[contextly_sidebar id=”rda6YLZys2L3awsF4daHFYti7nwIA3Lm”]“Veracruz es un tiradero de cuerpos”.
A pesar de que Mario Vergara habla despacio y con una entonación solemne, como si todo el tiempo estuviera recitando salmos de una Biblia, las palabras que salen de su boca golpean con la violencia de un púgil peso pesado.
“En Veracruz lo que está pasando es un genocidio –sentencia mientras niega con la cabeza y frunce el ceño-. Nosotros sólo pudimos buscar fosas en un pedacito muy pequeño de terreno. Pero mucha gente ya nos ha pedido que regresemos para buscar en más lugares, porque en todo el estado hay muchísimos cuerpos regados”.
Mario acaba de regresar de Córdoba, ciudad del centro del estado de Veracruz. Hasta allí viajó junto con otros 40 integrantes, entre hombres y mujeres, de la Brigada Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas; un equipo formado por asociaciones civiles de Coahuila, Sinaloa, Chihuahua, Baja California, Morelos y Guerrero, que nació el pasado 9 de abril con un objetivo: desenterrar, fosa a fosa, la verdad de lo sucedido con miles de personas desaparecidas en México.
“Sabemos que no es la solución buscar en fosas clandestinas, pero nuestros familiares puede que estén enterrados en algún lugar. Por eso, mi misión en la Brigada es motivar a la gente para que nos ayude a buscar”, explica Mario Vergara, de la organización Los otros desaparecidos de Iguala, quien desde el 5 de julio de 2012 desconoce el paradero de su hermano Tomás.
Y ese llamado a la gente al que hace alusión Mario tuvo una rápida respuesta en Veracruz, concretamente entre la ciudadanía de Amatlán de los Reyes; localidad de algo más de 42 mil habitantes que está prácticamente conurbada a Córdoba, y cuya parroquia de los Santos Reyes sirvió de campamento base para la Brigada.
“La zona para buscar en Córdoba era muy grande y teníamos que reducirla. Por eso llegamos a la parroquia un domingo y después de la misa le pedimos ayuda a la gente de Amatlán para que nos dijeran dónde podrían haber sido enterradas personas, o dónde se hicieron cosas malas”, cuenta Vergara en entrevista con Animal Político.
“Les dijimos que no estábamos buscando justicia, y que no nos interesaba quién podría haber matado a esas personas enterradas. Y fue así como muchos anónimos comenzaron a llegar diciéndonos: búsquenle allá, vayan a tal parte, o revisen tal camino”, añade el activista, quien incluso detalla que los pobladores de Amatlán le entregaban al sacerdote de la parroquia papeles con mapas y croquis indicando lugares donde sospechaban que podría haber restos de personas desaparecidas.
Alma Rosa Rojo, quien busca a su hermano Miguel Ángel, desaparecido el 4 de julio de 2009 en Culiacán, Sinaloa, cuenta que gracias a los anónimos los resultados llegaron pronto.
Equipados con unas palas, picos, unas varillas para hacer hoyos en la tierra, y una canción que entonan para darse ánimo, la Brigada encontró el 15 de abril en San Rafael Calería, una comunidad rural que pertenece a Córdoba, hasta 11 puntos con restos calcinados y fragmentados, como rótulas, huesos del cráneo, fragmentos de costilla, y dientes.
Y otros cinco días más tarde, el 20 de abril, un ciudadano llevó anónimamente a la Brigada a un punto ubicado en la comunidad de El Porvenir, también en la región de Córdoba, y literalmente le dijo a Mario Vergara: “Aquí pasaron cosas muy feas. No dejen de revisar esos pozos, porque a mucha gente los han matado y los han aventado ahí adentro”.
La Brigada comenzó entonces a escarbar uno de los pozos que estaba tapado con piedras. Según detalla Mario, cuando llevaban dos metros de profundidad, empezaron a sacar bloques de concreto que estaban ennegrecidos probablemente por la acción del fuego, “y que no tenían ninguna relación con el lugar, porque no había ninguna construcción cercana al lugar, ni ninguna casa”. Y a un poco más de profundidad, comenzaron a hallar “un regadero” de cientos de restos humanos, entre vértebras de cadera, fémures, pedazos de tibia, de clavícula, y de la pelvis.
Con cada hallazgo, María Guadalupe Pérez, de la Asociación Familias Unidas en la Búsqueda de Personas Desaparecidas de Piedras Negras, Coahuila, detalla que la Brigada iniciaba siempre el mismo protocolo para no contaminar las evidencias que entregaban a peritos de la Fiscalía de Veracruz: “Primero recogíamos el huesito y lo poníamos en una bolsa con un número y la hora del hallazgo. Luego delimitábamos el área, y por último poníamos una banderita en el lugar”.
Sin embargo, a las pocas horas del primer hallazgo en San Rafael Calería, el Gobierno veracruzano de Javier Duarte salió presto a emitir un comunicado en el que aseguraba que tales restos eran, en realidad, maderas y ropa, y no fragmentos humanos.
“No somos expertos, pero sabemos detectar cuándo es un hueso y cuándo es madera –enfatiza Mario Vergara-. El dolor ha hecho que nos preparemos y que aprendamos los nombres de los huesos y la forma que tienen cuando están quemados”.
“El gobierno lo hizo para desacreditarnos, para desanimarnos. Pero no lo consiguió, porque ahora estamos más fuertes haciendo esta labor”, opina por su parte Alma Rosa.
Mientras que para Rosa Neris, activista sinaloense, el comunicado del gobierno de Javier Duarte es un intento de tapar la realidad en Veracruz, entidad donde el Gobierno Federal contabiliza al menos 663 personas desaparecidas entre enero de 2014 y marzo de 2016 –un total de 170 en el fuero federal y 493 en el fuero estatal-.
“Decidimos ir a Veracruz para demostrarle al gobierno de Javier Duarte que sí hay desaparecidos. Él es muy enfático en decir que en Veracruz no pasa nada. Y nosotros fuimos a quitarle la careta, porque en menos de dos semanas encontramos 15 fosas”, recalca Rosa Neris, quien busca a tres familiares desaparecidos en Monclova, Coahuila, en el año 2010.
Tras los resultados de la primera misión en Veracruz, Juan Carlos Trujillo, el activista que tuvo “la locura” de reunir a múltiples organizaciones civiles para formar la Brigada Nacional, admite que analizan regresar a la entidad para continuar con los trabajos de búsqueda, a pesar de los obstáculos de las autoridades.
“No confiamos en las autoridades, claro. Porque sabemos que los perpetradores de las desapariciones son los mismos policías”, advierte Trujillo, quien, no obstante, admite que no tienen muchas más alternativas que trabajar con los gobiernos para poder encontrar más fosas y llevar de vuelta, en cierta manera, a cientos de personas que permanecen desaparecidas en fosas.
Por ello, Trujillo apunta que ya mantuvieron reuniones con el Gobierno Federal “para que le entre” al proceso de identificación de los restos de ADN hallados en Córdoba, “pero de manera vigilada” por peritos independientes, como el Equipo Forense Argentino.
“Lo nuestro no es sacar huesos del fondo de la tierra, sino sacar la verdad. Y por eso buscamos a esas personas que están ahí enterradas. Porque en México nos hemos dedicado a desaparecer a los desaparecidos”, subraya Trujillo, quien desde el año 2008 cambió las cuentas de la empresa familiar por buscar a cuatro hermanos desaparecidos, un primo, un sobrino, y cinco compañeros de trabajo.
“Ahora mi objetivo en la vida es encontrar a personas desaparecidas –añade el activista, que concluye-. Y si en esta búsqueda encuentro a mis hermanos, Dios me va a dar una bendición. Y si no, al menos hice todo lo que pude por encontrarlos”.
*Animal Político buscó a la Fiscalía del Estado de Veracruz para conocer los avances en los análisis de ADN de los restos hallados por la Brigada. Sin embargo, el departamento de comunicación social de la Fiscalía no dio respuesta a las preguntas de este medio.