[contextly_sidebar id=”cbf552cb6fae11b6a78d0ea381eddc9a”]A raíz de la estrategia de confrontación abierta al crimen organizado, mantenida en México desde el sexenio pasado, los dos principales cárteles del país, el Cártel del Pacífico y Los Zetas, han trasladado a Centroamérica 90% de sus operaciones para el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos y, con ello, también su lucha por el control de plazas, haciendo de éste “el principal problema delictivo” en dicha región del continente.
Según el reporte Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, publicado por la ONU a finales del año pasado, “después de 2006, año en que el gobierno mexicano implementó su nueva estrategia de seguridad nacional, se volvió más peligroso para los traficantes enviar la droga directamente a México, de modo que un mayor porcentaje del flujo comenzó a transitar por la zona centroamericana”, para luego ingresarla a suelo mexicano por puntos terrestres.
Así, definió la ONU, el territorio guatemalteco es ahora disputado por ambos grupos criminales mexicanos, a través de cuatro bandas locales; mientras que Belice es considerada como zona de operación de Los Zetas; y, en El Salvador, la principal organización de tráfico de drogas trabaja para el Cártel del Pacífico, misma que tiene ramificaciones en Nicaragua y Costa Rica. Además, a partir del golpe de Estado de 2009 en Honduras, este país fue tomado como puerto de arribo de la droga dirigida a ambas mafias desde Colombia, Venezuela y Bolivia.
La nueva guerra en Guatemala
Debido a que la estrategia de seguridad en México “llevó las líneas del frente del tráfico hacia el sur”, señala la ONU, Guatemala se convirtió en el “cuello de botella” por el que ahora pasa 90% de la cocaína que los cárteles mexicanos llevan a Estados Unidos, creando a lo largo de la frontera con el país centroamericano “nuevas plazas”, cuyas bandas criminales locales fueron cooptadas para librar, en nombre de Los Zetas y el Cártel del Pacífico, la lucha por el control territorial de este país.
A través de la banda conocida como Los Lorenzanas, se destaca, Los Zetas ahora controlan el tráfico de cocaína a través de cinco de las provincias más grandes de Guatemala –Petén, Huehuetenango, Quiché, Alta Verapaz y Zacapa–, en una ruta que surca el país, desde la frontera con Honduras hasta la frontera con México.
Además, otros cuatro municipios fronterizos con Honduras y con salida a la costa del Pacífico –Chiquimula, Jutiapa, Jalapa y Santa Rosa–, fueron arrebatados por Los Zetas al grupo local dominante, la banda conocida como Los Leones, cuya dirigencia fue abatida por la organización criminal mexicana.
Mientras tanto, el Cártel del Pacífico ostenta el control de la provincia de San Marcos, fronteriza con México y en la que se encuentra uno de los principales puertos marítimos de Guatemala, y a través de la banda local conocida como Los Mendozas domina también la provincia de Izábal, que por un lado linda con Honduras, Belice y tiene salida al Golfo de México, y por el otro está cercado por las provincias bajo control de Los Zetas, grupo delictivo con el que, además, el grupo dirigido por el Chapo Guzmán mantiene una disputa por el control de Huehuetenango.
Esta lucha por el control de puntos específicos de Guatemala, particularmente los que hacen frontera con Honduras y El Salvador, han convertido a estos en los dos países “con las tasas de homicidios más altas del mundo (82 en Honduras y 65 en El Salvador, por cada 100 mil habitantes, en 2010)” y, afirma la ONU, “debido a la competición entre grupos aliados con Los Zetas y el Cartel del Pacífico, es muy probable que estas muertes sean atribuibles a las disputas por el contrabando y las rutas de tráfico”.
Cabe destacar que, según la ONU, por estas diez provincias de Guatemala en las que los cárteles mexicanos tienen presencia –y que ocupan más de la mitad del territorio guatemalteco– tan sólo en 2010 transitaron 330 toneladas de cocaína, hacia México, cuyo valor “al mayoreo” rondaba los 4 mil millones de dólares, es decir, mil millones más de lo que toda Centroamérica invirtió, ese mismo año, en la lucha contra el crimen organizado.
“Fiebre del oro de la cocaína”
Si bien la principal disputa territorial de los cárteles mexicanos en Centroamérica se da por el control de Guatemala, esto no quiere decir que no tengan intereses en el resto del subcontinente.
Luego de Guatemala, por ejemplo, el país centroamericano con mayor importancia para las mafias mexicanas es Honduras, nación en la que el golpe militar perpetrado en 2009 detonó “una especie de fiebre de oro de la cocaína”, tal como la describe la misma Organización de las Naciones Unidas.
“Los flujos de cocaína directos a Honduras crecieron de forma significativa después de 2006 y aumentaron enormemente después del golpe de Estado de 2009 –destaca el estudio–. De manera particular el tráfico aéreo de la frontera entre Venezuela y Colombia.
De hecho, se estima que, en 2010, cerca de 15% de la cocaína enviada por aire a Estados Unidos hizo escala en Honduras, país al que la droga también llega por vía marítima, y luego se envía al norte del continente en aeronaves pequeñas.
Así como en Guatemala, señala el informe, en Honduras “la naturaleza territorial del tráfico de drogas ha otorgado una especial importancia a la propiedad de la tierra, y muchos grandes terratenientes, incluyendo granjeros y rancheros comerciales, son prominentes traficates, pues las plantaciones y ranchos proporcionan terreno para pistas de aterrizaje clandestinas, instalaciones de almacenamiento, y proporcionan emplazamientos para entrenar y desplegar grupos armados”.
Cabe destacar que, según la ONU, de las 330 toneladas de cocaína que ingresaron a México en 2010, por Guatemala, 267 pasaron antes por Honduras, país en el que sólo en 2012 fueron detectadas 62 pistas clandestinas de aterrizaje.
Países de paso
Debido al incremento en las incautaciones de cocaína en Belice, destaca el informe de la ONU, “se cree que los Zetas están activos (en este país)”, cuya frontera con Guatemala está prácticamente controlada en su totalidad por este grupo mexicano.
Y aunque el tráfico de cocaína en Belice es “secundario”, destaca la ONU, su valor asciende a 74 millones de dólares, lo que representa 5% del producto interno bruto de esta nación en 2010.
En ese mismo año, asimismo, Belice se ubicó en 2010 como el octavo país con la tasa de homicidios más alta del mundo (42 por cada 100 mil habitantes).
Por otra parte, en El Salvador, el principal grupo de narcotraficantes, Los Perrones, mantiene alianza con el Cártel del Pacífico, para el cual realizan labores de traslado de cocaína proveniente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Este grupo, además, lleva dinero del Chapo hacia Panamá.
Otro grupo de transportistas asentado en este país es el Cártel de Texis, que trabaja por encargo, para ambos cárteles mexicanos, y que se destaca “por su amplia red de complicidad con políticos de alto nivel, autoridades de seguridad, jueces y fiscales”.
Epílogo: riesgos a corto plazo
El informe de la ONU concluye que el principal motivador de la violencia en Centroamérica “no es la cocaína, sino el cambio en las relaciones de poder negociadas entre los grupos (criminales) y en su interior, y con el Estado”, ejemplo de lo cual fue la andanada del gobierno mexicano emprendida contra los cárteles en 2006.
“Cualquier cambio en el status quo, incluso cuando éste resulta de la necesaria y legítima acción de los organismos de aplicación de la ley, puede contribuir a la inestabilidad y a la violencia entre los grupos territoriales”, concluye la ONU, por lo cual, “para llegar a mejorar la situación, se debe tener en cuenta el riesgo de agravar la violencia a corto plazo”, como ocurrió en México, primero, y ahora también en América Central.
Consulta aquí el reporte completo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.