Los más ricos son los que menos contribuyen al Impuesto sobre la Renta en México. La recaudación entre ese grupo apenas es el 10% del impuesto, muy por debajo de países de Europa y Norteamérica, alertaron este lunes la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y Oxfam.
[contextly_sidebar id=”9bvRRAZbNRu6zIx1Slh1knSlQMOgbWvl”]En Estados Unidos la recaudación por ese impuesto entre los más ricos es de casi 15%, pero en países como Reino Unido o Italia supera el 25%.
El ISR es un impuestos que se aplica de forma directa a los ingresos de las personas, producto de una actividad laboral.
El caso mexicano es sólo una muestra de lo que ocurre en cuestión de impuestos y recaudación en América Latina, en donde la Cepal y Oxfam señalan “deficiencias estructurales en el código tributario” que agravan la desigualdad en los países de la región.
De 16 países que fueron tomados en cuenta para el estudio “Tributación para un crecimiento inclusivo”, sólo Argentina, México y Uruguay tienen niveles —ya de por sí bajos— de recaudación entre los más ricos que superan el 8%.
Paraguay, Venezuela, Ecuador, Honduras, República Dominicana, Colombia, Nicaragua y El Salvador no llegan ni al 5%. En estos países, los que menos tienen son los que aportan el 95% o más del Impuesto sobre la Renta.
Según cálculos de la Cepal, los impuestos que están pagando el 10% más rico sólo equivale al 5% de su ingreso disponible, lo que implica que los sistemas tributarios de América Latina sean “seis veces menos efectivos que los europeos en lo referente a la redistribución de la riqueza y la reducción de la desigualdad”.
Otra razón que explica por qué los que menos tienen pagan más es que el sistema fiscal de la región es más rígido en el cobro del Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA), lo que pone en desventaja a los más pobres frente a los más ricos.
Este impuesto afecta directamente el consumo diario de los más pobres —lo que lo hace ineludible— mientras que los ricos suelen gozar de grandes beneficios como la exención de este impuesto o descuentos.
Esta clase de diferencias en el pago de impuestos abona a que el 10% de los más ricos de América Latina sean dueños del 71% de la riqueza de la región. Oxfam indica que esa tendencia continúa dentro de seis años esa relación será de 1%-99%.
Lo que Cepal y Oxfam recomiendan es “llevar a cabo amplias reformas de los códigos tributarios para reequilibrar los impuestos directos e indirectos, trasladando la carga fiscal desde el trabajo y el consumo hacia el capital, la riqueza y los ingresos asociados, a través de impuestos como por ejemplo los que gravan las transacciones financieras, la riqueza, las herencias y las ganancias de capital. Todos los actores económicos deben aportar según su capacidad real. Los que tienen más (individuos adinerados y grandes empresas) deben pagar más”.
El reporte “Tributación para un crecimiento inclusivo” también señala que con los más ricos pagando menos impuestos, la recaudación en América Latina es demasiado baja.
La mayoría de los países de la región —entre ellos México— no recaudan lo suficiente para suplir las necesidades mínimas de la población en materia de salud y educación ni para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (para lo cual se estima una recaudación mínima del 20% del producto interno bruto, PIB).
La evasión de impuestos sobre la renta personal, corporativa y del IVA le cuesta a América Latina y el Caribe más de 320,000 millones de dólares al año, es decir, 6.3% del PIB.
Esa cifra es superior al gasto público en inversión que ocurre en la región: 4.5% del PIB, señala la Cepal.
“Estos resultados reflejan el elevado nivel de informalidad que caracteriza a las economías de América Latina. Sin embargo, también pueden estar vinculados a un alto nivel de desconfianza en las instituciones gubernamentales y a la ausencia generalizada de una ‘cultura tributaria’”.
Lo que Cepal y Oxfal concluyen es que —además de reequilibrar la carga tributaria entre los que más y menos tienen— la región debe comprometerse a aumentar la relación entre los impuestos y el PIB para que se acerque a la capacidad tributaria máxima y que con mejores servicios públicos otorgados gracias a los impuestos aumente la disposición a pagarlos.