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Una cruz sin nombre: Por primera vez, familiares hacen peritaje independiente para confrontar resultados de autoridades
Una cruz sin nombre: Por primera vez, familiares hacen peritaje independiente para confrontar resultados de autoridades
7 minutos de lectura

Una cruz sin nombre: Por primera vez, familiares hacen peritaje independiente para confrontar resultados de autoridades

15 de septiembre, 2014
Por: Daniela Rea (@danielarea)
@WikiRamos 

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En el cementerio municipal de García, Nuevo León, hay una cruz de madera color azul cielo que no tiene nombre.

Esa cruz marca el lugar donde fueron enterrados los restos de una mujer que la Procuraduría del estado entregó a la familia González Solís asegurándole que se trata de su hija Brenda Damaris, desaparecida el 31 de julio del 2011 en Santa Catarina, Nuevo León, por tránsitos municipales.

Juana Solís, madre de Brenda, nunca creyó ni sintió que esos 116 fragmentos de huesos ahí enterrados fueran de su hija. Por eso no le puso nombre a la cruz. Por eso los enterró en el panteón y no en el terreno familiar, junto a sus muertos.

El 10 de septiembre del 2014, los restos se exhumaron para ser sometidos a una nueva prueba genética, independiente.

Ésta es la primera vez en el marco de las desapariciones de personas en México, que un cuerpo entregado por las autoridades es exhumado por un grupo de familiares, peritos independientes y activistas para confrontar el trabajo realizado por la Procuraduría y conocer una parte de la verdad sobre el paradero de la víctima. Y sobre la responsabilidad de las autoridades.

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El 31 de julio del 2011, Brenda Damaris, a punto de cumplir 26 años, iba en un automóvil acompañada por un amigo cuando tuvieron un percance en el automóvil. Ella llamó por teléfono a su familia y durante la llamada le dijo que estaba llegando una patrulla de tránsito municipal a atender el percance y cortó la llamada.

Tony, hermano de Damaris, recuerda hoy que esa llamada fue la última noticia que tuvieron de ella. En el cementerio de Santo Cristo, como también se le llama al municipal, señala que el automóvil donde se accidentó su hermana fue encontrado fuera de la cinta asfáltica y extrañamente, con impactos de bala.

Hubo dos tránsitos de los que fueron al lugar que están identificados pero no han sido detenidos. No sabemos si los están protegiendo o si están escondiendo algo, pero si saben quiénes son ¿por qué la autoridad no los detiene?”, relata.

Desde entonces, esta familia buscó a Damaris, madre de un niño de 4 años. En la búsqueda, acudieron a la procuraduría, realizaron protestas públicas y, en alguna ocasión, policías municipales los acusaron de portar “narco mantas”, cuando desplegaron en Santa Catarina una con la fotografía de la joven.

Un año y 3 meses después de la desaparición de su hermana, en octubre del 2012, la familia recibió una llamada de una organización de derechos humanos para informarles que la Procuraduría había dado con el cuerpo de Damaris. De pronto la habían encontrado.

Querían callarnos, por la presión que les estábamos metiendo”, dice Tony.

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Después de recibir el cuerpo, la familia pudo acceder al expediente y las irregularidades ahí evidenciadas fortalecieron la duda de que los restos fueran de Damaris: En el dictamen, la Procuraduría señala que en 2011 se encontraron dos cuerpos en una fosa, de un hombre y una mujer, con un tiempo estimado de muerte de 4 a 6 meses para el primero y 10 a 12 meses para el segundo. Esto significa que la mujer de la fosa habría muerto siete meses antes de la desaparición de Brenda Damaris.

El Semefo no pudo determinar la causa de muerte, argumentando que el estado de los restos no lo permitían. En el acta de defunción entregada a la familia se señaló que la víctima “murió en su domicilio”.

En el dictamen pericial de la Procuraduría se evidencia que los restos fueron revueltos al ser levantados del lugar del hallazgo, pues se entregaron dos bolsas al Semefo, y en una de ellas había dos cráneos humanos.

La ropa que fue encontrada con los restos no fueron reconocidas por la familia de Damaris, luego la Procuraduría la desechó.

La familia no recibió notificación oficial del hallazgo de los restos, fue una organización de derechos humanos quien lo hizo.

Los restos se los entregaron en una bolsa de plástico negra y no le permitieron abrirla.

Le pidieron que los incinerara.

Juana Solís, madre de Brenda, sentía que algo no estaba bien y se acercó a Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León para pedir consejo. Por la experiencia acumulada en la búsqueda, en el funcionamiento del trabajo forense y en la trampa recurrente de las autoridades, le dijeron que no lo hiciera.

El descuido en el trabajo pericial alcanza incluso este día. El Ministerio Público a cargo del caso, Rosendo Molina, envió la orden de exhumación a otro cementerio y a un cuerpo sin identificar.

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Leticia Hidalgo busca a su hijo Roy Rivera, desaparecido el 11 de enero de 2011 por hombres encapuchados con uniformes de policías municipales de Escobedo, que entraron a su casa en Monterrey, Nuevo León.

En el camino de búsqueda Letty Roy -como se nombra en homenaje a su hijo- ha encontrado y acuerpado a su alrededor a otras madres, a activistas, a expertos forenses, a ciudadanos y han llegado, por lo pronto, hasta aquí. El día de la exhumación, desde la sombra de una tumba, Letty observa el trabajo de los peritos y recuerda que esta mañana comenzó casi dos años atrás.

“Cuando a Juani le dan los resultados y ve que hay demasiados elementos para una duda razonable de que se trate de su hija, se acerca con nosotros y nos dice que no siente que sea Damaris, que nunca lo ha sentido. Le dijimos que sin no estaba segura que mejor los sepultara y no los incinerara para así, en un tiempo, tener los recursos y poder hacer las pruebas”, relata Letty.

En julio del año pasado Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos Nuevo León lanzó una campaña pública, en redes y en calles, bajo el hashtag #PruebaGenéticaNL donde exigían un segundo peritaje independiente.

“Enviamos un oficio al gobernador, exigiéndole que autorizara la realización de un peritaje independiente a los restos entregados a la familia de Brenda Damaris, porque existe la duda razonable de que no son de ella. Luego, él envió la petición a la Procuraduría y sin muchas ganas, como dándonos a entender cumplieron un capricho de la familia, accedieron a realizarlo”.

El subprocurador Javier Flores les dijo que de no ser, “un error cualquiera lo tiene”.

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La exhumación es un logro de las víctimas. Para ello, contaron con el apoyo de la organización Gobernanza Forense y del Equipo Peruano de Antropología Forense, que realizará la identificación de manera voluntaria.

Franco Mora, el forense peruano a cargo del proceso y de la cadena de custodia, explica que de los restos se obtendrá una muestra de hueso de 3 cm y se enviarán al laboratorio Bode Technology, en Washington. En tres meses se tendrán los resultados. Con el colaboró Joel Hernández, un antropólogo físico experimentado en desenterrar pirámides, que integra el recién creado Equipo Mexicano de Antropología Forense.

Este proceso es el arranque de una iniciativa ciudadana, encabezada por Gobernanza Forense, que obtuvo recursos para formar la primer base de datos genéticos ciudadana, con mil 500 registros de 450 personas desaparecidas (tres registros de familiares por cada ausente).

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Pese a las dudas, que siempre sintió, Juana decidió enterrar los restos entregados como si fueran de su hija. Lo hizo porque pensaba que ese cuerpo, sea de quien sea, merecía respeto y sepultura.

No sentimos que fuera Damaris. Para mi es otra persona más a quien su familia también está buscando. Yo siento que ella anda, que ella está”, dice la mañana de la exhumación, acompañada de su esposo Antonio y sus hijos Tony y Abraham, además de integrantes de Funden NL.

Se ve tranquila y la mañana lo es también. Quizá porque lo que viene delante es un avance hacia la verdad.

Los peritos de la Procuraduría de Nuevo León, que acompañan el proceso, trazan un cuadro alrededor de la cruz azul sin nombre para mantener alejada a la prensa. Los peritos independientes cavan por un par de horas y a las doce del día sacan una caja gris, de unos 60 centímetros de largo, con los restos. La suben de inmediato a la camioneta del Semefo y la abren ante los familiares y el MP para registrar el contenido.

Juana lleva en las manos una fotografía de Brenda, tiene sus ojos. Se mantiene tranquila cuando responde a la prensa su expectativa: “Si son los restos de mi hija, tendremos la tranquilidad de la familia y ver quiénes son los responsables y por qué lo hicieron. Y si no son, seguiremos buscando la verdad”.

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Etiquetas:
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Imagen BBC