Es innegable que las impresoras en 3D abren un mundo de posibilidades. Sus defensores dicen que estas pequeñas máquinas hogareñas les van a permitir a diseñadores y creativos dar rienda suelta a una catarata de ideas. Y que van a poder construir cualquier cosa que imaginen, desde anillos para la cortina de la ducha a obras de arte e incluso automóviles. Pero no todos están de acuerdo, como explica Anthony Zurcher, editor del blog de la BBC Echo Chambers.
[contextly_sidebar id=”6cf369293b83ade44feb6bd775a8eb61″]Defensores como Chat Reynders afirman: “Todavía no se ha desarrollado la tecnología para sustituir a los procesos de fabricación completos, pero en su formato actual la tecnología 3D sirve para ahorrar en materia de prototipos, residuos y emisiones provocadas por el transporte”, escribe el ejecutivo de la consultora Reynders McVeigh Capital Management en The Guardian.
Pero Greg Beato, de la revista Reason, dice que si nos enfocamos solo en la infinidad de usos de esta tecnología, desde lo artístico a lo mundano, ignoramos el panorama más amplio: la impresión en 3D tiene el potencial de ser un invento revolucionario pero también perturbador.
¿Qué va a pasar –escribe- cuando llegue el momento en el que millones de personas puedan “hacer, copiar, intercambiar, comprar y vender todos los objetos cotidianos que pueblan nuestras vidas? Sería el fin de las grandes tiendas de artículos para el hogar. Pero además, agrega, podría ser un golpe al corazón de los gobiernos.
Beato explica cómo: “A la agonía de las tiendas al por menor y las fábricas le seguirá la de los gobiernos. ¿Cómo no va a ser así si sólo las personas de edad pagan el impuesto sobre las ventas, cada vez menos ciudadanos obtienen sus ingresos a partir de los trabajos tradicionales y fáciles de tributar, y los grandes contribuyentes corporativos se escabullen? Sin un gran negocio, un gran gobierno no puede funcionar”.
Peligros
Hay un “lado oscuro” de la impresión 3D, escribe Lyndsey Gilpen, de TechRepublic. Las impresoras 3D son todavía máquinas potencialmente peligrosas y que provocan desperdicios y su impacto social, político, económico y ambiental aún no se han estudiado ampliamente, señala Gilpen.
Ella cita 10 motivos:
1. Las impresoras 3D consumen mucha energía. “Cuando derriten plástico con calor o láser, las impresoras 3D consumen alrededor de 50 a 100 veces más energía eléctrica que el tradicional moldeo por inyección empleado para hacer un artículo del mismo peso, según un estudio de la Universidad de Loughborough”.
2. Contaminan. Mientras calientan el plástico e imprimen pequeñas figuras, las máquinas utilizan filamentos PLA que emiten 20 mil millones de partículas ultrafinas por minuto y filamentos ABS que emiten hasta 200 mil millones de partículas por minuto. Estas partículas pueden depositarse en los pulmones o el torrente sanguíneo y plantean riesgos para la salud, indica Gilpen y cita un estudio del Instituto de Tecnología de Illinois, EE.UU.
3. Mayoría depende de los plásticos. Las impresoras 3D usan dos tipos de plásticos: el PLA es biodegradable, pero la mayoría utiliza filamentos ABS, que contaminan. Todos los restos de plástico producidos por la impresión van a parar a la basura.
4. Problemas de derechos. La impresión 3D abre la puerta el mercado negro de productos ilegales. “Esta potencial situación de piratería digital es comparable a la forma en que internet desafió los derechos de autor de la industrias del cine y la música, las marcas comerciales y las descargas ilegales”, apunta Gilpen.
5. Vacío legal con las armas. La primera arma 3D impresa con éxito es una noticia vieja, pero sus ramificaciones son muy importantes. Hay empresas apareciendo por todo el mundo tratando de vender estas armas. Algunas de ellas pasan los detectores de metales.
6. Responsabilidad de los fabricantes. Si una persona dispara un arma de fuego impresa en 3D y lastima o mata a alguien, apuñala a alguien con un cuchillo impreso en 3D, o se rompe el cuello mientras andaba en una bicicleta con un casco impreso en 3D, ¿quién es el responsable? ¿El propietario de la impresora, el fabricante de la impresora o la persona irresponsable que pensó que era una buena idea producir y utilizar un producto no probado?
7. Bioética. La impresión de cartílagos ya es bastante común y se multiplican los casos como el de la empresa Organovo, que está imprimiendo células del hígado y del tejido del ojo. Las conversaciones sobre las cuestiones morales, éticas y legales que rodean el bioprinting – “impresión de partes del cuerpo”- recién empiezan.
8. Drogas impresas en 3D. El montaje de compuestos químicos a nivel molecular utilizando una impresora 3D es posible. Es un muy largo camino por recorrer que podría permitirles a los químicos crear muchas drogas, desde la cocaína al ricino.
9. Riesgos de seguridad nacional. La falta de regulación respecto a las impresoras 3D abre vacíos legales que podrían comprometer la seguridad de los países y provocar hechos de violencia.
10. Seguridad de los objetos que toman contacto con comestibles. Se puede imprimir un tenedor o una cuchara en 3D, pero si se utiliza plástico ABS, este material no está libre de BPA (bisfenol-A), una sustancia prohibida en varios países. Además, apunta Gilpen, muchas impresoras 3D tienen espacios donde las bacterias pueden crecer fácilmente si no se limpian adecuadamente.
La impresión 3D es claramente una de las nuevas promesas de la tecnología. Pero, ¿deberían estar preocupados los políticos, los gerentes… y usted mismo?