la presidencia.
“Hay implicaciones para México en el comercio y en las posibilidades de crecimiento y desarrollo del país, hay una correlación muy muy fuerte entre las intenciones de voto de Trump y lo que ocurre con el peso”, le dice a BBC Mundo el economista de El Colegio de México, Gerardo Esquivel.
Los analistas prevén un período turbulento para la moneda de aquí a noviembre.
“Hay un tirón en dos meses porque es cuando son las elecciones“, asegura a la agencia Bloomberg Mike Moran, director de investigaciones económicas para las Américas del banco Standard Chartered en Nueva York.
Pero al componente político en la depreciación del peso se le suma la cuestión meramente económica.
“En el fondo”, apunta Esquivel, “eso es más importante que otra cosa: sigue impactando que perdimos ingresos de manera muy significativa a raíz de la caída de los precios del petróleo”.
Ello afectó los ingresos que alcanzan al sector público, que deben ser compensados con las exportaciones de otros productos.
“La realidad es que la pérdida del valor del peso mexicano se debe a que los inversionistas están captando un mayor nivel de riesgo (…) no sólo perciben a la economía mexicana como débil sino que tienen mejores y más seguras alternativas de inversión”, le comenta a BBC Mundo Einar Moreno Quezada, académico de la Universidad de las Américas Puebla en México.
Un dólar caro afecta principalmente a los mexicanos que cuentan con créditos en esa divisa, golpea a quienes deben realizar importaciones por su actividad económica y a quienes viajan al exterior.
La principal preocupación pasa por la posibilidad de que un peso más débil genere presiones inflacionarias al incrementarse el costo de las importaciones y este deba ser absorbido por los consumidores y no las empresas.
Como contrapartida, con un peso más barato son los sectores exportadores y el turismo los que más se benefician.
En aras de combatir la depreciación de su moneda, el Banco de México yaincrementó las tasas de interés dos veces este año, en febrero y en junio.
El banco central vuelve a reunirse el 29 de septiembre para analizar su política monetaria y podría anunciar un nuevo incremento de una tasa que se ubica en 4,25%.
Consultado sobre qué armas tienen las autoridades para combatir la depreciación de la moneda, Esquivel opina que el Banco de México “podría, si quisiera” hacer más.
“Tiene recursos, tiene reservas (internacionales) suficientes, las autoridades económicas han tomado la decisión de permitir este ajuste porque de otra manera si el ajuste no se diera en el tipo de cambio se daría en el crecimiento económico”, señala.
De haber intentado mantenerlo a 16 o 17 pesos, añade, habría una sangría en las reservas, ya golpeadas por la caída en los ingresos petroleros, y la balanza de pagos sería aún más deficitaria.
Igualmente el manejo en la tasa de interés se utiliza para controlar la inflación, que se ubica por debajo del rango del Banco Central del 3%, pues un peso débil genera presiones al alza en el índice de precios.
“Al banco no le preocupa el tipo de cambio, sino el efecto que eso puede tener en la inflación“, afirma Esquivel.
De cara al futuro, el economista no avisora un dólar por encima de los 20 pesos y considera que de darse una victoria de la candidata demócrata Hillary Clinton, podría verse un ajuste a la baja.
“Pero hay que olvidarse de un tipo de cambio a 16, 17 pesos”, agrega, “la nueva normalidad va a estar entre 19 y 20”.