En los 13 años que Alberto Patishtán estuvo preso, la lección que aprendió es que como él, “la mayoría” de los reos en México están en la cárcel porque los impartidores de justicia “actúan por actuar”, sin estar conscientes del “daño” que le hacen a ciudadanos inocentes.
Al haber cumplido 10 días en libertad tras el indulto que le otorgó el presidente Enrique Peña Nieto, el profesor tzotzil dice en entrevista con Animal Político que su caso es un ejemplo de cómo hay jueces en el país que dictan sentencias sólo “para cobrar una quincena”.
“Las autoridades del Poder Judicial de la Federación que a mí me condenaron se dejan gobernar por la oscuridad y no por la luz y por la transparencia. Lo que hacen siempre, yo he escuchado que dicen ‘hay que aplicarles la ley’ y se quedan con la ley pero no hacen la justicia, eso hace la diferencia”.
[contextly_sidebar id=”56e4c2c67fe951de9cb2d4f549cd9f14″]Patishtán fue acusado de haber liderado una emboscada ocurrida en junio de 2000 en la que murieron siete policías. Pese a que hay pruebas y testigos de que durante los hechos él estaba en una reunión de profesores agremiados, el juez lo declaró culpable y lo sentenció a 60 años de prisión. Recibió el indulto tras haber agotado todos los recursos legales para probar su inocencia y recuperar su libertad.
El profesor tzotzil cuenta su historia con ánimo, sin bajar la mirada o esconder su sonrisa. Su semblante no cambia aunque hable de sus peores momentos en prisión, cuando fue trasladado en octubre de 2011 a un penal federal en Guasave, Sinaloa, en donde estuvo 10 meses.
“En aquel lugar te estaban matando vivo. No nos permitían hablar con personas de otras celdas, te impedían. No te daban la hora así que no sabías, pasaba el día porque calculabas que era la tarde porque el sol ya no resplandecía, pasabas encerrado semanas enteras por apenas una hora que salíamos al patio. El cuerpo se atrofia. También te pueden volver loco porque no tienes comunicación más que con la pared. Por eso le llamábamos nosotros así, el cementerio de los vivos porque ahí lo que quieren hacer es que vivo ya estés muerto (…) La persona que se vuelve loco en la cárcel, ya no es necesario matarlo porque con eso ya está muerto en vida”.
Según Patishtán, él sobrevivió porque su conciencia siempre estuvo tranquila y eso le dio paz en estos 13 años de prisión y lucha por su libertad. “Eso me daba ánimo de seguir. No se puede aceptar una condena ni por un día, que te encierren cuando eres inocente, eso a mí me permitió seguir luchando”.
“En la justicia todos cabemos”
Desde una pequeña clínica jesuita en la que se hospeda en la Ciudad de México, Patishtán dice que aquellos que están presos por delitos que no cometieron deben llevar la “esperanza en sí mismos” y perseverar para lograr su libertad.
“La fe igual tenemos que vivirla pero tampoco esperar que se de un milagro directo, sí se dan los milagros pero hay que ir a buscarlos también. Yo les digo que perseveren, que no es una lucha a corto plazo, lo importante es que haya perseverancia y que siempre las cosas que hagan las amen”.
Sabe que su lucha no fue de solo un hombre, sino de diferentes colectivos de defensa de derechos humanos y organizaciones civiles que lo apoyaron desde diferentes trincheras. Lo agradece y dice que esa unión es una muestra de que “todavía tenemos corazón”.
“Que cuando se hable de justicia realmente nos sumemos porque realmente en la justicia todos cabemos, entre pobres y ricos. Desgraciadamente a veces no lo vemos. Pero esa gente que estuvo a mi lado, no los voy a defraudar”.
Actualmente, el profesor se somete a radioterapia para tratar un tumor cerebral que le ha dañado la vista. Cuenta entre risas que su tratamiento “se alargó” para el próximo 21 de noviembre porque “la máquina no funcionó”.
Se dice tranquilo pese a que todavía no tiene un diagnóstico y fijando la mirada en el horizonte reconoce que el tratamiento lo debilita un poco, aunque de inmediato agrega que no es nada fuera de lo normal o a ese cansancio con el que aprendió a lidiar desde que llegó a prisión.
“Nos libramos de un problema pero hay que saber que viene otro, es una batalla más que siempre hay que dar porque estamos en el mundo, no estamos en el cielo”.
El profesor Patishtán alza las cejas y suelta una carcajada cuando intenta hacer la cuenta del número de entrevistas que ha dado a la prensa desde que recibió el indulto. Dice que han sido muchas pero que todas han valido la pena “porque son palabras que llegan a los demás, palabras de justicia”.