A pesar de las recomendaciones del gobierno y de las advertencias de expertos que pronosticaban una debacle económica, la mayoría de los habitantes de Reino Unido votaron a favor de abandonar la Unión Europea.
La decisión, tomada por el 52% de los votantes, hizo que el primer ministro británico David Cameron anunciara su renuncia y afectó negativamente a la libra y la bolsa de valores de Londres en las primeras horas del viernes.
Y también dejó en evidencia profundas divisiones en la sociedad británica, que en términos generales votó de forma muy diferente en dependencia de su ubicación geográfica, clase social y edad.
Pero ¿cómo consiguió la opción “Salir’ (Leave) convencer a la mayoría?
BBC Mundo te trae las 8 claves de su victoria en el histórico referendo del 23 de junio.
Lo que comenzó como un goteo terminó como un torrente de advertencias sobre las consecuencias negativas para la economía en caso de decidir abandonar la Unión Europea.
Pero o bien el público no le creyó a los expertos o decidió que esa era un precio que estaba dispuesto a pagar.
Instituciones como el FMI y la OCDE advirtieron que el Brexit provocaría el estancamiento de la economía, un aumento del desempleo y el desplome de la libra; el Banco de Inglaterra habló de una posible recesión y el Tesoro dijo que se vería obligado a recortar gastos y subir impuestos.
Y, por si eso fuera poco, mientras el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, avisaba que Reino Unido tendría que ponerse “al final de la fila” para negociar un tratado de libre comercio con su país, la cabeza de la UE, Donald Tusk, llegó a insinuar que el Brexit podría provocar el fin de la civilización política occidental.
Algunos de los miembros de la campaña a favor de permanecer en la UE, sin embargo, reconocieron que eso podía ser exagerado y que el llamado “Proyecto Miedo” podía terminar resultando contraproducente.
Y los partidarios de abandonar la UE contraatacaron acusando a los agoreros de ser representante de la élite interesados en restarle valor a Reino Unido para proteger sus intereses.
El hecho de que fueran tantos los que decidieron ignorar a los expertos sugiere además que hay razones que van más allá de una rebelión contra “el establecimiento”.
El resultado también sugiere que el número de aquellos que no se han sentidofavorecidos por los beneficios económicos de cinco décadas de pertenencia a la Unión Europea es mayor de lo que se pensaba.
La afirmación de que abandonar la Unión Europea liberaría hasta 350 millones de libras semanales para gastar en el sistema de salud pública (NHS) es el tipo de consigna con la que sueñan los políticos: impactante, fácil de comprender y atractiva para todos los votantes.
Lo que explica por qué la campaña del “Salir” la utilizó para decorar su “bus de combate”.
La cifra es poco creíble y fue disputada tanto por el Departamento del Tesoro como por la oficina de estadísticas británica.
Y este viernes el mismo líder del Partido de la Independencia de Reino Unido(Ukip), Nigel Farage, reconoció que había sido un error dar esa cifra y sugerir que el dinero se podía destinar al NHS.
Eso, sin embargo, no hizo al recurso menos efectivo: las encuestas sugieren que fue el número más recordado de toda la campaña y sirvió como una poderosa ilustración de por qué Reino Unido podría estar mejor fuera de la UE.
Si la campaña del “irse” no lo apostó todo al asunto de la migración, sí jugó esa carta frecuentemente y de forma exitosa.
El tema conectó con preocupaciones más amplias sobre cultura e identidad nacional que fortalecieron el mensaje del “Salir”, especialmente entre los votantes de menos ingresos.
Pero el resultado sugiere además que las preocupaciones sobre los niveles de migración al Reino Unido en los últimos 10 años y su impacto pasado y futuro eran más generalizadas y arraigadas de lo que se sospechaba.
Y, sobre todo, confirma que el argumento de que Reino Unido no puede controlar el número de migrantes si permanece como miembro de la UE fue una efectiva arma de campaña.
El fantasma de la entrada de Turquía en la UE fue otro punto clave para la campaña del Leave, especialmente en el contexto de la actual crisis migratoria en Europa.
Y aunque el lenguaje y las imágenes empleadas en la campaña -en especial las introducidas por Nigel Farage- fueron duramente criticadas, sus mensajes funcionaron y convencieron a muchos de que esta era una oportunidad única para reafirmar la soberanía británica.
Puede que David Cameron haya ganado dos elección elecciones generales y dos referendos en los últimos diez años, pero alguna vez su racha tenía que terminar.
Y al decidir liderar la campaña a favor de la permanencia en la Unión Europea, y plantearla como una cuestión de confianza, amarró su futuro político al resultado del referendo sobre la UE.
Cameron le apostó fuerte a su capacidad para conseguir cambios fundamentales en la relación entre Londres y Bruselas, pero estos fueron descalificados como insuficientes por los euroescépticos de su propio partido.
Y esto sólo fue evidencia de un problema más profundo ,pues al haber afirmado públicamente que no descartaba ninguna opción si no conseguía sus objetivos, no le resultó fácil entusiasmar a los votantes con unas concesiones que muchos consideraron modestas.
Durante todo el proceso, Cameron se encontró además en ruta de colisión con muchos conservadores que nunca le perdonaron haber forjado una alianza con los Liberales Demócratas en 2010.
El primer ministro tampoco es un personaje naturalmente capaz de motivar a los votantes laboristas – ni a suficientes independientes- por lo que al final no consiguió el resultado que buscaba.
Y después de una divisiva campaña, la derrota no le dejó más remedio que anunciar su dimisión.
Los votos del partido Laborista eran fundamentales para que la opción “Permanecer” (Remain) pudiera aspirar a ganar el referendo.
Y el hecho de que los votantes laboristas no siguieran al liderazgo del partido -el 90% de sus diputados estaban a favor de quedarse en la UE- seguramente obligará a una larga y dolorosa autopsia en la principal fuerza de oposición.
El laborismo interpretó muy mal el sentir de sus simpatizantes. Y cuando se dio cuenta de que algo iba mal, ya era demasiado tarde.
Aunque mandó a algunas de sus principales figuras a promover los beneficios de la UE y hasta dio a entender que estaba dispuesto a incrementar los controles migratorios, el partido fue incapaz de disipar la impresión de una profunda división entre el liderazgo y la base.
Y algunos diputados están aprovechando la oportunidad para cuestionar nuevamente el liderazgo de Jeremy Corbyn, elegido en 2015, acusándolo de dar un apoyo “tibio” a la campaña Remain.
6. El carisma de Boris Johnson y la capacidad de Michael Gove
Se daba por descontado que un puñado de miembros del gabinete de gobierno iba a apoyar la opción “Salir”, pero fue el apoyo de Michael Gove y Boris Johnson el que verdaderamente encendió la campaña.
Gove, quien se desempeña como ministro de Justicia, aportó su peso intelectual y capacidad estratégica, mientras que el exalcalde de Londres hizo lo propio con su carisma y capacidad para atraer a votantes más allá del Partido Conservador.
Y los dos fueron desplegados efectivamente, con Boris Johnson en el rol de soldado de infantería dispuesto a recorrer todo el país y Gove dando la cara en los debates más difíciles.
Mientras que el líder del Ukip, Nigel Farage, durante años el rostro del euroescepticismo británico, fue a su aire, a veces creando controversias pero también movilizando a los simpatizantes de su partido y muchos otros votantes.
7. La movilización de los abuelos
Los expertos van a desmenuzar en detalle la demografía del resultado en los próximos días y semanas, pero todo indica que fueron los votantes más viejos los que le dieron la victoria al Brexit.
Ya se sabía que en Reino Unido las personas mayores también acuden en mayor proporción a las urnas: en las elecciones de 2015 el 78% de los mayores de 65 ejerció su derecho, por un 43% de los ciudadanos entre 18 y 24 años y un 54% de aquellos entre 25 y 34.
Y a pesar de los más de 2,6 millones de votantes -en su mayoría jóvenes- que se registraron en el último minuto, la proporción probablemente sea muy similar en esta ocasión.
Varias investigaciones sugerían además que el apoyo al Brexit era significativamente mayor entre los mayores de 55 que entre los más jóvenes.
Y con tres de cada cinco votantes mayores de 65 declarándose a favor de dejar la Unión Europea, el resultado de este viernes seguramente tiene en ellos su principal motor.
Obviamente, la cosa no es blanca y negra, y muchos jóvenes también deben haber apoyado al Brexit en Inglaterra y Gales, y el resultado también sugiere profundas divisiones geográficas y de clase.
Pero Reino Unido también tendrá que lidiar con las consecuencias de una profunda brecha generacional.
8. Europeos, pero no en Europa
La relación entre Reino Unido y Europa nunca ha sido sencilla ni estática.
El país necesitó años para unirse a lo que entonces era la Comunidad Económica Europea y aún así, cuando esta membresía fue objeto de un referendo en 1975, muchos la apoyaron sólo a regañadientes y por meras razones económicas.
Y con los años muchos no sólo cambiaron de opinión, sino que su ambivalencia se fue convirtiendo en hostilidad.
Además, muchos políticos y medios han mostrado abiertamente su escepticismo hacia la UE durante décadas, y aunque se supone que las nuevas generaciones son más pro-europeas, eso sólo se podrá confirmar una vez que se haya completado el análisis de los resultados del referendo del jueves.
Lo que está claro, sin embargo, es que el Brexit es tanto una decisión sobre el futuro político y económico de Reino Unido como sobre su identidad nacional.