[contextly_sidebar id=”6nofMJjctCQwdqF21Uzm4w723uLaJMNL”]Noventa y un días y la justicia no llega. Los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa desde el 26 de septiembre han pasado las últimas dos mil 160 horas en incertidumbre, con el deseo de abrazar nuevamente a sus hijos y con una fotografía como escudo de batalla. Están dolidos, pero siguen de pie. El coraje los mantiene en la lucha.
Este 26 de diciembre tomaron de nuevo las calles. Tenían que recordar que se ha cumplido otro mes de impunidad, otro mes sin respuestas sobre el paradero de sus hijos, que estudiaban para ser maestros, y que tras una trágica noche su vida no volvió a ser igual. Tenían que evidenciar “la ineptitud” del gobierno.
Aunque es fin de año, los padres cumplieron su promesa de seguir con la protesta porque si ellos no tuvieron festejo de Navidad, por la ausencia de sus hijos, tampoco lo deberían tener los gobernantes, porque ellos, dicen, son responsables de lo ocurrido.
Aseguran que la cadena de complicidad con el crimen organizado incluye al presidente municipal, José Luis Abarca, y al ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, mientras que, por ineficacia, los culpables son el procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, y el presidente Enrique Peña Nieto.
Por eso afirman que la democracia dejó de funcionar. Los padres, en voz de Felipe de la Cruz, lanzaron una clara advertencia a “los políticos corruptos” para el próximo año, cuando se renueve el Congreso y nueve gubernaturas: “En Guerreo no va a haber elecciones. No más partidos, porque ningún pinche partido es la solución al pueblo de México. En Guerrero no habrá elecciones en el 2015, primero tienen que entregarnos a nuestros muchachos”.
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En el templete instalado al pie del Monumento a la Revolución, Felipe, se desgañitó para que su mensaje quedara claro. “Mientras no aparezcan no puede haber paz”.
Tampoco tienen paz los sobrevivientes del ataque, como Ángel, estudiante de segundo año de la Normal rural de Ayotzinapa, quien relató todo lo que recuerda de la larga noche del 26 de septiembre en Iguala.
Durante su narración, las lágrimas le ganaron cuando relató cómo vio herido a su compañero Edgar Vargas, quien recibió un impacto de bala que le destrozó parte de la cara. También lloró cuando recordó el autobús lleno de la sangre de sus “hermanos”. Sus lágrimas no fueron las únicas que brotaron durante el mitin del 26 de diciembre en el Monumento a la Revolución, puesto que algunos asistentes que lo miraban y escuchaban atentos también lloraron con él.
El relato parece inaudito por lo cruel y lo indignante, pero aún así nada ha pasado en tres meses; por eso, dice Omar García, otro estudiante de la Normal de Ayotzinapa, “hay que subirle de tono a la protesta, porque no nos hacen caso”. Propone iniciar la organización desde las colonias para demostrar la inconformidad por esta y otras injusticias como Atenco, la guardería ABC o la matanza de Aguas Blancas y Acteal.
Algunos colectivos como Frente Oriente y Coordinadora 1DMx hicieron caso al llamado y, desde este 26 de diciembre, iniciaron un plantón frente a la Procuraduría General de la República (PGR), en avenida Paseo de la Reforma, para exigir la liberación de los presos políticos.
Casi al finalizar el mitin, poco antes de las 20:00 horas, Adán Cortés, el estudiante que interrumpió la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz, tomó el micrófono para explicar que con su protesta logró su objetivo: hacer que la prensa internacional volteara a ver lo que pasa en México.
“Yo dejé mi burbuja del desmadre y me solidaricé porque Ayotzinapa fue la gota que derramó el vaso. No quiero ser el estudiante 44, por eso hay que alzar la voz”. Al sostener una bandera de México pintada como si fueran manchas de sangre, la misma que mostró a la galardonada con el Nobel de la Paz de este año, Malala Yousafzai, el pasado 11 de diciembre, sentenció: ¿Los mexicanos cuándo nos vamos a unir para lograr un cambio?”
En tanto, durante los minutos finales del mitin, otros padres de los normalistas desaparecidos reiteraron su petición de no votar en las elecciones del próximo año en Guerrero: “Vamos a desollar al gobierno, vamos a quitarles el poder”, dijeron, mientras que los asistentes a la marcha respondieron con un grito que se ha repetido en las manifestaciones desde 2012: “Fuera Peña, fuera Peña”.
Los 43 hombres y mujeres regresarán a Guerrero, pero aseguran que el próximo miércoles 31 de diciembre, previo al festejo de año nuevo, protestarán, porque para ellos no será una fecha de fiesta sino otra noche más, otra noche de incertidumbre. Otra noche de coraje.