[contextly_sidebar id=”WSnFXEhdGCLSS0555bwhVJ6QyuDUhh63″]El hambre es la manera en la que nuestro cuerpo nos lleva a buscar comida y a alimentarnos para seguir vivos. Es un instinto humano poderoso que nos puede obligar a adoptar conductas extremas.
El hambre es la respuesta de nuestros cuerpos a haber comido menos de lo normal. Es resultado de la lectura de nuestro cerebro de cambios en los niveles de hormonas y nutrientes en la sangre.
Nuestra reacción a este sentimiento es lo que nos puede llevar a comer alimentos poco aconsejables o en exceso.
Pero, si entendemos nuestra hambre, ¿podemos controlarla mejor?
Tenemos también otras hormonas que afectan nuestro apetito.
Una de ellas es la serotonina, que nos hace sentirnos felices después de comer. Las cosas dulces producen un rápido aumento de energía, lo que puede mejorar el ánimo temporalmente.
La comida es como una droga: las mismas áreas del cerebro que se activan con lo que comemos se ponen en funcinamiento con la adicción a las drogas.
Los alimentos pueden estar estrechamente vinculados a situaciones sociales, como salir a cenar con amigos, así que puede ser difícil comer menos, pues eso tiene un impacto en la vida social.
El apetito emocional puede ser una respuesta al estrés. La hormona cortisol causa antojos de comida que provee una subida de energía rápidamente. Además, las hormonas del estrés fomentan la formación de células adiposas, lo que le da al cuerpo más espacio para almacenar grasa.
Hay gente que come de más cuando se estresa o se deprime, mientras otros lo hacen cuando se sienten felices.
Pero hay enormes diferencias individuales, y hasta las estaciones del año influyen: la mayoría de la gente come más en invierno.
El hambre es causada por varios factores.
El sentimiento mismo es el resultado de interacciones entre el cerebro y el sistema digestivo.
Pero hay maneras de controlarlo.
El contexto en el que se come es importante y crea hábitos; comer en horarios regulares puede ayudar a reducir los sentimientos irresistibles de hambre.
Las dietas rápidas no nos hacen sentir menos hambrientos, pero cambiar las costumbres sí: haz cambios pequeños pero duraderos a tu dieta y ejercicio, por ejemplo. Además, haz una lista cuando vayas a hacer la compra y ajústate a ella, y no compres cuando estés estresado.
Las porciones reducidas en platos más pequeños también pueden ayudar a comer menos sin sufrir hambre más pronto.
No obstante, no hay que olvidar que dejar atrás los malos hábitos puede ser psicológicamente difícil.
Hay varias cosas a las que se les asigna la capacidad de ayudar a reducir el apetito. He aquí tres de ellas.
Té verde
En 2011, un estudio mostró que el extracto de té verde reducía el aumento de peso en ratones obesos. El extracto disminuyó la capacidad de los ratones de absorber grasa, pero no redujo su apetito.
Drogas
Usualmente sólo se las prescriben a la gente obesa. Hay drogas para ayudar a disminuir el apetito o alentar la pérdida de peso. Pero pueden tener efectos secundarios desagradables.
Almendras
Las almendras contienen mucha fibra, así como vitaminas y minerales. Un tentempié que consista de un puñado de almendras podría reducir el hambre por unos 30 minutos.