Al cierre de 2015 la tasa de informalidad laboral fue de 53.4%, es decir, más de la mitad de los trabajadores laboran en negocios informales (no registrados en Hacienda) o no tienen un vínculo laboral reconocido por su fuente de trabajo, como podrían ser trabajadores domésticos sin seguro social, autotrabajadores en agricultura y trabajadores de empresas formales no inscritos en los sistemas de seguridad social.
[contextly_sidebar id=”e2rmaYuiNLGtQKDoEFWyQSYrGEeX9G2f”]La informalidad es un problema que aqueja a todo el país, pero su distribución no es uniforme. El centro y sur del país son más informales que el norte. De acuerdo con las cifras del #SemáforoEconómico, existe poca movilidad en la posición relativa de los estados en informalidad, es decir, los estados con mayor informalidad han sido los mismos desde hace 10 años. Campeche es el único estado que pasó de estar debajo del nivel de informalidad nacional a estar arriba de éste.
De los 32 estados, 16 están en rojo porque su tasa de informalidad es mayor a la del país. Dentro de éstos, destaca Guerrero, el estado con la mayor tasa de informalidad. El 76.7% de la población ocupada de Guerrero lo está en el sector informal. Además se encuentra en su mayor nivel en 10 años. Tanto el Estado de México como Tabasco, a pesar de no estar dentro de los cinco estados con mayor informalidad, se encuentran en su mayor nivel en 10 años con tasas de 57.8% y 61.4% respectivamente.
En 2015, aumentó la informalidad en el país, pasó de 52.8% a 53.4%. De los estados con un porcentaje de informalidad menor al nacional, seis tuvieron un aumento en el último año mayor al del país, es decir, empeoraron más que a nivel nacional y, por lo tanto, tienen el semáforo en amarillo. El resto de estados están en verde porque tienen una tasa menor que la del nivel nacional y no empeoraron tanto como el país o, incluso, mejoraron.
En los últimos cinco años el estado que más disminuyó su informalidad fue Chihuahua, al pasar de 41.5% en 2010 a 34.1% en 2015. Esta reducción se vio acompañada de un aumento de 36% real en los ingresos laborales per cápita, un aumento significativo si lo comparamos con el incremento a nivel nacional, que fue únicamente de 0.7%.
En esta misma línea destaca Coahuila, tercer estado con mayor disminución en informalidad en los últimos 5 años, después de Jalisco y Chihuahua, y segundo en el crecimiento real de sus ingresos laborales per cápita. Y son exactamente Chihuahua y Coahuila los estados con mayor disminución en el porcentaje de su población en pobreza laboral durante ese mismo periodo, es decir, en el porcentaje de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con el ingreso laboral de su hogar.
En la tendencia contraria, Veracruz destaca por ser el segundo estado con mayor aumento en informalidad, solo después de Guerrero y también el segundo en observar una mayor disminución en los ingresos laborales de su población, después de Morelos.
En los últimos 5 años los estados que más redujeron su informalidad aumentaron el bienestar de su población al aumentar los ingresos provenientes de su trabajo. La informalidad debe de ser una prioridad en la agenda de los gobiernos locales, para que en su conjunto, mejore la situación laboral del país.
Pero, ¿cómo reducir la informalidad? Para contestar esta pregunta los académicos se han dado a la tarea de analizar cuál es su origen (La Porta & Shleifer, The Unofficial Economy and Economic Development, 2008). Existen dos principales visiones al respecto. Por un lado, bajo “la visión dual” que señala que las empresas informales lo son porque son pequeñas e improductivas que no producen lo suficiente para afrontar el pago de impuestos y regulaciones. Pero existe otro punto de vista, la “visión parásito” que señala que las empresas informales lo son ya que decidieron permanecer pequeñas e improductivas para no ser detectadas y evadir la regulación.
La diferencia entre ambos puntos de vista es importante porque dan origen a políticas públicas diferentes. Bajo la visión dual, la informalidad desaparecerá cuando las empresas informales sean sustituidas por nuevas empresas formales, y no por la formalización de las mismas. Bajo la visión parásito, la informalidad disminuirá en la medida en que el gobierno haga cumplir la ley y se formalicen los negocios informales.
Ninguna visión explica por completo la realidad. Por un lado, existen negocios improductivos que están acaparando el trabajo y el capital que deberían ser asignados a la generación de nuevos negocios formales y productivos; por otro lado, el régimen fiscal que cobra impuestos al empleo formal, sin consecuencias para el informal, funciona como un subsidio a la informalidad, provocando que las empresas decidan reducir su tamaño para no afrontar el pago a la seguridad social.
Mientras no se tomen acciones para disminuir la informalidad, México seguirá teniendo un centro-sur de empresas pequeñas e improductivas que retrasarán el desarrollo económico o peor aún, no lo dejarán avanzar. Para que el bienestar de la población aumente es necesario aumentar sus ingresos laborales, es necesario aumentar su productividad y es necesario disminuir la informalidad. Para llegar a la meta de crecer al 5% debemos atender la informalidad.