Ana Beatriz, Ana Karen y Betzabeth se llamas a si mismas ‘Las hijas de violencia’. Son, dicen, “las exageradas que quieren caminar sin que las molesten”, por eso integraron una “colectiva” de mujeres que con performance y acción directa buscan que otras mujeres también se sumen contra el acoso callejero.
[contextly_sidebar id=”euyAjWAT3vDFVa7o8OtlDELjcHSYrae3″]Su proyecto surgió a finales de 2013 como parte de un laboratorio escénico planeado por dos de ellas, alumnas de la Escuela Nacional de Arte Teatral de Bellas Artes, a quienes se unió una estudiante de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.
Desde entonces han desarrollado dos proyectos: el primero de ellos, un performance en el que muestran las dificultades a las que se exponen las mujeres frente a las violencias sexuales, y el segundo, el más popular, en el que salen a la calle a confrontar a los hombres que las acosan, disparándoles con una pistola de confeti y cantando la canción ‘Sexista punk’.
Todas sus acciones son grabadas y subidas a sus cuentas en Facebook y Twitter, redes sociales donde han recibido mensajes de apoyo, solidaridad y admiración por parte de otras mujeres, aunque también reciben mensajes agresivos, generalmente de hombres.
“Nos dimos cuenta que el acoso callejero está legitimado socialmente, a la vista de todos, y entonces todas y todos nos adaptamos a esa situación, en lugar de tratar de transformar esa realidad, lo que hace que se piense como una exageración que respondamos ante eso, aún cuando hay feminicidios, cuando hay violaciones”, agrega.
“Nos agreden en la calle, nos acosan, respondemos disparando una pistola de confeti y cantando una canción, y a cambio nos amenazan de muerte y de violación por las redes sociales”, denuncia Ana Beatriz. “Eso demuestra que las mujeres vivimos en una situación de violencia estructural, en la que no existe tolerancia para las mujeres que responden a las agresiones”.
Los datos avalan su sentir: según un Estudio Diagnóstico elaborado por un equipo interdisciplinario de El Colegio de México, 93% de las mujeres han recibido miradas lascivas al transitar por espacios públicos en la Ciudad, 69% ha tenido acercamientos indeseados, 39% ha sufrido persecución y 50% ha sido tocada en las calles.
Ni una agresión más
“Nuestra performance es una descarada incitación a cambiar el guión, a responder, a empoderarte”, menciona Ana Karen. Su mensaje, dicen, no está dirigido a los hombres, sino a las mujeres, es un llamado para que adquieran consciencia y no permitan ninguna agresión.
De esta forma, ellas proponen una forma explícita de responder ante el acoso, ante las violencias: incitando a las mujeres. “Porque ya estuvo, ¿no? Porque empoderarte para dejar de ignorar y confrontar es, en sí misma, una revolución. Si no cambiamos el mundo, con certeza podemos decir que ha cambiado el nuestro”, agrega.
Todo su trabajo artístico es desarrollado de manera autogestiva y lo financian vendiendo playeras, stickers, una “fanzine” donde explican qué hace una hija de violencia y una pistola de confeti recargable, que puedes adquirir en su tienda online.