[contextly_sidebar id=”T93rZqWZZDfTJ5Tb2XZjfZP40TkXIbPG”]Entre las 78 principales zonas metropolitanas del país, Acapulco es el último lugar en productividad, afirma el documento Índice de Competitividad Urbana 2014, dado a conocer por el IMCO el pasado martes 9 de septiembre.
El viejo Acapulco que una vez fuera la joya del México del glamour y el jet set, de Agustín Lara y María Félix, murió, “o, más bien, lo matamos”, afirma el reporte.
Esta muerte fue lenta, a partir de malas decisiones de gobierno que sin ser catástrofes en lo individual, acumularon efectos visibles en las últimas tres décadas: Permisos ilegales de construcción, invasiones de predios, corrupción en la construcción del drenaje, edificios de 20 pisos en plena playa.
Entre 1980 y 2010, no sólo la población se duplicó (de 409 a 863 mil personas), sino que la mancha urbana se multiplicó por diez. Como resultado, las tragedias llegaron:
“Paulina en 1997, Ingrid y Manuel en 2013 (…) la crisis de seguridad, más de 3000 homicidios entre 2011 y 2013, la extorsión a escala epidémica, (…) la pérdida de turistas (sobre todo extranjeros), entre 1988 y 2012 el flujo de pasajeros aéreos internacionales a Acapulco disminuyó más de 90%.”
Para el IMCO, Acapulco es un ejemplo de que el desastre tiene como causa principal “la pérdida de control sobre el territorio, la incapacidad para gestionar el espacio urbano, las dificultades para conciliar el interés público con la ganancia privada.”
En su opinión, el asunto no es sólo de Acapulco, pues “en mayor o menor medida, todas las ciudades mexicanas enfrentan problemas para administrar el territorio.”
En el caso de Acapulco, los desastres naturales fueron catalizados por errores u omisiones del Estado en su responsabilidad de gobernar el territorio. “La incompetencia, la corrupción y la negligencia de las autoridades pueden hacer la diferencia entre un fenómeno meteorológico atípico y un desastre humano.”
Como ejemplo principal, se plantean las inundaciones en septiembre de 2013, las cuales -afirman- “no fueron, estrictamente hablando, un desastre natural sino uno generado por la falla del Estado en su responsabilidad de gobernar el territorio.”
Sólo en la última década, las autoridades municipales autorizaron la construcción de fraccionamientos de vivienda en el banco occidental del Río de la Sabana pese a que en el Atlas de Riesgo municipal esta zona estaba señalada como susceptible de ser inundada, lo cual cobró millones en daños materiales e incluso vidas humanas.
En suma, los daños por lluvias en 2013 dejaron 101 muertos, 13 mil 701 viviendas damnificadas y 10 mil 611 millones de pesos gastados del Fondo Nacional para Desastres Naturales (Fonden).
La Zona Metropolitana del Vale de México, la más productiva
En el Índice de Competitividad Urbana 2014, la región del Valle de México obtiene la mención como la ciudad más competitiva, sin embargo, a pesar de sus resultados, “si se compara con las grandes urbes globales, la ZMVM no es una ciudad de clase mundial.”
La Zona Metropolitana del Valle de México tiene -de acuerdo con el documento- un PIB per cápita de 180 mil pesos, una inversión de 82 mil pesos por cada persona económicamente activa, así como un índice de talento de 74.
Por otra parte, las doce ciudades que le siguen en competitividad tienen una inversión per cápita de 161 mil pesos, una inversión por persona económicamente activa de 102 mil pesos, y un índice de talento de 46.
En la principal urbe del país se pueden observar algunos de los mejores desempeños en varios rubros:
Sin embargo, aunque es la quinta ciudad con mayor población en el mundo, es sólo el 12° lugar por su producción total y el 18° por su productividad.
A pesar de su primer lugar nacional, la zona del Valle de México no puede cantar victoria ni olvidar algunos de sus principales problemas, entre los que destaca su incontrolable crecimiento demográfico y geográfico.
Sólo entre 1980 y 2010, la población de la urbe localizada en el Estado de México paso de representar el 47% del total a 55%. Además, la población total pasó de 15.5 millones de personas a 19.1 millones.
Además, uno de los resultados de la evolución de la Ciudad de México es la concentración de la economía en el centro del país, pues esta urbe representa 23.6% del PIB nacional, mientras que sus más cercanos competidores miran de lejos el tamaño de su economía.
La competitividad,
En palabras de IMCO, una ciudad competitiva es una ciudad que “maximiza la productividad y el bienestar de sus habitantes”, algo que no ha sido conseguido en el país, de acuerdo con su análisis.
De hecho, afirma su estudio, “resulta imposible atraer mucha inversión o talento en espacios donde impera el desorden”, por lo que el propósito de este informe es identificar y analizar los principales problemas que hoy enfrentan las ciudades en términos de política urbana y territorial.
En primer lugar, los diferentes niveles de gobierno son responsables de numerosos ejemplos de una mala gobernanza del territorio, con “ciudades que con su expansión y falta de coordinación metropolitana enfrentan obstáculos para proveer servicios públicos de calidad”, o casos donde -por falta de planeación y coordinación- se elevan los riesgos para la población.
Asimismo, afirma el reporte del IMCO, existen ciudades “que desaprovechan su potencial económico al tener una deficiente administración territorial que impulse la competitividad.”
El informe detalla la capacidad de las ciudades mexicanas para atraer y retener talento e inversiones y su indicador principal -el índice de competitividad- evalúa las 78 ciudades más importantes del país a partir de 90 variables agrupadas en 10 subíndices.
Estas 78 ciudades están compuestas por 379 municipios que representan el 83% del PIB nacional, 64% de la población nacional y 87% de la inversión.
Por sus resultados, las ciudades están agrupadas en seis niveles de competitividad: Alta, Adecuada, Media alta, Media baja, Baja y Muy baja.
Algunos de los rasgos que explican el declive en la productividad de las urbes del país es el amplio nivel de viviendas informales (67%) e informalidad laboral (59%). Asimismo, IMCO afirma que entre 1983 y 1995, 3 de cada 4 hectáreas que se incorporaron a las manchas urbanas lo hicieron de manera irregular.