El hogar de la ruta del vino mexicano en el Valle de Guadalupe, Baja California, dejará de ser una región mayoritariamente agrícola para comenzar a recibir proyectos turísticos e inmobiliarios que beneficiarán a constructoras propiedad de funcionarios de la alcaldía de Ensenada, en manos de Enrique Pelayo, quien se va del cargo el próximo 30 de noviembre.
Esa región del noroeste mexicano produce actualmente 1.2 millones de cajas de vino cada año, es decir, el 90% de la producción nacional total, pero una decisión del cabildo puede cambiar el panorama al abrir las puertas a grandes desarrollos inmobiliarios que se construirían en tierras agrícolas y harían más grave la situación de escasez del agua, según vitivinicultores de la zona.
Enrique Pelayo, alcalde priista de Ensenada, convocó a los integrantes del cabildo para solicitar la modificación del Programa Sectorial de Desarrollo Urbano-Turístico de los Valles Vitivinícola de la Zona Norte del Municipio de Ensenada (Región del vino) que se publicó en octubre de 2010 y que su administración se negó a reglamentar en los últimos tres años.
El nuevo proyecto planea cambiar el uso de suelo agrícola y natural por uno “habitacional turístico campestre” y de “recreación” en el Valle de Guadalupe, lo que permitiría la construcción masiva de viviendas y centros turísticos en casi 70% de la zona.
La justificación de los cambios, según el ayuntamiento de Ensenada, es que el nuevo modelo “permite la combinación de actividades productivas con espacios para la vivienda y la recreación, buscando consolidar el potencial turístico y productivo del Valle, además de conducir a la población residente a su participación en la dinámica de desarrollo económico de la región”. Tambien, según el gobierno, se subsanan “las graves deficiencias en materia de desarrollo urbano- turístico” de la región.
Pese a que los cambios en el Programa Sectorial no se han hecho, en Ensenada y en internet ya se oferta el proyecto “Rancho Olivares Masterplanned Country Community” que abarca un terreno de mil hectáreas y se ofrece un “desarrollo residencial y turístico” que incluiría cerca de 4 mil 500 viviendas, un hotel, un centro comercial y un Club de Golf que, según vitivinicultores, ya se comenzó a construir y está ubicado en una zona de uso de suelo agrícola y natural.
[contextly_sidebar id=”c20b25aabb87979715fd61372b6a0bf0″]El terreno pertenece a Grupo Lagza, propiedad del desarrollador de bienes raíces de la región, Carlos Lagos, y del actual subsecretario general de Gobierno del Ayuntamiento de Ensenada, Ricardo Zazueta, quien además fue legislador local y candidato a diputado federal del PRI en 2009. Además, el proyecto está a cargo de la urbanista Alejandra Zazueta, familiar directa del funcionario ensenadense.
Pobladores y productores de la región del Valle de Guadalupe rechazan el cambio de uso de suelo sin un estudio serio de por medio, sin consultar a los habitantes de la zona y cuando las necesidades básicas de los mismos habitantes no se han cubierto.
“Aquí tenemos un cambio en dos vías, primero la destrucción de la vocación del Valle en términos de un valle agrícola, de carácter rural; pero también hay daños colaterales porque finalmente los habitantes del Valle tenemos hoy en día grandes deficiencias en términos de servicios y reestructura urbana que no se han cubierto. La cobertura de agua habitacional todavía es insuficiente y en vez de emparejar y solidificar los poblados que ya existen promueven nuevos centros poblacionales con una necesidad de infraestructura que simplemente no se cubre para los que tienen 80 años aquí”, dijo en entrevista con Animal Político el enólogo y presidente de la Asociación de Vitivinicultores de Baja California, Hugo D’Acosta.
Según cifras oficiales, actualmente en los tres poblados del Valle de Guadalupe —Francisco Zarco, El Porvenir y San Antonio de las Minas— la cobertura del servicio de agua potable es de 66% y la de drenaje sanitario de 84%.
El Programa Sectorial vigente establece que en la zona del Valle la parcela mínima para uso habitacional es de cuatro hectáreas y sólo se permite una vivienda unifamiliar por parcela.
Para proyectos que se concentren en un clúster, el 50% de la superficie del proyecto deberá destinarse a cultivos agrícolas y sólo será posible una vivienda por cada dos hectáreas. En zonas naturales y de conservación prohíbe la construcción.
El nuevo documento, en cambio, permite desarrollos habitacionales unifamiliares de 20 viviendas por hectárea e incorpora la multifamiliar de 40 viviendas por hectárea.
Además, propone cambios en el uso de suelo en áreas agrícolas y naturales para tener el tipo Habitacional Turístico/Campestre, que son desarrollos mixtos habitacionales con servicios turísticos-recreativos de hospedaje con la posibilidad de construir 30 viviendas por hectárea con edificaciones de tres niveles.
Otros tipos permitidos serán el Rústico Campestre de Montaña, con la posibilidad de tener vivienda unifamiliar, y el Recreativo de Montaña con senderos e infraestructura para hospedaje.
En total, el 62.46% del territorio actual del Valle sería modificado bajo esos nuevos conceptos que permiten la construcción de viviendas.
Consultas “en lo oscurito”
Aunque la decisión de modificar el Programa Sectorial pertenece al cabildo, éste, junto con el Comité de Planeación para el Desarrollo Municipal (Copladem), están obligados a convocar a consultas públicas para conocer la opinión de pobladores, productores y otros grupos que pudieran verse afectados por los cambios.
Desde que Enrique Pelayo convocó al cabildo en la última semana de septiembre para presentar las modificaciones de uso de suelo, se organizó una “asamblea ciudadana” para votar de una vez el proyecto.
Sin embargo, vitivinicultores denunciaron que para ésta no se realizó una convocatoria pública y que se enteraron por rumores de la asamblea, por lo que exigieron a las autoridades suspenderla hasta que no hubiera información para toda la población de la región.
“Esto no sólo afecta a los que hacemos vino, afecta a todos los pobladores de Ensenada y por eso es importante que se haga una convocatoria y no que solo se avise a unos cuantos. El miércoles, en teoría, se haría la consulta, pero se citó sólo a algunos vitivinicultores, algunas cámaras de comercio y sólo algunos ejidatarios se enteraron. Va fuera de toda la formalidad su forma de consultar a los habitantes del Valle sobre los cambios que quieren hacer ya, antes de irse”, explicó en entrevista Adrián García Fernández, vinicultor de la bodega Retorno.
Este 9 de octubre se realizó una nueva consulta dividida en tres sesiones, aunque de nuevo vinicultores denunciaron irregularidades, como que la convocatoria no se hizo pública en medios de comunicación masiva y que las autoridades incluso dejaron plantados a los pobladores.
En el Ayuntamiento de Ensenada dijeron a Animal Político que el Comité de Planeación para el Desarrollo Municipal (Copladem) se ha hecho cargo de coordinar y de asistir a las consultas y reuniones necesarias para analizar los cambios al Programa Sectorial y que es posible que haya una más a finales de este mes.
“Por un Valle de verdad”
Habitantes y productores del Valle de Guadalupe también han denunciado en Twitter y Facebook “las irregularidades” con las que se planea modificar el uso de suelo en esa zona.
Juan Pablo Garza-Mouriño, cineasta independiente que ha coordinado el movimiento ciudadano “Por un Valle de verdad” en redes sociales, dice que lo más sorprendente de la situación es “la urgencia por hacer el cambio justo cuando se les acaba el tiempo” en la actual gestión de gobierno.
Según datos de la Universidad Autónoma de Baja California (UABJ) el área principal de cultivo vinícola en la entidad comprende un área de 10 mil hectáreas con aproximadamente 90 vinícolas que se ubican en su mayoría en el Valle.
El enólogo Hugo D’Acosta reconoce el éxito actual del Valle de Guadalupe gracias —entre otras cosas— a la Ruta del Vino, pero dice que incluso éste implica retos para la zona que cada vez tiene más dificultad para adaptarse.
“El resultado del empuje que ha tenido la fama vitivinícola del Valle está generando una presión mayor a la capacidad de reaccionar y de absorber lo que está pasando. Para ayudar al Valle son necesarias dos cosas: que las reglas del juego sean claras y que no se avance más rápido de la capacidad del Valle. Tenemos más flujo de personas, más necesidades de agua, de carretera, de drenaje, de recolección de basura y nada de eso se ha solucionado. Tenemos la misma infraestructura rural de hace 20 años y la presión aumenta, no necesitamos trucos como los que se quieren hacer en los últimos 40 días y 40 noches de esta administración”.
Aquí puedes ver el tipo de uso de suelo que recibiría cada área:
Aquí les dejamos el documento completo del Programa Sectorial: