[contextly_sidebar id=”Td55iiVFldZ6d04VbqndMbycoFzVIFoJ”]La madrugada del pasado sábado 16 de enero, maquinaria ingresó a la zona del Manglar Tajamar, en Quintana Roo, y devastó 90% del mismo. Las obras se suspendieron provisionalmente por orden de un juez; si esta medida fuera definitiva, la recuperación natural del manglar podría suceder, pero en unos 30 años.
Restaurar la vegetación de la zona es una misión compleja: se necesitaría iniciar la reforestación. Para que funcione se debe emplear la misma especie de mangle que está presente en el 10% que quedó intacto, además de asegurarse de que las condiciones del agua sean óptimas.
Hay otra posibilidad. Como explica a Animal Político el campañista de océanos en Greenpeace México y candidato a doctor en Biologia por la UNAM, Miguel Riva, el manglar puede recuperarse de manera natural (sin intervención), pero es necesario evaluar los daños.
Por ejemplo, si se alteró demasiado la salinidad del agua o se cambió el PH de la misma, el proceso tardaría aún más.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los manglares poseen un mecanismo eficaz de regeneración natural, aunque destaca que esto ocurre cuando no existe algún problema de degradación.
De realizar la reforestación, Riva destaca de manera general los siguientes pasos a seguir:
A pesar de esto, Riva advierte que no está consciente de algún caso exitoso de reforestación y que estos procesos en manglar “están poco probados, son complejos, difíciles… se ha hecho reimplantación experimental pero es proceso complicado… es más probable que haya una recuperación natural”.
Asimismo, como se publicó en el número 82 del boletín Biodiversitas de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, no se tiene el conocimiento suficiente para asegurar un éxito elevado.
“Normalmente se plantan las especies incorrectas en lugares incorrectos. Se ha reportado que los costos para restaurar exitosamente tanto la cobertura vegetal y las funciones ecológicas de un bosque de mangles varían entre 3 mil y 510 mil dólares por cada hectárea”, se lee en el texto.
Al devastar espacios como el Manglar Tajamar se renuncia a beneficios importantes. Riva destaca que el mangle es una obstrucción natural para los huracanes que impactan en la costa de Quintana Roo, reduciendo la velocidad e impacto que éstos pueden tener.
Otro beneficio es que el mangle frena la erosión natural del mar, es decir, evita que el océano gane terreno a la costa.
Finalmente, Riva también afirma que devastar el manglar es un movimiento contradictorio, pues el turismo principal que se suele promocionar en la región es el relacionado a la riqueza natural. “Si afectas al manglar afectas la imagen natural que quieres vender”, concluyó.