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[contextly_sidebar id=”Z34dQQI7fOgRoxum56Hk3cJlUtljG4X2″]Aún falta más de media hora para que den las cuatro de la tarde, la hora fijada para que comience la marcha nacional convocada por familiares y activistas con el fin de exigir la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa desparecidos en Iguala, Guerrero. Sin embargo, en las calles aledañas al paseo de la Reforma ya se intuye el murmullo de las grandes manifestaciones en la capital mexicana.
Todavía es pronto para hablar de cifras y datos de asistencia, comenta encogiendo los hombros el elemento de Protección Civil que observa a un contingente de estudiantes que viene marchando desde la Diana Cazadora. Pero en las escalinatas del Ángel de la Independencia cientos de personas que llegaron desde los cuatro puntos cardinales que confluyen en esta glorieta ya se aglomeran para lanzar las primeras consignas de la protesta.
“Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, exigen al unísono unos jóvenes que portan pancartas con un mapa de México repleto de cruces, mientras otro grupo de mujeres clama a gritos saber dónde se encuentran los estudiantes normalistas desaparecidos.
A tan solo unos escalones de distancia, tres muñecos con las caras del titular de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, el gobernador guerrerense Ángel Aguirre, y el ombudsman nacional Raúl Plascencia, aguantan impasibles la ira de los primeros contingentes que caminan rumbo al zócalo, y que al pasar por su lado les gritan: “¡Culpables, culpables!”.
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Son jóvenes y llevan el rostro cubierto. Actúan en pareja y coordinados: uno saca rápidamente de la mochila una cartulina que sostiene contra la pared y el otro rellena el molde con un spray negro. En cuestión de segundos escriben ‘Hijos de la misma rabia‘ en la fuente de la glorieta del Caballito, en el cruce de Bucarelli y Reforma.
A continuación, miran a su alrededor y comprueban que, salvo un señor que menea la cabeza en desaprobación por lo que entiende es un acto vandálico, nadie los molesta.
Rodean entonces un poco la fuente y deciden tomarse su tiempo. Trazan grandes letras negras y escriben: “Pienso luego me desaparecen. Responsables: los tres niveles de gobierno”.
Con la misma celeridad, guardan la cartulina y el spray en la mochila. Se ajustan el pañuelo que les cubre la cara, y aprovechando el paso de un contingente que lleva un enorme pancarta que reza ‘Justicia Ayotzinapa” se pierden de nuevo entre la multitud que fluye con rapidez y sin altercados, aunque en las redes sociales ya se ha hecho viral un video con la agresión a Cuauhtémoc Cárdenas, el líder moral del PRD que quiso acercarse al templete donde se llevaba a cabo un mitin por los desaparecidos.
Videos: Nayeli Roldán
Al llegar al zócalo ningún granadero encapsula a los manifestantes, como en otras tantas protestas en la Ciudad de México. Sin embargo, los grupos que desembocan progresivamente por la calle 5 de Mayo hasta las inmediaciones de la Catedral Metropolitana, ven como unas enormes carpas se aglutinan alrededor del asta de la bandera sin que se les permita el acceso a la plancha, por lo que tienen que rodear hasta llegar al templete ubicado a un costado del antiguo Palacio Nacional.
Allí, padres de algunos de los jóvenes desaparecidos exigen, micrófono en mano, que el Gobierno les regrese a sus hijos.
“El Gobierno estatal y el Gobierno Federal tienen a los normalistas y ellos nos los tienen que regresar”, pide Esteban Nava, padre de José Nava, mientras una fina lluvia comienza a caer en el Distrito Federal.