[contextly_sidebar id=”ZoQ3sfkEKkeLRz2suEKIvVXqlMJe5lMp”]Madres y familiares de personas víctimas de desaparición forzada, provenientes de todos los estados de la República, y que en algunos casos buscan a sus hijos e hijas desde hace tres décadas, se concentraron este domingo, 10 de Mayo, en la Ciudad de México, para conmemorar el Día de las Madres, con la Cuarta Marcha Nacional de la Dignidad: Madres Buscando a sus Hijos e Hijas, Buscando Justicia y Buscando Verdad.
La manifestación, en la que participaron alrededor de un millar de personas, estuvo básicamente integrada por grupos de madres, y de hijas que buscan a sus madres, lo mismo del Distrito Federal, que de Nuevo León, Guanajuato, Coahuila, Chihuahua, Guerrero, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Estado de México, Tamaulipas y Oaxaca, entre otros.
Además, en la protesta participaron madres y familiares de migrantes provenientes de Honduras, Guatemala, Nicaragua, Argentina, Brasil y El Salvador, que salieron de sus países de origen con la intención de llegar a Estados Unidos y que, sin embargo, desaparecieron en México.
A pesar del fallido intento de las autoridades capitalinas de limitar el paso de las madres de desaparecidos, en su marcha por la avenida Paseo de la Reforma, a sólo tres carriles de dicha vialidad –con el objetivo de minimizar molestias a los ciclistas que asistían al paseo dominical que se realiza en esta misma arteria–, las familias de víctimas lograron realizar el recorrido, planeado del Monumento a la Madre al Ángel de la Independencia, en cuyas escalinatas denunciaron que “en México no hay estado”, pues “desapareció antes que nuestros amados hijos”.
Ahí, con pancartas y retratos de sus hijos e hijas, las madres de desaparecidos clamaron por la solidaridad de todas las mamás, “del planeta y, particularmente, de México” y les pidieron también “que se detengan por un momento y escuchen esto: sus hijos corren peligro, peligro de ser cooptados por la barbarie de las drogas, peligro de la delincuencia organizada, peligro de ser ejecutado, o de ser ser (uno más de las) veintitantas mil personas desaparecidas…”
Siempre bajo la presión de agentes de la Secretaría de Seguridad Pública del DF –que a cada tanto cerraban un poco más el cerco tendido alrededor de la manifestación, ya en la glorieta del Ángel, para ceder ese espacio a los ciclistas– la manifestación concluyó a las 14:00 horas, luego de que fuera leída, de forma simbólica, una lista con un centenar de nombres de hombres y mujeres que han sido raptados en el país, y de los que no ha vuelto a saberse más, hasta la fecha.
A continuación, te presentamos el mensaje íntegro leído, en nombre de todas las organizaciones y colectivos de familias de desaparecidos, por una representante de la agrupación Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos y Desaparecidas en México.
“Cuántas horas, cuántos días, meses o incluso años deben pasar, antes de que sepamos la suerte o el paradero de nuestros amados hijos e hijas, cuánto tiempo más tardará la verdad, la justicia, y nuestro pueblo mexicano en despertar y tomar su lugar entre nosotras, madres con la entraña desgarrada. ¿Es que no nos hemos dado cuenta que ya, ya de que hemos aceptado tantas desapariciones? ¿Cuánto y cuántos más necesitan ser arrancados de sus senos familiares, de sus hogares, antes de levantarnos y poner orden en ésta, nuestra casa?
Hoy queremos decirles que ni la verdad ni la justicia son una constante o una excepción para las decenas de familias con desapariciones, que nos azotan desde hace más de 40 años.
Ahora vemos el sufrimiento de miles de familias, cuyos hijos fueron desaparecidos en la llamada Guerra Sucia, cuánto dolor, cuánta desesperanza para aquellos que no hemos sabido reclamar, aquella juventud que se empeñó en cambiar todo, y que en respuesta recibió la represión, el exterminio. Hoy vemos qué pasó, por qué querían cambiar las cosas, por qué se los llevaron… hoy lo vemos claro.
En esos años sabían que, de no intentar el cambio, vendría la noche más larga que jamás haya vivido México en su vida independiente, por eso los torturaron, los ejecutaron, o los desaparecieron.
Hoy lo vemos muy claro, y en carne propia.
Madres de todo el país: sus hijos e hijas están en peligro.
Madres del mundo entero: ayúdenos a parar esta barbarie.
Ahora sabemos muy bien que esta empresa de la muerte y el terror lleva 40 años diezmando nuestro mayor aporte a la vida, a la nación: nuestros hijos e hijas.
Entendemos la lección que la historia nos da, no queremos que nadie más sufra el desgarro de una desaparición, ya es demasiado dolor. No queremos que dentro de 20 años, cuando estemos ancianas o muertas, alguien se pare en este mismo lugar y diga que nosotras fuimos un ejemplo más de lo que nunca se resolvió, ni por verdad ni por justicia, y que ahora sí haya que hacer algo, porque ya haya más de cien mil víctimas de desaparición. No esperemos esos 20 años.
Por eso, convocamos a las madres del planeta y, particularmente, a las madres mexicanas, para que se detengan por un momento y escuchen esto: sus hijos corren peligro, peligro de ser cooptados por la barbarie de las drogas, peligro de la delincuencia organizada, peligro de ser ejecutado, de ser veintitantas mil desaparecidas…
También hemos entendido algo más, después de varios años de estar buscando, tras la desaparición de nuestros hijos e hijas amadas, paridas con nuestro dolor y nuestra sangre: llegamos a la conclusión de que también hay una desaparición de poderes, no hay Estado que les busque, que procure verdad y justicia, y ni digamos de la reparación del daño, o de una atención mínima y efectiva a las víctimas, con todo y su mentada Ley General de Víctimas.
Mamás de México, sólo nos tenemos a nosotras mismas, no hay Estado, desapareció antes que nuestros amados hijos.
Lo que hay ahora es una guarida de ladrones, corruptos y deshumanizados gobernantes que apuestan a que nos cansemos, a que nos derrumbemos, a que claudiquemos, para que la impunidad se asiente nuevamente y sobre ella se enriquezcan los zánganos de todos los colores que tiñen el Estado Mexicano.
Pero también hemos llegado a una conclusión y a una verdad tan clara como la anterior: no nos cansaremos jamás.
Los vimos llorar en nuestros brazos y los amamantamos.
No nos rendiremos jamás.
Uniremos nuestras voces una a una, hasta dar con todas y todos nuestros hijos, incluyendo al Estado mexicano, también desaparecido.
No claudicaremos nunca. Quemaremos el cielo y congelaremos el infierno si es preciso, hasta que demos con los nuestros, donde estén y como estén.
Y también daremos con los responsables de haber arrancado las flores más amadas de nuestro jardín, y les haremos pagar con el juicio de una verdadera justicia y con el mismo juicio de la historia.
¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!
¡Porque vivas se los llevaron, vivas las queremos!