Jorge Mario Bergoglio es el primer papa jesuita.
Ha pasado casi toda su carrera en Argentina supervisando templos y curas párrocos.
Bergoglio, de 76 años, supuestamente recibió la mayor cantidad de votos detrás de Joseph Ratzinger en la elección papal del 2005 y se ha especializado en el tipo de trabajo pastoral que algunos consideran esencial para el próximo papa. En una vida de enseñanza y dirección de religiosos en Latinoamérica, región que tiene el mayor porcentaje de católicos en el mundo, Bergoglio ha demostrado una aguda sensibilidad política como también una humildad que sus colegas valoran mucho, según su biógrafo oficial, Sergio Rubín.
Relación con la dictadura argentina
El nuevo Papa convivió con la dictadura argentina de 1976-1983, y los críticos lo acusan de no haberla enfrentado públicamente, cuando las víctimas y sus familiares solían denunciar secuestros, tortura y muerte a los sacerdotes que supervisaba como líder de la orden jesuita en Argentina.
Mientras Bergoglio fue ascendiendo dentro de la iglesia en los años setenta, en la época de la dictadura, la organización de las Madres de la Plaza de Mayo, lo acusaron de tener cercanía con la dictadura argentina en la misma década.
Las Madres acusaron desde 2007 una distinción entre lo que identificó como la Iglesia del cardenal primado y titular de la conferencia episcopal, Jorge Bergolglio, y “la Iglesia del pueblo”, entre los que señaló a los “padres palotinos, de Mugica y Angelelli”. Además, señalaron que mientras la iglesia oficial fue favorecida en el régimen, los padres palotinos figuran como desaparecidos y asesinados.
Las Madres afirmaron también que “la Iglesia que se calló ante los crímenes aberrantes, la que participó activamente en la tortura de nuestros hijos, no es la iglesia del pueblo, la de los padres palotinos, Mugica y Angelelli”. Y agregaron: “La que colaboró, la que nos mintió, la que nos dio la espalda es la Iglesia de Bergoglio y la derecha, la que apaña a los curas violadores, la que se queda muda ante el juicio a Von Wernich, pero vomita todo su odio cuando se habla de aborto”, sostiene el texto de la organización en su párrafo más duro.
¿Reformador, o conservador?
El arzobispo de Buenos Aires probablemente alentaría a los 400 mil sacerdotes en el mundo a salir a las calles para conquistar más almas, dijo Rubín en una entrevista con la agencia AP. Prefiere tener una presencia discreta y su estilo personal es la antítesis del esplendor de la Santa Sede. “Es una cosa muy curiosa”, afirmó Rubín. “En reuniones de obispos siempre quiere sentarse en las últimas filas. Esta sencillez cayó muy bien en Roma”.
Bergoglio es notorio por haber modernizado la Iglesia argentina, que había estado entre las más conservadoras de Latinoamérica.
El flamante pontífice siempre se ha destacado por su austeridad. Pese a ser el primero en la jerarquía eclesiástica argentina, nunca ha vivido en la elegante mansión arzobispal en Buenos Aires y ha preferido una cama sencilla en un cuarto céntrico calentado por una pequeña estufa en invierno. Durante años se movilizó en transporte público por la ciudad y se preparó sus propias comidas.
Bergoglio ha disminuido un poco su actividad con la edad y está sintiendo los efectos de la extirpación de un pulmón debido a una infección que padeció de adolescente.
Se le considera moderado con mentalidad flexible, aunque sus posiciones doctrinales y espirituales condicen con el legado de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Bergoglio no pudo impedir que Argentina fuera el primer país latinoamericano en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni tampoco que la presidenta Cristina Fernández promoviera anticonceptivos e inseminación artificial gratuitos. Cuando Bergoglio sostuvo que las adopciones de niños por parte de homosexuales eran discriminatorias contra los niños, la presidenta comparó su afirmación con “la época medieval y la Inquisición”.
Esa caracterización es injusta, afirma Rubín, quien escribió “El jesuita”, la biografía autorizada de Bergoglio.
“¿Es Bergoglio un progresista, un teólogo de la liberación? No. No es un tercermundista. ¿Cuestiona el FMI y el neoliberalismo? Sí. ¿Pasa mucho tiempo en las villas (vecindarios pobres)? Sí”.
Al igual que otros intelectuales jesuitas, Bergoglio se ha concentrado en la obra social. Los católicos siguen comentando su discurso del año pasado en que acusó de hipocresía a otros religiosos por olvidar que Jesucristo bañó a leprosos y comió en compañía de prostitutas.
“En nuestra región eclesiástica hay presbíteros que no bautizan a los chicos de las madres solteras porque no fueron concebidos en la santidad del matrimonio”, dijo Bergoglio a sus sacerdotes. “Estos son los hipócritas de hoy. Los que clericalizaron a la Iglesia. Los que apartan al pueblo de Dios de la salvación. Y esa pobre chica que, pudiendo haber mandado a su hijo al remitente, tuvo la valentía de traerlo al mundo, va peregrinando de parroquia en parroquia para que se lo bauticen”.
Bergoglio comparó este concepto del catolicismo con los fariseos de la época de Cristo: los que se autoelogian a la vez que condenan al prójimo.
“Jesús nos enseña el otro camino: salir a dar testimonio, salir a interesarse por el hermano, salir a compartir, salir a preguntar, encarnarse”, dijo Bergoglio. “Clericalizar la Iglesia es hipocresía farisaica. La Iglesia del ‘vengan adentro que les vamos a dar las pautas acá adentro y lo que no entra no está’, es fariseísmo”.
Los roces de Bergoglio con el gobierno de los Kirchner
Bernardo Barranco, experto en temas religiosos, dijo en entrevista para Radio Fórmula que Jorge Mario Bergoglio ha tenido muchos roces con el gobierno de los Kirchner –Néstor y Cristina- sobre el matrimonio homosexual.
Además, según Barranco, otra de las polémicas de Bergoglio es su presunta cercanía con la dictadura militar argentina.
“Se dice que estuvo cerca, que no fue lo suficientemente crítico o valiente para defender los derechos humanos”, explicó Barranco.
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