[contextly_sidebar id=”pZaqS6eksWaW4KaiDeQKKc70cB8utLcj”]La Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto ha sido incapaz de regular a la industria de comida chatarra en su publicidad dirigida a niños, en el etiquetado, y el expendio en las escuelas.
Así lo concluye la Alianza por la salud alimentaria, integrada por 28 organizaciones civiles, en el estudio “Contra la obesidad y la diabetes: una estrategia secuestrada”, en el que analiza el impacto de los programas gubernamentales lanzados en octubre de 2013.
Los “laxos” criterios nutricionales elaborados por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha permitido que los alimentos con altos contenidos de azúcar, incluso, consigan el sello nutrimental que los catalogaría como productos saludables.
La estrategia gubernamental fue una respuesta contra el problema de obesidad y sobrepeso que uno de cada tres niños y siete de cada diez adultos padecen, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012. Situación que iría agravándose, según lo refiere la organización World Public Health Nutrition Association, que prevé que uno en cada tres niños mexicanos nacidos en 2010 sufrirá diabetes en su vida. Pero para la Alianza por la salud, las acciones implementadas por el gobierno federal ha fracasado.
Aunque durante el primer trimestre de 2014, el consumo de refresco bajó 10%, el estudio concluye que el impuesto a bebidas azucaradas debe ser más alto para tener un mayor efecto en consumo, sobre todo porque se ha demostrado la relación entre el consumo de bebidas azucaradas con el desarrollo de enfermedades crónico degenerativas tanto en niños como en adultos.
Estudios demostraron que a mayor impuesto -en un rango de 10 a 30%- mayor es el efecto en el consumo y por ende en la salud de la población, pero el impuesto en México fue de 10% y no de 20% como se recomendaba para lograr una reducción significativa, insisten las organizaciones.
Además, la industria nuevamente emprendió la batalla para evitar a toda costa la caída en las ventas a través, sobre todo por parte de la refresquera Coca-Cola quien controla más de 70% del mercado.
Luego del impuesto, lanzó estrategias comerciales como la incorporación de nombres propios en los envases, introducción de nuevos productos, oferta de presentaciones de 2 a 3 litros a precios inferiores al precio del agua embotellada en presentaciones similares, así como la oferta de entregas de sus productos directamente a domicilio.
Otro aspecto que podría ayudar a la sustitución de consumo de refresco por agua es la instalación de bebedores en las escuelas, pero aunque la recaudación en 2014 por el impuesto a las bebidas azucaradas fue de más de 18 mil millones de pesos, sólo mil millones de pesos fueron autorizados para bebederos en escuelas públicas.
Para cambiar el panorama en las escuelas, además, se establecieron los Lineamientos generales para el expendio y distribución de alimentos y bebidas preparados y procesados en las escuelas, pero según una evaluación realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública, hasta 60% de los directores desconocían que no puede venderse refrescos o bebidas azucaradas, botanas y pastelitos en los planteles.
El Plan de Acción para la Prevención de la Obesidad en la Niñez y la Adolescencia, aprobado por la Organización Panamericana de la Salud y respaldado por los ministros de salud del continente Americano, recomienda a los países seguir criterios nutrimentales consensuados para regular la promoción y publicidad de alimentos y bebidas no alcohólicas dirigida a los niños, pero México incumple con ellas.
El estudio desarrollado por organizaciones como Al Consumidor, La Red por los Derechos de la Infancia en México, Slow Food, El Barzón, la Fundación Interamericana del Corazón y El Poder del Consumidor, entre otros, explica que las regulaciones son “más laxas”.
En México, por ejemplo, se puede publicitar cualquier cereal que tenga 30 gramos o menor cantidad de azúcar por cada 100 gramos de producto. Este valor es seis veces más alto que lo recomendado. En tanto que en Dinamarca un cereal debe contener 15 gramos o menor cantidad de azúcar para ser publicitado.
Aunque el 14 de febrero de 2014 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto por el que se reformaron y adicionaron diversas disposiciones al Reglamento de Control Sanitario de Productos y Servicios, los etiquetados de los productos son incomprensibles, lo que confunde a los consumidores a la hora de elegir.
Una de las trampas es que la industria optó por utilizar el término “azúcares totales”, lo que “oculta” la cantidad de azúcares añadidos. Por ejemplo, una Coca Cola de 600 mililitros utilizando el criterio mexicano indica: 70% del azúcar diario de ingesta, mientras que de acuerdo al criterio de la OMS para adultos, debería decir “azúcar 126% si se considera la recomendación del 10%.
Otro aspecto es que los criterios nutrimentales para el etiquetado son distintos a los que guían el impuesto de alimentos de alta densidad calórica y de bebidas azucaradas. Por tanto, se tienen productos gravados con el impuesto por su alto contenido pero al mismo tiempo logran portar el distintivo nutrimental que los distinguirá ante el consumidor como opciones saludables.
El gobierno federal también limitó la publicidad de comida chatarra en televisión y cines en horarios infantiles, pero, según la Alianza, “se trata de una regulación de excepciones”, puesto que se excluyen a otros medios como internet, teléfonos, teléfonos y juegos, área de entretenimiento para los niños y niñas.
Además, 38.4% de los niños ve televisión durante el horario, sobre todo entre 20 y 22 horas, horario que quedó fuera de restricción. Mientras tanto, la industria utiliza técnicas eficaces para enganchar a los menores de edad, por ejemplo, más de 67% de los anuncios usa un personaje ficticio animado o una celebridad o personaje popular, 46% promueven un regalo o juguete para generar interés entre los niños, y más de 35% de los anuncios incluyeron una liga que vincula una página de web.