Desplazamiento, delincuencia e inseguridad: así se vive en la costa michoacana

[contextly_sidebar id=”4c2ecc6688bb1d59a19c8763941b5c40″]La llegada de las Autodefensas a la costa de Michoacán no impidió que en al menos cuatro poblados del municipio de Lázaro Cárdenas se diera el desplazamiento de personas por presiones, amenazas o incluso desalojos provocados por Los Caballeros Templarios.

Caleta de Campo, Mexcalhuacán, La Soledad y Caletilla han perdido en el último año y medio a por lo menos mil 500 personas que han abandonado sus casas, sus negocios y a sus familiares a causa de la presencia de la delincuencia organizada en la región.

En esta parte se puede ver un impactante contraste entre la belleza de las playas y paisajes con la soledad de los poblados, los negocios abandonados e incluso construcciones de casas en obra negra.

En Caleta de Campo una cuarta parte de los  hombres van armados por las calles con escopetas o pistolas viejas, otros con machetes y quienes no cuentan con recursos llevan consigo un tronco de madera entre las manos.

“Aquí el que no tiene con qué defenderse se muere. Se lo lleva la chingada, como a mi hermano que se confió y fue sorprendido por estos cabrones”, dice Juan, un poblador que ahora sólo se dedica a pescar para darle de comer a lo que queda de su familia.

“Las niñas las mande pa’ otro pueblo, allá por Manzanillo, ya mi chavo mejor lo mande a la capital porque ya se lo querían llevar Los Tempalrios a trabajar en las las minas o vaya saber Dios en qué. Acá sólo quedo yo con mi señora y sólo estamos a las vivas”, añade el pescador. 

Al recorrer las pocas calles de Caleta de Campo resaltan las casas abandonadas, los negocios que no han abierto en meses e incluso los pobladores dan cuenta de las viviendas grandes y “lujosas” que junto a la playa ocuparon en su momento ” líderes templarios”.

Juan, como muchos de los pobladores de Caleta de Campo vivían principalmente del turismo local y extranjero a quienes proporcionaban junto a la playa hamacas, tiendas de campaña y alimentos, pero esa actividad término desde hace más de un año, situación que ha provocado que muchos abandonen el pueblo.

Juan sigue abriendo su negocio frente a la playa de Caleta de Campo, son dos pequeñas chozas que cuentan con seis mesas, sale a pescar a unos cuantos metros  para tener que ofrecer y si no se vende, asegura el alimento que comerán él y su esposa.

“Le vendo medio kilo de langosta por 80 pesos y no se la doy más cara porque acá ni se vendé y es de lo que más nos da el mar, la verdad esos cabrones nos quitaron nuestra forma de ganarnos la vida, yo tengo 68 años y no se hacer otra cosa, no culpo a la gente que no viene por acá es peligroso”.

Además del turismo en esta región prevalece la pesca y algo de agricultura, pero de acuerdo a los pobladores, pescar se volvió peligroso, pues cuando salían, se encontraban con “Los Templarios” que realizaban sus cargamentos de drogas y minerales a pequeñas embarcaciones que se acercaban.

“Tómele fotos a esas casas vacías, pero véngase rápido acá. Ya no estamos acostumbrados a los extraños. Siempre nos joden y nos queda claro que turistas no son” señala Maria una señora que vive justo en una cuadra en las que sólo ella habita.

“Aquí no hay ya nada que buscar. Ya muchos se fueron y los que nos quedamos es porque no nos queda de otra. Vea esa casa en la colina. Dicen que era de un hombre al que le dicen El Chivo. Ese, se supone, que es líder de la región y no le gustan las visitas, aunque ya tiene tiempo que no viene a amenazarnos” relata Maria.

Ubicados a tan solo 73 kilómetros del puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán,  estas regiones solo cuentan con cuatro policías y ahora con un grupo de 30 autodefensas que trata de impedir el regreso de los Templarios a la región.

A lo largo de 50 kilómetros en los que se recorre una carretera que no tiene más de dos años de haberse construido y reparado, no se observa presencia federal ni militar. En un lapso de 45 minutos son sólo siete u ochos autos o camiones los que llegan a pasar.
Para enterar a Caleta de Campo las autodefensas han puesto una regla: mostrar a la llegada la credencial de elector o el pasaporte en caso de ser extranjeros. Ellos verifican la identidad, revisan los autos y hacen tres de preguntas de rutina, “¿de dónde viene?”, “¿ para qué visita el pueblo?”, “¿ cuándo se va?”. 

Es en esta región las autodefensas aseguran que no esconderán ni entregarán las pocas armas que tienen, “sí acá los mañosos ven que no las traemos en mano nos parten la madre y acá no hay militares ni policías que nos ayuden y por este lado entran por mar y por sierra Los Templarios”.

La Mira

Las autodefensas del poblado de La Mira situado a 20 minutos del puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán han decidido tener retenes móviles, pues tras el último enfrentamiento realizado el pasado viernes no se sienten confiados de estar en una sola posición.

Este grupo continúa armado y sus retenes son acompañados por fuerzas federales y estatales aseguran que muchos de los detenidos el viernes por el gobierno federal son inocentes “eran autodefensas buenas a esos los traiciono el tal Papá Pitufo, vino la semana pasada y junto a varios en la plaza varios de esos se los llenos la federal quesque por narcos, pero ya no l chingan los malos están allá arriba rumbo a Arteaga”.

Son alrededor de 40 autodefensas que se mueven entre La Mira, Playa Azul, Los Coyotes y San Juan Bosco.  A decir de los pobladores la Mira es un poblado pues es el punto de acceso de Arteaga a la costa y hacia el puerto de Lázaro Cárdenas.

En esta región aseguran que por las noches sigue habiendo movimiento por parte de Los Templarios que tienen viviendas que usan como bodegas o casas de seguridad.

De hecho durante el domingo algunos grupos de autodefensas acompañados de fuerzas federales estuvieron observando las actividades en diversas casas que se presumen forman parte de la red de protección de Los Caballeros Templarios.