[contextly_sidebar id=”vx97nifKbEtgS3UxsMwmqpEomfIY20W3″]En noviembre de 1997, dos meses antes de su salida de 24 Horas, el periódico Reforma publicó una larga entrevista con Jacobo Zabludovsky, la primera que daba en varios años.
Ahí, el periodista mexicano –que falleció este jueves 2 de julio a causa de un derrame cerebral– abordó temas sobre su independencia editorial, la influencia de 24 Horas, su futuro y muchos más.
Por considerarlo un testimonio valioso, Animal Político publica un extracto de esa entrevista:
Jacobo Zabludovsky tenía claros sus límites como conductor del noticiero más importante de la televisión. Pero insistía que “hacía lo que se podía” en el momento que le tocó vivir.
Decía estar listo para su salida –”tengo las maletas hechas”–, aunque pensaba que se quedaría en Televisa.
En esta entrevista habló de todo un poco, empezando por la “intervención” del gobierno en los contenidos de su programa:
“Llegaban a la petición, a la orden para influir en determinadas informaciones”, respondió cuando se le preguntó del tema.
¿Por qué no lo enfrentaron?
-Nuestro margen de maniobra era limitado. Era un problema relacionado a la situación del país, con un presidencialismo concentrado, con absoluta hegemonía del PRI. Además, había una identificación entre las intenciones de las empresas y las políticas del gobierno, lo cual se reflejaba dentro de las televisoras o la radio. Había también empresarios, como nuestro director Emilio Azcárraga, que se declaró soldado del Presidente y priísta y esto se reflejaba dentro.
¿Qué opina de la frase: “soy un soldado del Presidente”?
-Fue un acto de sinceridad y de definición. Emilio Azcárraga era un hombre directo, abierto, con quien uno sabía a qué atenerse.
¿No fue un error sumar una empresa a un proyecto de partido?
-Habría que recordar el clima político de la época y entender las convicciones del propio Emilio Azcárraga. No lo considero un error. No es fácil hoy juzgar y calificar tan categóricamente. En aquel entonces, además, el 80 o 90 por ciento de lo que publicaban todos los periódicos era información relacionada con el Presidente. Y no digo que eso era bueno o malo, pero era un hecho. Tampoco me quiero lavar las manos, porque cada uno tenía su participación. Pero los aficionados a los toros sabemos que a toro pasado, es muy fácil la faena. Lo difícil es hacerla ante la embestida del toro.
¿Era entonces 24 Horas un noticiero creíble, que informara con objetividad?
-Los noticieros de televisión muchas veces estuvieron influenciados por las circunstancias de la época. Si sufrimos una pérdida de credibilidad, pudo deberse a esa influencia, aunque insisto que no quiero lavarme las manos por la manera en que nosotros asimilábamos esas presiones.
¿Cómo asimilaban las presiones?
-Tratábamos de hacer lo mejor posible dentro de lo que se podía. ¿En qué medida perdió la credibilidad un noticiero que lleva 27 años en el aire? Pero no quisiera que esta entrevista se convierta en una autodefensa. No quiero desvirtuar lo que puede ser una charla para convertirla en un comercial. No tendría caso, habría otras maneras de defenderme si lo necesitara. No lo he hecho ni me interesa. Mi balance ahí queda, en mi trabajo.
¿Hoy es el mejor momento, de mayor libertad en televisión?
-Siempre el mejor momento está por llegar. Siempre hay algo nuevo, que te abre un horizonte para realizar tu labor para el público.
Habla de estudios que ha hecho Televisa sobre los noticieros ¿Qué le dicen estos estudios?
-Que actualmente tenemos una carga, porque nos identifican un poco con el establishment, con gobiernos pasados. Pero también tenemos los medios para corregir, con nuestro producto, las opiniones de quienes piensan así. Hay un cambio y seguirá habiendo. Hay una apertura, que pretende que salgan las voces que lo merezcan.
-¿Se siente influyente o poderoso?
-El gran error de muchos que están en televisión es creer que ellos son los importantes, cuando lo es el medio. No hay que confundir. La televisión es un medio incomparablemente importante, pero los que trabajamos en televisión no somos importantes. Gozamos de una apariencia de importantes, porque trabajamos en un medio importante, pero es como si un pasajero de un barco se creyera el barco.
Pero tiene usted el poder de dar un golpe demoledor con una sola mueca.
-Sí, pero es la televisión, no yo. Si hago la mueca, es una editorialización, pero no es uno sino el medio y no debemos confundir el contenido con el continente.
¿Cómo mide usted cuando hacer una mueca?
-A veces es intencional, otras no me doy cuenta. No soy actor. Incluso amigos míos dicen que soy mal jugador de póker, porque siempre se sabe lo que tengo.
¿Es un poder sin control?
-Me da miedo ejercerlo mal o abusar de él, o usarlo para destruir una reputación.
¿Cuáles son los principios en los que se basa para evitarlo?
-Varios: en la duda, me callo; si creo que una noticia va a agraviar a alguien sin que su responsabilidad esté probada, no la doy; tengo la costumbre invariable de no agredir a otro periodista y jamás he emitido una opinión a favor o en contra, a pesar de que he sido atacado, a veces injustamente; no traiciono una amistad. Conforme a esos principios me muevo. Además, busco evitar que el medio perjudique los valores que considero esenciales. El bienestar o la estabilidad, la familia, procurar la denuncia de lacras, dar voz a grupos que no la tienen, para lo que hacemos un esfuerzo mayor al que habíamos hecho.
¿Es usted un periodista neutral y objetivo?
-No existe la neutralidad, entendida como el centro de algo. En cuanto objetividad, recuerdo la película japonesa ‘Rashomón’, en la que tres personas describen un mismo asesinato de manera distinta. Veremos lo difícil que es. Veamos incluso los periódicos, todos con la misma información y cada uno presentado de una manera distinta. Lo que pasó es que alguien ejerció su subjetividad para formar la primera plana. Lo mismo ocurre en televisión.
¿Sobre qué criterios basa el contenido del noticiero?
-Formo el noticiero cada noche y parto del principio de cuál es la noticia que más le interesa al público. Ese es el criterio fundamental.
¿Se autocensura?
-La autocensura proviene sólo de mis principios, pero procuramos poner las partes de cada problema.
La entrevista íntegra en Reforma (sólo suscriptores).