[contextly_sidebar id=”TdHWnyCbcFpH9dZYsXIoJWvdTv3IkLpX”]Los mosquitos fueron, en cierta forma, protagonistas en la salud de América Latina en 2015: siguieron causando estragos como principales transmisores de peligrosos virus.
Con ellos, enfermedades provenientes de África se instalaron en la región, causando preocupación y, en algunos casos, alarma sanitaria.
Pero también hubo casos individuales que sorprendieron y conmovieron.
Aquí los recordamos.
La chikungunya, que apareció en el continente americano en 2013, acaparó titulares en América Latina, donde se propagó con particular fuerza.
El virus, originario de África, se transmite por la picadura de los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus.
La palabra que identifica tanto al virus como a la enfermedad resultante proviene del kimakonde –la lengua que hablan los makonde del sureste de Tanzania y el norte de Mozambique– ysignifica, literalmente, “estar doblado de dolor”.
Así alude al aspecto encorvado de los pacientes debido a los dolores articulares.
Los pacientes también experimentan fiebre y dolores de cabeza, entre otros síntomas.
Después de detectarse en República Dominicana, el virus se esparció por todo el continente americano.
Colombia y varios países de Centroamérica estuvieron entre los más afectados este año, con cientos de miles de casos reportados.
El mismo mosquito que propaga la chikungunya volvió a causar estragos durante la segunda mitad del año, esta vez como vehículo de transmisión de otra enfermedad de síntomas similares: el zika.
El virus se identificó por primera vez en África, en los bosques de Zika, en Uganda, a finales de los años 40. Apareció por primera vez en continente americano en la isla de Pascua chilena, en 2014.
Desde entonces, se verificaron casos en México, Guatemala, El Salvador, Colombia, Brasil, Surinam, Venezuela, Paraguay y Chile.
Produce dolor de cabeza, debilidad, dolor muscular y en las articulaciones, inflamación que suele concentrarse en manos y pies, conjuntivitis no purulenta, edema en los miembros inferiores y erupción en la piel, que tiende a comenzar en el rostro y luego se extiende por todo el cuerpo.
Pero la historia tomó un giro cuando la Organización Mundial de la Salud advirtió de la posibilidad de que el virus esté relacionado con un aumento significativo en los casos de microcefalia en recién nacidos.
En noviembre de este año se publicaron los resultados de una investigación sobre un caso sorprendente: un paciente que había muerto de un “cáncer no humano”.
El paciente era de nacionalidad colombiana: un hombre de 41 años que en 2013 se había presentado en la clínica de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín con síntomas de fatiga, fiebre, tos y pérdida de peso.
Hacía siete años le habían diagnosticado VIH, pero no estaba recibiendo tratamiento.
Los doctores encontraron que tenía el parásito estomacal Hymenolepis nana. Y le encontraron tumores que, al examinarlos, resultaron tener niveles altos de ADN de solitaria.
Era la primera vez que se registraba tal cosa: la transmisión de células cancerígenas de un parásito a un ser humano, gracias a una extraordinaria combinación de factores.
El paciente, cuyo nombre se ha mantenido en la reserva, murió en 2013.
Los especialistas insistieron en que se trataba de algo muy inusual. Pero, sin duda, capturó la atención dentro y fuera de América Latina.
Imagínate nacer y crecer creyendo que eres niña. No tienes pene ni testículos. Y de pronto, cuando te acercas a la pubertad, empieza a crecerte el primero y bajan los segundos.
Es lo que les pasa a los llamados “güevedoces”, como se les llama en la provincia de Barahona, en República Dominicana.
Esta condición no fue propiamente descubierta ni una novedad en 2015. Pero la BBC tuvo la oportunidad de explorarla de cerca en un reportaje especial desde la misma localidad en la que la singular condición es más común.
La explicación científica está en una rara alteración genética que inhibe el trabajo de la testosterona hasta que, con los cambios de la adolescencia, se activa.
Esto tiene profundas consecuencias en el desarrollo físico y emocional de las personas afectadas, que deben enfrentar preguntas sobre identidad sexual difíciles de responder en cualquier caso.
Y aun más si, efectivamente, el cuerpo cambia sin previo aviso.
Este fue el caso de un joven chileno que requería desesperadamente de un transplante de pulmón para evitar, con sus 14 años, la misma suerte que había corrido antes su hermana de 17: la muerte prematura por causa de una extraña enfermedad.
Cristóbal Gelfenstein Perey padece de hemangiomatosis capilar pulmonar, una malformación en los pulmones que obstaculiza el proceso de oxigenación de la sangre.
En todo el mundo apenas se han documentado 50 casos.
Tras una campaña promovida por sus familiares en Chiel, a finales de noviembre de este año se le efectuó el requerido transplante de pulmón.
Los médicos informaron que se efectuó con éxito.