En el primer episodio del más reciente éxito de Netflix, “Narcos”, se afirma que el realismo mágico aborda cosas que a veces son “demasiado extrañas para ser verdad”, para luego agregar que “hay una razón por la que el realismo mágico nació en Colombia”.
En realidad, el término fue introducido en la literatura latinoamericana por el venezolano Arturo Uslar Pietri.
Pero su máximo exponente es, sin duda, un colombiano: Gabriel García Márquez.
Y, más allá de precisiones académicas, la serie que dirige el brasileño José Padilla cuenta acontecimientos de la vida de otro colombiano –el narcotraficante Pablo Escobar– que pueden resultar bastante difíciles de creer para algunos televidentes.
Al tratarse de una persona que vivía en la ilegalidad, la historia de Escobar está además llena de mitos y a menudo resulta difícil diferenciar entre lo que realmente pasó y lo que es mera leyenda.
Pero BBC Brasil habló con especialistas para tratar de separar los hechos históricos de la ficción. Y aquí te lo aclaramos.
(Advertencia: esta nota está llena de anticipos, pero te los presentamos episodio por episodio para que, si estás viendo “Narcos”, puedas leerla a medida que avanzas en la serie).
El primer episodio de “Narcos” cuenta una historia poco conocida: según el narrador –Steve Murphy, un agente de la oficina antinarcóticos del gobierno de EE.UU. (DEA) – la historia de la cocaína colombiana tiene origen chileno.
Murphy es un personaje real, quien se desempeñó como consultor para la serie junto a su colega de la DEA Javier Peña. Y esta versión la confirma Paul Gootenberg, profesor de historia de la Universidad Stony Brook, EE.UU., y autor del libro Andean Cocaine (“Cocaína andina”).
Según Gootenberg, entre 1950 y 1973, Chile era el principal punto para el refinamiento de cocaína de todo el continente. Pero luego de la llegada al poder de Augusto Pinochet, el lucrativo negocio se mudó para Colombia.
“Pinochet era un dictador y es probable que reprimiera a los narcotraficantes, pero la masacre (que aparece en la serie) es inventada”, dijo sin embargo Gootenberg, en referencia a una escena que muestra el asesinato de una decena de narcos a manos de las autoridades chilenas.
Según el académico, en la realidad la mayoría de los narcotraficantes fueron extraditados a EE.UU. para ser juzgados.
Y, según el historiador, el único sobreviviente de la masacre, “Cucaracha”, muy probablemente también fue inventado.
“Escobar sí tenía un socio llamado ‘Cucaracha’, pero nunca oí que fuera chileno”, explicó.
Parece ficción, pero el grupo guerrillero colombiano M19 sí se robó la espada de Simón Bolívar.
Según Thiago Rodrigues, especialista en narcotráfico de la Universidad Federal Fluminense, Brasil, la acción fue parte de la especie de campaña de marketing con la que se dio a conocer el movimiento guerrillero.
Rodrigues cuenta que, algunos días antes de la acción, en los periódicos del país habían aparecido anuncios que decían: “¿Cansado del pasado? Ven al M19”.
Pero, ¿realmente le entregaron luego la espada a Escobar?
Hace algunos años, el hijo del narcotraficante, Juan Pablo, aseguró que la espada había sido uno de sus juguetes de infancia.
Y el colombiano Daniel Mejía, director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de Los Andes dice que muchos en Colombia dan la historia como cierta.
Aunque la versión ha sido negada por varios exmiembros del M19.
Y Rodrigues recuerda que cuando el grupo se desmovilizó, en 1991, le devolvió la espada al gobierno colombiano, lo que demostraría que la misma había estado en su poder todo el tiempo.
El académico destaca también otros problemas con la representación del M19, que era una guerrilla fundamentalmente urbana y no rural, como se la presenta en la serie.
“Mi impresión es que usaron al M19 para representar a todas las guerrillas colombianas” dijo.
Pablo Escobar sí fue candidato al Congreso de la República como suplente de un parlamentario que resultó elegido a la legislatura colombiana en 1982 y ocupó su puesto cuando el titular renunció poco después.
Pero según algunos especialistas no fue él quien primero buscó a los políticos, sino lo contrario.
“En Colombia acostumbramos a decir que son los políticos los que corrompen a los narcotraficantes y no al revés. Y así fue con Escobar: ellos fueron los que lo buscaron”, dijo Mejía.
En el libro “La parábola de Pablo”, el periodista Alonso Salazar reconoce que el traficante tenía ambiciones políticas.
Pero también cuenta que su breve carrera política empezó, irónicamente, con una invitación de un miembro del partido del candidato presidencial Luis Carlos Galán, quien tenía un claro discurso anti-narcotráfico.
Galán eventualmente decidió expulsar a Escobar de su movimiento Nuevo Liberalismo, algo por lo que el narcotraficante nunca lo perdonó.
Y, al final, Escobar fue electo diputado suplente por la Alternativa Liberal. Aunque la denuncia de sus nexos con el narcotráfico no se produjo de forma tan espectacular como aparece en la serie.
Efectivamente, en “Narcos” Escobar es desenmascarado en pleno congreso por el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, quien muestra una foto de su récord criminal proporcionada por los agentes de la DEA.
Pero en su libro Salazar relata que fue el director del diario “El Espectador” quien, por cuenta propia, revisó los archivos y se encontró con la noticia de su captura por tráfico de drogas en 1976.
La noticia fue publicada y aunque el traficante intentó comprar todas las ediciones del diario no consiguió acallar la historia.
Esto motivó la reapertura de una investigación sobre la muerte de dos agentes que arrestaron a Escobar, quien acabó perdiendo su inmunidad parlamentaria y renunció por presiones del partido.
“Pablo sufría la primera gran derrota de su vida”, escribe Salazar.
Pero, como muestra la serie, esa derrota le costó la vida al ministro Lara Bonilla, asesinado por sicarios en moto por orden de Pablo.
Más de cien personas, entre ellas la cúpula de la Corte Suprema, murieron luego de la toma del Palacio de Justicia por el grupo guerrillero M19 el 6 de noviembre de 1985.
En “Narcos”, la toma se produce a pedido de Escobar, quien también financia la operación con el objetivo de destruir las pruebas en su contra almacenadas en el Palacio.
Pero esta versión, que circuló en esa época y fue retomada en el libro del exlíder paramilitar Carlos Castaño, no está comprobada.
Y el Tribunal Especial que investigó el atentado concluyó que “el M19 actuó solo”.
“Esta parte me sorprende un poco, porque la versión más común siempre ha sido que el grupo tenía apoyo financiero de Escobar, pero no que la idea fuera suya”, dijo Mejía.
Mientras que Rodrigues dice que la acción del grupo guerrillero tenía como objetivo oficial castigar al presidente Belisario Betancur, a quien acusaban de haber traicionado las negociaciones de paz.
Además, se sabe que existían copias de los procesos contra Pablo Escobar en otros juzgados.
Y Rodrigues también considera fantasioso el personaje de Elisa, la guerrillera del M19 que les habría advertido sobre el ataque a los agentes estadounidenses, pues no hay registros de ninguna guerrillera con ese nombre como informante de la DEA.
Tampoco se sostiene el asesinato de los líderes del M19 a manos de Escobar después del ataque.
“Iván el Terrible” murió a manos de los militares en 1985 y, según Salazar, Pablo lamentó su muerte.
La historia que aparece al inicio del quinto episodio es de esas que pertenecen al ámbito de la leyenda.
Efectivamente, varios escritores y periodistas colombianos han negado que Escobar alguna vez se ofreciera pagar la deuda externa de Colombia a cambio de una tregua.
Pero el resto del capítulo es verdad: entre los casi 5.000 muertos del período de Escobar se destaca el candidato presidencial Luis Carlos Galán.
Y después de la muerte de Galán fue su asesor, César Gaviria, quien retomó su manto, a pedido de uno de los hijos del candidato asesinado, tal y como se muestra en la serie.
Según Daniel Mejía, el gobierno de Gaviria fue “durísimo” contra el narcotráfico.
“El retomó las banderas de Galán. Negoció para que Escobar se entregara, pero fue muy duro”, aseguró.
Sí: Escobar fue responsable por un atentado en contra de un vuelo de Avianca que le costó la vida a 107 pasajeros, seis tripulantes y otras tres personas que estaban en tierra.
Y todo indica que, tal y como se cuenta en la serie, el hombre que detonó la bomba probablemente no sabía que iba a destruir el avión.
Las personas que cometían los atentados eran conocidos como “suizos”, por “suicidas”.
Y según el periodista Juan Carlos Giraldo, autor del libro “De Rasguño y otros secretos del bajo mundo”, algunos estaban conscientes de que el trabajo les iba a costar la vida y pedían recompensas para sus familias, pero habían otros que no lo sabían.
Según Giraldo, así pasó con el sicario que mató a Carlos Pizarro, el líder del M19, y con el que hizo detonar la bomba que destruyó las instalaciones del periódico El Espectador.
Y, de acuerdo al periodista, el atentado de Avianca fue planeado por un hombre llamado Darío Uzma.
“Puede que hubiera asesoría de un terrorista español, exmiembro de ETA, pero la bomba que hizo explotar al avión era un aparato simple, de fabricación casera, mandada a hacer por un joven sicario del cartel de Medellín”, dijo Giraldo.
En su libro sostiene además que Uzma no recibió el dinero prometido por el atentado, y cuando quiso cobrar terminó siendo asesinado por los hombres de Escobar.
Según Alonso Salazar, Escobar empezó a realizar secuestros en 1988, algunos de ellos por venganza: “Tenía a la clase política en la mira, porque se sentía traicionado”, escribió en “La parábola de Pablo”.
Pero su libro muestra un presidente más dispuesto a la posibilidad de negociar por los rehenes que la serie de Netflix.
Según el periodista, antes de que se hiciera pública la noticia del secuestro de la presentadora de TV Diana Turbay, hija del presidente Julio César Turbay, Gaviria ya había empezado a negociar cambios a la ley de extradición.
La idea era permitir que los narcotraficantes que se entregaran y confesaran un delito no fueran extraditados.
Pero a Pablo no lo convenció la propuesta, y continuó con los secuestros.
El secuestro de Diana Turbay terminó igual de mal que como se cuenta en la serie: la presentadora murió durante un intento de rescate luego de casi seis meses de cautiverio.
Pero el caso es uno de los descritos por Gabriel García Márquez en su libro “Noticias de un secuestro”.
Y tanto Gabo como Salazar describen su muerte de forma diferente a como lo hace la serie de Netflix.
Según ellos, Turbay fue impactada por tiros disparados desde un helicóptero cuando ya estaba fuera de la casa donde había estado cautiva, mientras intentaba huir.
El octavo episodio también cuenta la muerte de Gustavo Gaviria, el primo y socio de Escobar.
Pero según los especialistas no hay registros de ninguna relación entre él y Marta Ochoa (familiar de otro de los capos del cartel de Medellín), tal y como cuenta la serie.
Salazar afirma que Gustavo fue descubierto por las fuerzas de seguridad luego de que estas interceptaron sus comunicaciones.
Pero él creía estar siendo atacado por hombres del cartel de Cali.
Es cierto que “La Catedral”, como se conocía a la cárcel de Escobar, era realmente más una fortaleza que una prisión.
Y, en su momento, el periódico estadounidense The New York Timesreportó que las comodidades de la cárcel del jefe del cartel de Medellín incluían cama de agua, videocasetera, bar, refrigerador, una TV de 60 pulgadas, bañera y hasta una chimenea.
También tenía un gimnasio y una cancha de fútbol.
“La Catedral era un Estado dentro de un Estado”, escribió Mark Bowden en el libro “Killing Pablo” (“Matando a Escobar”).
Y Daniel Mejía confirma que la historia del dinero enterrado, que causó la muerte de sus socios Kiko Moncada y Fernando Galeano –quienes cuidaban del negocio mientras él estaba preso – es verdadera.
“Ellos fueron a La Catedral y ahí los mató”, explicó.
Tal y como cuenta la serie, la presión causada por los asesinatos de Moncada y Galeano y la divulgación de los privilegios de Escobar llevaron a que el presidente Gaviria decidiera transferirlo.
Pero, tal y como confirmaron investigaciones posteriores, problemas de comunicación, así como la colaboración con los narcos de algunos de los militares involucrados en el operativo, no permitieron completar satisfactoriamente la operación.
“La justicia civil y militar acusó a 49 personas por la fuga”, reportó el periódico colombiano El Tiempo, que menciona, entre otros, a un coronel del ejército, seis militares y el mismo exdirector general de prisiones, retenido por Escobar junto al viceministro de Justicia Eduardo Mendoza.
La serie nada más muestra el secuestro de Mendoza.
Y también hay muchas versiones sobre el escape de Escobar: algunos relatos dicen que escapó por un muro, otros hablan de un túnel y otros dicen que lo hizo vestido de mujer aprovechando la confusión.
Y después de la fuga, volvió a empezar la cacería de Escobar. Pero eso ya es parte de la próxima temporada.