SANTIAGO, Chile (AP) — La suspensión el miércoles 2 de abril de la alerta de tsunami que afectó las costas chilenas tras el terremoto de magnitud 8,2 ocurrido en el extremo norte del país, permitió el lento regreso a sus hogares de decenas de miles de personas que amanecieron al aire libre.
El movimiento telúrico que se registró en la ciudad de Iquique, mil 800 kilómetros al norte de Santiago, provocó la muerte de seis personas que quedaron atrapadas en construcciones colapsadas o sufrieron ataques al corazón o caídas. Otras tres sufrieron heridas de gravedad.
La presidenta Michelle Bachelet, que viajó a Iquique, dijo que las primeras horas del día permitirán dimensionar la magnitud real de los daños.
Pese a la magnitud del movimiento telúrico, varios expertos dijeron que el sismo de la noche del martes no es el gran terremoto que se espera en la zona. “Creemos que habrá otro terremoto en Chile”, dijo Mark Simons, geofísico del Instituto de Tecnología de California.
El sismólogo Sergio Barrientos, del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile, coincidió y dijo que es esperable un terremoto mayor en el norte chileno debido a que han transcurrido 137 años del sismo más grande que sucedió en esa área y se ha acumulado mucha energía que debe liberarse.
El ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, anunció que desde Santiago viajaron al norte un centenar de efectivos policiales antimotines que serán ayudados por un contingente militar para controlar la seguridad y el orden, mientras cerca de 100 mil iquiqueños permanecían al aire libre. No hubo informes de saqueos en ninguna de las ciudades afectadas por el movimiento telúrico.
Los vuelos comerciales al extremo norte seguían suspendidos y en el aeropuerto de Santiago 4 mil 500 pasajeros esperaban poder volar hacia la región.
El terremoto provocó deslizamientos de tierra que bloquearon carreteras, además de la interrupción del servicio eléctrico y varios incendios en algunos comercios.
En Arica, otra de las poblaciones cercanas al epicentro del terremoto, ocurrido a 99 kilómetros al noroeste de Iquique, los hospitales atendieron a pacientes que requirieron cuidados menores y algunas casas de adobe fueron destruidas.
El gobierno de Bachelet mantuvo la alerta de tsunami para la costa norte de Chile mucho después de que ésta había sido levantada en otras partes. La decisión fue apoyada por el Centro de Alerta de Tsunami del Pacífico, con sede en Hawai.
Cerca de las dos de la madrugada, en un breve mensaje emitido casi cinco horas después de ocurrido el terremoto, la presidenta anunció la declaración de zona de catástrofe aunque dijo que “el país ha podido enfrentar de buena manera estas primeras horas de la emergencia”.
En Arica se registraron olas de 2,17 metros mientras en Iquique llegaron a 2,55 metros.
El movimiento telúrico también sacudió edificios en zonas cercanas de Perú y Bolivia y se sintió en la capital boliviana de La Paz.
Al momento se han presentado más de 60 réplicas del terremoto, algunas con una magnitud de 6,2 y 5,5 grados, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
La Oficina Nacional de Emergencias de Chile dijo por la noche que se esperaba que una gran ola golpeara las tres islas que conforman el archipiélago Juan Fernández en el Pacífico, a 600 kilómetros al oeste del puerto de Valparaíso, pero las altas olas no llegaron.
Julio Leiva, jefe de la Corporación Nacional Forestal del archipiélago, dijo que informaron por radio de la emergencia a un grupo de 50 a 60 pescadores que se encontraban en la vecina isla Alejandro Selkirk para que se pusieran a salvo. Precisó que la isla esta sin energía eléctrica por seguridad ya que en el terremoto de 2010 fueron alcanzados por un poderoso tsunami que mató a varias personas. La única alerta que tuvieron los isleños fue el toque de una campana por parte de una niña.
Chile es uno de los países más propensos a terremotos del mundo. La costumbre ha hecho que los chilenos huyan hacia zonas altas apenas sienten un movimiento telúrico, lo que permitió salvar muchísimas vidas en 2010.
El 27 de febrero de 2010, cuando faltaban pocos días para que la presidenta Michelle Bachelet culminara su primer mandato (2006-2010), un terremoto de magnitud 8,8 y un posterior tsunami azotaron al país ocasionando la muerte de 526 personas y la destrucción de 220 mil viviendas. El agua se llevó muelles y complejos turísticos a la orilla del mar, lo que costó a Chile unos 30.000 millones de dólares.
El terremoto más fuerte registrado en el mundo también ocurrió en Chile, en 1960, con una magnitud de 9,5 y un saldo de mil fallecidos.