España ha tenido 10 reyes en la dinastía Borbón, de los cuales seis -incluido el actual monarca- han renunciado a la corona.
“Nadie ha abdicado nunca tanto como los Borbones”, decía el escritor y periodista español César Vidal en una nota dedicada al tema en su sección “preguntas a la historia”, a propósito de la abdicación de la reina Beatriz de Holanda, en febrero de 2013.
La lista incluye a un rey que entregó la corona por motivos oscuros y a cuatro forzados por las circunstancias.
BBC Mundo repasa la lista de reyes Borbones con quienes, además del linaje, Juan Carlos I tiene ahora otra cosa en común.
El 10 de enero de 1724, el primer rey español de la casa de Borbón, Felipe V -nieto del poderoso Luis XIV de Francia, el rey Sol-, abdicó en favor de su hijo Luis I, de 17 años.
Felipe V, conocido como el Animoso, sería a la larga el monarca de más largo reinado en la historia de España, con un total de 45 años.
Y hacerse con el trono no fue fácil: de por medio hubo hubo una larga y sangrienta guerra, precisamente llamada de la Sucesión de la Corona Española.
Pero aquel día de 1724 se hizo a un lado en favor de su hijo.
La noticia sorprendió a Europa: las razones no estaban nada claras. Según el texto que se consulte, pueden hallarse citadas desde la expectativa de que Luis XV de Francia muriera -dándole a Felipe V una opción a reclamar ese trono- hasta que estaba deprimido.
El problema fue que Luis I enfermó de viruela y murió ocho meses después.
Y entonces, como suele ocurrir en estos casos, se planteó el problema de la sucesión: le hubiera tocado el turno al segundo hijo de Felipe V, Fernando, que tenía apenas 8 años.
Se planteó entonces la posibilidad de que su padre retornara al trono, lo cual se volvió materia de disputa, incluida la opinión desfavorable de un consejo de teólogos, que lo consideraba pecado mortal.
Pero, con opinión o sin ella, Felipe V volvió.
Y así, entre otras cosas, se anotó varios récords: primer Borbón en reinar sobre España, primero en renunciar al puesto voluntariamente, primero en regresar porque sí. Todo envuelto en un aire de cierta confusión y misterio.
El caso de Carlos IV es el del rey “que abdicó dos veces”, en un “caso muy trágico pero con ribetes muy cómicos”, según dijera el periodista César Vidal.
Lo primero que puede decirse es que no lo favoreció la historia.
Carlos IV accedió al trono tras la muerte de su padre, en 1788.
Faltaba un año para que la vecina Francia estallara en una Revolución que marcó no sólo a ese país, sino la historia de Occidente. Y otro tanto para que un general llamado Napoléon Bonaparte terminara poniendo el orden adentro y el “desorden” afuera, gracias a sus pretensiones imperialistas.
Pero además, relatos históricos describen al monarca como un hombre de “poca energía”, muy susceptible a la influencia de su esposa María Luisa de Parma y otros personajes de la Corte.
Napoléon buscó, y encontró en España, apoyo para hacerle frente a los británicos.
Pero esta alianza no terminó reportándole beneficios a Carlos IV: implicaba guerra, recursos y quedar como un peón del emperador francés.
Con estos argumentos, fue el propio hijo de Carlos IV, Fernando, quien encabezó la primera conspiración contra el rey en 1807.
La conjura fracasó; no así un motín llevado a cabo el año siguiente, con participación de Fernando y apoyo popular, conocido como el “Motín de Aranjuez”.
Lo que pasó después fue un verdadero enredo, que pasó a la historia bajo el título de “abdicaciones de Bayona” (1808). Aquí nuestro intento de resumen:
Carlos permaneció prisionero de Napoleón hasta su derrota en 1814. Con ayuda de los ingleses, que ya por entonces tenían a Bonaparte contra la pared, Fernando fue restablecido en el trono en 1813 y no permitió el regreso de su padre a tierra española.
Llamada la “reina de los tristes destinos”, Isabel II abdicó el trono en 1870, dos años después de haber sido desterrada a Francia, como consecuencia de la “Revolución Gloriosa”, un levantamiento militar con apoyo civil anclado en los cambios políticos, económicos y sociales de la Revolución Industrial, y que conduciría al primer intento por establecer una monarquía parlamentaria en España.
La corona pasó a manos de su hijo, Alfonso XII.
“Las elecciones celebradas el domingo, me revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo”, decía la carta del 14 de abril de 1931, en la que Alfonso XIII explicó su abdicación a la corona dos días antes.
Las elecciones fueron las municipales del 12 de abril. Y el resultado fue ampliamente favorable a los candidatos republicanos.
Ese día 14 de abril se proclamó la Segunda República española. Y aunque Alfonso había declarado que renunciaba sus derechos (es decir, se iba para evitar una guerra civil, pero sin una abdicación formal), unos meses después las Cortes Constituyentes lo acusaron de alta traición y fue “degradado de todas sus dignidades, derechos y títulos”, que quedó impedido de “ostentar ni dentro ni fuera de España”.
Cinco años después, comenzaba la Guerra Civil española.
Alfonso XIII siguió reclamando su derecho al trono hasta 1941, cuando abdicó en favor de su hijo Juan, padre de Juan Carlos I.