Cuando en el 1 diciembre de 2012 el Partido Revolucionario Institucional, PRI, regresó al poder en México tras 12 años en el desierto de la oposición, la pregunta que muchos se hacían era ¿se trata del viejo PRI?
Es decir, del PRI que gobernó durante 70 años a México -más que ningún otro partido en el mundo- y al que el escritor Mario Vargas Llosa llamó la “dictadura perfecta”.
Ante estos temores, el PRI llegó al poder haciendo votos de cambio y modernización. ¿Los está cumpliendo?
Los 100 días de un gobierno son, tradicionalmente, una fecha de corte para hacer un balance temporal de su gestión. Acá va uno, necesariamente provisional. El real sólo podrá hacerse al final del sexenio.
Fusión de la secretaría de Gobernacion con la de Seguridad Pública
Uno de los primeros actos de Vicente Fox -que en 2000 se convirtió en mandatario de México poniendo fin a siete décadas de presidentes del PRI- fue dividir la Secretaría (ministerio) de Gobierno quitándole todo lo relacionado con orden público y entregándoselo a la nueva Secretaría de Seguridad Pública.
Esa secretaría se volvió en el pilar de la lucha contra el crimen, en especial durante el gobierno de Felipe Calderón.
Un mes después de llegar al poder, Enrique Peña a Nieto volvió a conformar una supersecretaría de Gobierno, centralizando lo que Fox había descentralizado. Es decir, se regresó a como estaba el status quoen temas de seguridad cuando el PRI perdió el poder.
Esta decisión se leyó como un mensaje doble: la estrategia de seguridad los dos gobiernos del PAN no funcionó. Lo que funciona es lo que el PRI tenía antes.
En entrevista con Terra México, el senador del Partido de Acción Nacional, PAN, Javier Corral Jurado dijo que esta fusión era peligrosa ya que a “concentra el poder bajo criterios de control político.”.
Lo que dice el PRI: dos semanas antes de asumir la presidencia, Peña Nieto anunció que la Secretaría de Gobernación sería la “rectora del sistema nacional de seguridad pública” y que también se dedicaría a la prevención del delito, la administración de las prisiones y la vigilancia fronteriza.
El “Gordillazo”
La detención de Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del sindicato de maestros, ya tiene asegurado un lugar en el folclor oral mexicano bajo el nombre del “el Gordillazo”.
Desde la época de Carlos Salinas de Gortari (con el llamado “Quinazo, en el que se deshicieron del líder del sindicato de petróleos) no se actuaba de manera tan fulminante para sacar del camino a un lider sindical incómodo.
Muchos vieron una estrategia típica del viejo PRI: deshacerse de manera rápida e inmisericorde de un antiguo aliado que ya no les servía -que de hecho estorbaba- y al mismo tiempo enviar un mensaje a otros, para que pusieran sus barbas a remojar.
Aunque hay quiénes alientan la esperanza de que se trate de una campaña seria para combatir la corrupción en los sindicatos, analistas como el historiador Lorenzo Meyer le han dicho a BBC Mundo que dudan que vaya más allá de la detención de Gordillo.
Lo que dice el PRI: el caso tuvo tanta resonancia, que Enrique Peña Nieto salió en cadena nacional a hablar de él. Dijo que la investigación debía “continuar hasta sus últimas consecuencias” y que “los recursos de los sindicatos son de sus agremiados, no de sus dirigentes. Deben utilizarse en beneficio de los propios trabajadores”.
Peña Nieto, dirigente del PRI
Un factor clave dentro de la vieja estructura del partido era el poder del presidente, sujeto todopoderoso que incluso decidía a dedo al que sería su seguidor.
Por eso, cuando hace un par de semanas el PRI cambió sus estatutos para -entre otros temas- permitir que el presidente Enrique Peña fuera nombrado como uno de los directores, muchos lo vieron como una señal más de que el partido seguía siendo vertical, autoritario y presidencialista.
La revista Proceso tituló uno de sus artículos: “Otra vez, el presidente omnímodo”, donde Dulce María Saudi, dirigente nacional priista y exgobernadora de Yucatán, decía que de esa manera se “acabará por sofocar la escasa costumbre de debate abierto sobre asuntos de interés colectivo en los órganos de dirección partidista”.
Lo que dice el PRI: ante los temores generados por esta decisión, el presidente del partido, César Camacho salió por varios medios de comunicación a decir que de ninguna manera es un regreso al régimen vertical. Aseguró que Peña Nieto no forma parte de las tareas operativas para formular posiciones y tomar decisiones respecto a los asuntos internos del partido.
Meten a los gobernadores en cintura
Durante los 70 años que el PRI estuvo en el poder, los gobernadores pocas veces se deslindaron de la línea oficial.
Esto cambió con la llegada al poder del PAN. Algunos gobernadores empezaron a comportarse como verdaderos reyezuelos, sin rendir cuentas a nadie, ni siquiera al poder central.
Eso parece estar cambiando. El día de la detención de Elba Esther Gordillo, el presidente se reunió en privado con casi todos los gobernadores para hablar sobre el tema.
Allí, según reportaron varios medios, incluso los mandatarios regionales cercanos a Gordillo manifestaron su apoyo al presidente. La Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) también cerró filas en torno a Peña Nieto.
Otra señal es que el partido le retiró su apoyo al exgobernador priita en el estado de Tabasco, Andrés Granier, a quien su sucesor -Arturo Nuñez, del Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRD- acusó de desfalcar al erario público al dejar una deuda de casi 18.000 millones de pesos, US$1.445 millones.
Este retiro del apoyo a un dirigente importante criticado por el PRD -el gran enemigo del PRI- es visto como una señal hacia otros gobernadores, en especial del partido: no se pasen de la raya.
Lo que dice el PRI: Sobre Granier: El presidente nacional del PRI César Camacho aseveró que el exmandatario estatal le “hizo daño a la población”.
La secretaria del PRI, Ivonne Ortega, indicó que “nadie puede estar por encima de la ley”.