Un terremoto de gran magnitud volvió a azotar Chile este miércoles.
Y como ocurrió con el sismo de 2014, el número de muertos y daños materiales resultaron relativamente bajos en comparación con los provocados por los recientes movimientos telúricos de Nepal y Haití, por ejemplo.
Aunque las autoridades aún están haciendo el recuento de las consecuencias y siguen buscando desaparecidos, de momento se sabe que fallecieron al menos 12 personas.
Además, la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior y Seguridad Pública reportó desperfectos en casas de barro y edificios antiguos, desmoronamiento en rutas, caídas de paredes y techumbres en la región de Coquimbo, en el centro-norte del país, la más afectada y declarada zona de catástrofe.
El sismo tuvo una magnitud de 8,3, similar al que aconteció el 1 de abril de 2014. Aquél fue de magnitud 8,2, mató a 6 personas y dañó 2.500 viviendas.
Las cifras funestas de ambos, sin embargo, resultan muy bajas en comparación con los dos terremotos que golpearon Nepal el 25 abril y el 12 de mayo de este año.
En conjunto, ambos se cobraron la vida de más de 8.000 personas y pueblos enteros quedaron en ruinas.
Y eso que su magnitud fue menor que la de los de Chile: 7,8 el primero y 7,3 el segundo.
El que golpeó Haití el 12 de enero de 2010 también fue considerablemente menos potente que los chilenos: de magnitud 7,7.
Pero las pérdidas fueron mucho mayores: más de 220.000 muertos y un millón de personas sin hogar.
Este hecho, que los terremotos de gran magnitud en Chile resulten menos mortíferos que en otros lugares, llama la atención de otros países sísmicos.
“Esta mañana, cuando vimos las imágenes del sismo, nos preguntamos por qué los muertos de Nepal fueron mil veces más”, dice Bhagirath Yogi, del servicio nepalí de la BBC.
“Y en Twitter mucha gente se hacía la misma pregunta”, añade.
Entonces, ¿cuál es la razón, más allá del abismo económico entre Chile y Haití o Nepal?
1. Evacuación masiva
El sismo se sintió a las 7:55 pm hora local (22:55 GMT).
Pero para entonces, el ministro del Interior, Jorge Burgos, ya había ordenado la evacuación preventiva de las zonas costeras desde Arica hasta Puerto Aysén.
Así, después de que se diera la orden de resguardo por encima de los 30 metros sobre el nivel del mar, para el final de la noche más de 600.000 personas habían abandonado sus hogares para refugiarse en un lugar seguro.
“Las medidas fueron tomadas de manera muy rápida y la evacuación de todas las zonas costeras se ha hecho de buena manera. Sé que para las personas evacuadas eso es duro y en algunos lugares frío, pero necesitamos tomar esas medidas para proteger su vida”, evaluó la presidenta, Michelle Bachelet.
La respuesta inmediata fue una lección que las autoridades aprendieron tras el terremoto de la madrugada del 27 de febrero de 2010.
Tuvo una magnitud de 8,8 y murieron 525 personas, la mayoría por el tsunami que le siguió.
Los damnificados llegaron a ser más de dos millones y se dañaron mas de 370.000 viviendas, de las que cinco años después aún quedan por reconstruir 17.178.
Aquello puso en entredicho la capacidad del país para enfrentar una emergencia.
El corresponsal de la BBC en el Cono Sur, Ignacio de los Reyes, recuerda que en aquél entonces también estaba Bachelet en el poder.
Su papel durante las primeras horas del sismo fue severamente cuestionado y aún fue tema de debate en la campaña electoral por su segundo mandato.
Pero Chile no solo aprendió de aquel fatal sismo, lo ha ido haciendo con cada uno de los que ha sufrido, empezando desde que el mayor terremoto de la historia, de magnitud 9,6, azotara la ciudad sureña de Valdivia en 1960.
Así no sólo las autoridades reaccionan rápido, los ciudadanos también.
Con rapidez, pero sin correr.
Y es que desde niños participan en simulacros organizados en los colegios y aprenden que mantener la calma y evacuar en orden es más seguro y eficaz.
Porque viven en el que se dice “el lugar más sísmico del mundo”, los chilenos argumentan que “están acostumbrados”.
Ya se lo dijo Katie Peters, del Instituto de Desarrollo Extranjero, al medio Sky News tras el terremoto de Nepal: “Se gasta cinco veces más dinero en respuesta (a los terremotos) que ayudando a la gente a preparase.
Además, la investigación sismológica es de primer nivel. Así lo señala el propio Centro Sismológico de Chile, aunque en la sección de preguntas frecuentes de su página web reconoce que “falta una red de instrumentos más densa y profesionales que analicen los datos”.
En la misma línea, Sergio Barrientos, director científico del Servicio Sismológico de la Universidad de Chile, señaló en su día que “es necesario establecer un sistema de observación que permita detectar los temblores iniciales más pequeños y, sobre todo, establecer una red de mediciones que dé información suficiente para determinar las fuerzas que están actuando”.
Al fin y al cabo, por sus características geológicas, Chile tiembla cada año, a diferencia de otras regiones. Y eso hace que la capacidad de resistir a ellos sea una prioridad.
2. Construcción antisísmica
Ya en abril de 2014, BBC Mundo se preguntó por qué si el palacio presidencial de Haití se desplomó después del terremoto de 2010 o si Ciudad de México quedó hecha ruinas en 1985, cómo es posible que en Chile no ocurra eso cuando vive sismos más fuertes.
Así que BBC Mundo consultó con varios expertos.
Y todos ellos coincidían en que las claves eran el hormigón armado, los disipadores de energía y los estudios de suelo exigidos por una normativa muy estricta que, con muy pocas excepciones, suele cumplirse.
“Es impensable construir, por lo menos en zonas urbanas, sin atender al cuerpo normativo legal”, dijo entonces a BBC Mundo el presidente del Colegio de Arquitectos de Chile, Sebastián Gray.
En ese sentido, en Haití y en Nepal la realidad es muy distinta.
“Las casas en Nepal, tanto en las áreas urbanas como en las rurales, son de una calidad muy pobre”, reconoce Yogi, del servicio nepalí de la BBC.
“No es que no haya normas de construcción segura. Las hay, pero no se cumplen por pobreza o por desconocimiento”.
Las de Chile, por su parte, exigen el uso de materiales y estudios que encarecen mucho la construcción.
“La norma asegura que en Chile las estructuras mantengan una resistencia tal que permitan salvar vidas humanas, pero no obliga a que no sufran daños”, aclaró el arquitecto Jaime Díaz, profesor de la Universidad de Chile.
Así, la estructura debe ser de hormigón y de acero, suficientemente flexible y resistente para dejar que el edificio se mueva, se balancee y no se caiga.
Además, las construcciones más modernas “tienden a incorporar elementos como aisladores y los disipadores sísmicos, que permiten que el movimiento de la tierra no se transmita al edificio y, si se transmite, que esa energía sea absorbida“, añadió Díaz.
Y el estudio del suelo permite que los cimientos sean los adecuados. “A cada tipo de suelo corresponde un cálculo específico para el tamaño, forma, profundidad y resistencia de las fundaciones”, explicó Gray.
A todo esto se debe la resistencia de los edificios de Chile frente a los terremotos, pero son medidas caras que difícilmente se aplican en países con situaciones económicas menos favorables.
3. Factores naturales
Sin embargo, por muy preparado que esté un país y por mucha conciencia que tengan sus habitantes, siempre hay unos factores que se escapan del control humano: los naturales.
Gracias a estos factores está Chile más preparado que Haití o Nepal, por ejemplo, ante los sismos.
Nepal está ubicada en una zona de colisión continental, justo donde la placa tectónica India choca con Asia.
La velocidad a la que sucede esa colisión es de 4,5 centímetros por año, lo que hace que los grandes terremotos estén separados por décadas.
Sin embargo, la falla chilena, una gigantesca fosa en el suelo del océano Pacífico se entierra bajo el continente sudamericano a una velocidad de casi 10 centímetros al año.
Eso hace que se produzcan sismos con mucha más frecuencia y que prepararse para resistirlos sea una prioridad para el país.
Por otra parte, el nivel de destrucción de un sismo tiene que no solo con su magnitud sino con la ubicación de su epicentro.
El del terremoto de este miércoles se situó a unos 177 kilómetros al norte de la ciudad costera de Valparaíso, a una profundidad de 11 kilómetros.
Sin embargo, el de Haití tuvo su epicentro a sólo 25 kilómetros de la capital, Puerto Príncipe, y fue más superficial; tuvo lugar a 10 kilómetros de profundidad.
Además, tras este último terremoto en Chile tampoco se produjo un tsumani, lo que causó la mayoría de víctimas en 2010.
Así, Chile tiene la clave para lograr que los terremotos provoquen el menor daño posible.
Pero siempre quedará un factor por controlar.