[contextly_sidebar id=”74e36a670d10aed068c9be42f9a4312d”]El Instituto Nacional de Migración rescató en una semana a 370 menores migrantes a su paso por México, 163 de los cuales viajaban solos con lo que las autoridades estiman que fueron abandonados por traficantes de personas.
En su intento por llegar a Estados Unidos los menores, entre los que había niños desde los nueve años, relataron a los agentes federales de migración “que sus presuntos guías los dejaron tras haberles pagado entre 3 mil y 5 mil dólares”, señaló el Instituto en un comunicado.
Los menores fueron rescatados en distintas acciones llevadas a cabo en 14 estados del país del 17 al 24 de marzo. A todos se los localizó en lugares “peligrosos y de difícil tránsito”.
La mayoría presentaba signos de fatiga extrema, lesiones en los pies, deshidratación y desorientación por no conocer el lugar donde fueron abandonados.
UNICEF, que cita datos del Instituto, afirma que cada año alrededor de 40 mil niños que migran hacia el norte son repatriados desde Estados Unidos a México. De éstos, 18 mil viajan solos. Parte de ellos son luego repatriados desde territorio mexicano a sus países de origen.
Debido a los crecientes controles los traficantes de personas cambian las rutas hacia lugares más peligrosos donde los menores, que quieren cruzar la frontera para reunirse con sus familiares, ganar dinero o huir de la explotación, son uno de los colectivos más vulnerables.
“Los niños y niñas que deciden cruzar la frontera sin compañía pueden sufrir graves violaciones: accidentes (asfixia, deshidratación, heridas); ser enganchados a redes del crimen organizado; ser sometidos a explotación sexual o laboral; sufrir maltrato institucional en el momento de la repatriación o perder la vida en el momento del tránsito y cruce, entre muchas otras cosas”, ha denunciado UNICEF.
El padre Heyman Vázquez, director de la casa del migrante en Huixtla, en el estado sureño de Chiapas, aseguró en entrevista con The Associated Press que cada vez viajan más niños hacia el norte aunque cuando llegan al refugio intentan persuadirles informándoles de los peligros del camino.
“Recuerdo un pequeño de nueve años que cuándo le pregunté si iba a reunirse con alguien me contestó ‘no, voy a regalarme, porque me dicen que allá ayudan a los niños”’.
“No logré convencerle para que no siguiera adelante”, añadió el sacerdote. “Cada vez viajan más menores, muchas veces familias enteras con bebés pero otras niños de hasta seis años acompañados de niños sólo un poco mayores”.
AP