[contextly_sidebar id=”KQiZ1NkWVit69e41EFSCBUofk78eO6L4″]Hoy en día es difícil que en la Franja de Gaza se exhiba abiertamente la oposición o disconformidad con Hamas. Hay una guerra y las prioridades tienen que ver con el combate y la defensa.
Sin embargo, eso no implica que el respaldo al grupo sea -o fuera algunas semanas atrás- total y absoluto en el territorio que gobierna tras ganar las elecciones en 2006, luego de que en 2005 Israel retirara de forma unilateral sus tropas de ese territorio palestino y desalojara a sus 7.000 colonos.
De acuerdo con la más reciente encuesta del Centro Palestino de Políticas e Investigación (Palestinian Center for Policy and Survey Research, PCPSR), con base en Cisjordania, que se llevó a cabo en diciembre de 2013, la intención de voto favorable a Hamas en Gaza habría sido del 33%, un descenso respecto al 39% que el grupo obtuvo en una consulta realizada en septiembre por el PCPSR.
La encuesta también mostraba una caída en la valoración positiva de las condiciones de vida en la Franja, que pasó de 21% en septiembre a 16%. El 65% de los encuestados decía a fin de 2013 que las condiciones en el territorio eran malas o muy malas.
Este es un punto importante, porque desde su nacimiento Hamas ha tenido, además del de la lucha armada contra Israel, el propósito de establecer programas de bienestar social en Gaza.
Servicios
No obstante, más allá de las opiniones acerca de Hamas y su administración del territorio que gobierna, no puede dejar de mencionarse el profundo impacto que tiene sobre la vida cotidiana en la Franja de Gaza el bloqueo que Israel impuso sobre el territorio desde que Hamas llegó al poder y que ha dificultado el cumplimento de las promesas sociales del grupo.
Eso ha restringido el movimiento de bienes, servicios y de gente. Cierto es también que según la encuesta de PCPSR, la percepción de corrupción en las instituciones públicas del gobierno de Hamas era del 68%.
Hisham Hellyer, especialista en Medio Oriente del centro de análisis británico RUSI (Royal United Services Institute), cree que Hamas demostró ser muy mal gobernante.
Le dijo a BBC Mundo: “No le dieron buenos servicios a los habitantes de Gaza”.
Dando respaldo a esta visión, Rushdi Abualouf, de la BBC en Gaza, dice que “toda la infraestructura, los caminos, las cloacas fueron obra y son mantenidas por asistencia internacional, no Hamas”.
Y de los 1,8 millones de habitantes de la Franja, 900.000 reciben alimentos y servicios de salud de Naciones Unidas.
Esto hace ver menos apetecibles aún los impuestos que el gobierno de Hamas cobra a sus ciudadanos, que son de por sí un motivo de descontento.
Las importaciones a Gaza pasan por Israel, cuenta Abualouf. Pero como Israel y Hamas no hablan, primero pasan por las manos de Fatah, que controla el otro territorio palestino, Cisjordania.
Ahí se le aplica a las mercancías un impuesto. Al entrar a Gaza, Hamas le aplica uno nuevo. Los palestinos de Gaza pagan doble, explica Abualouf.
Paso atrás
Mientras los Hermanos Musulmanes, grupo al que Hamas está vinculado, estuvieron en el poder en Egipto, la frontera de Gaza con ese país se abrió, ofreciendo una alternativa para la entrada de bienes y el movimiento de personas.
Pero al tomar el poder Abdel Fattah al Sisi, el paso de Rafah, en el sur de Gaza, volvió a cerrarse.
Esto, sumado a que perdió el respaldo de Siria e Irán durante la Primavera Árabe, dejó a Hamas en una posición muy débil aun antes del inicio del conflicto con Israel.
El corresponsal de la BBC en Jerusalén, Kevin Connolly, estimó que antes de la ruptura con Irán, el grupo islámico recibía, por mes, unos US$20 millones por parte de Irán, dinero que pagaba parte del aparato administrativo de la Franja.
La falta de fondos llevó a que en estos meses quedara imposibilitado de pagar los salarios de los 40.000 empleados públicos de Gaza.
Mientras que el salario promedio en Gaza es de unos 1,832 shekels (US$534 al mes), el desempleo ascendía en la Franja al 40,85% (más del el 50% entre los jóvenes), también significativamente mayor que en Cisjordania.
Antes del inicio de la actual operación israelí sobre Gaza, un 21% de los palestinos vivían allí en una severa pobreza comparado con el 7,8% de población en extrema pobreza en el otro territorio palestino, en Cisjordania, dominado por Fatah, facción opuesta a Hamas.
Hay varios parámetros para medir la extrema pobreza. La Agencia de Socorro para los Refugiados Palestinos de Naciones Unidas, UNRWA, coloca esa pobreza en Gaza en por debajo de US$4 diarios.
Sin embarog, un informe del Banco Mundial, en 2008, colocó la línea de la pobreza en US$1,25 al día.
Otros grupos
Alison Baily, analista especializada en Medio Oriente de Oxford Analiytica, empresa consultora que ofrece información sobre política y economía global, señala que las dificultades económicas le abren el juego a otros grupos islamistas en Gaza, que amenazan la hegemonía de Hamas.
Por un lado, yihadistas salafistas, que “se están volviendo más populares por la crisis económica”.
“Quienes se unen a ellos consideran que antes de la actual escalada con Israel”, le dijo Baily a BBC Mundo. “Hamas jugaba un rol en contenerlos y en impedir que atacaran a Israel”.
Además de los salafistas está también la Yihad Islámica, segunda fuerza militar de Gaza, que -dice Baily- “tiene fuertes lazos con Irán y su propia agenda”.
En los inicios
Hasta aquí, lo que ocurre en el presente, pero para entender la relación entre los habitantes de Gaza y Hamas también es necesario mirar hacia atrás en la historia.
Hacia fines de los 80 y los 90, “Hamas (nacido en 1987) era visto como marginal y la gente los señalaba como un grupo ‘extremo'”, le cuenta a BBC Mundo desde Estados Unidos, Brian Barber, fundador del Centro para el Estudio de la Juventud y los Conflictos Políticos de la Universidad de Tennessee, quien pasó casi la mitad de sus días en Gaza entre 1995 y 2000 y nunca dejó de visitar el lugar.
Cuando el grupo ganó las elecciones en 2006 fue “una sorpresa para muchos”. “Pero es importante entender que esa victoria fue una respuesta a las fallas de la Autoridad Palestina controlada por Fatah”.
Al ocupar el poder, cuenta Barber, Hamas se ensañó con Fatah y “actuó brutalmente”.
Eso causó divisiones en la sociedad de Gaza, sobre cómo reaccionar ante Hamas. “La gente con la que yo hablaba se veía en conflicto: no aprobaban la mano dura, la agenda extrema de Hamas, pero estaban agradecidos de poder volver a salir a la calle y sentirse seguros tras años de desorden”.
Aunque al principio la recepción a Hamas fue positiva, el grupo empezó a perder cierta popularidad al comenzar a arrestar a miembros de Fatah solo por pertenecer a esa facción.
Límites a la libertad de expresión
A eso se sumaron instancias de intimidación y restricción a la libertad de expresión. Algo que, de acuerdo con la última encuesta del PCPSR, sigue siendo percibido: solo un cuarto de sus encuestados dijo que siente que se puede criticar abiertamente a las Hamas en Gaza.
De hecho, cuenta Abualouf, de la BBC en ese territorio, es poco clara la ley respecto a la reunión de personas.
“Activistas y organizaciones de derechos humanos dicen que no se debería pedir permiso para organizar reuniones, a menos que se vaya a cortar una calle”, cuenta, “pero Hamas dice que no es así, que cualquier reunión de más de ocho personas necesita su permiso”.
“Y si es algo contra Hamas, no dan permiso”.
En cualquier caso, en el actual contexto, para Hisham Hellyer de RUSI, “En el corto y mediano plazo Hamas está en una buena posición para conseguir respaldo de parte de la opinión pública, porque le dijo que ‘no’ a Israel”.