Una semana después de su regreso a Francia, el periodista francés Roméo Langlois, quien permaneció más de 30 días en manos de las FARC, habló en una conversación telefónica con BBC Mundo para contar detalles de su detención.
Langlois había sido capturado por la guerrilla durante un enfrentamiento con la unidad anti narcóticos del ejército con la que el corresponsal de France 24 viajaba para fines de un reportaje.
-¿Qué pasó exactamente en el momento de su detención por las FARC?
En algún momento, cuando ya había estallado el combate, vi que tenía muy cerca a dos soldados. Uno estaba muerto. Entonces fue cuando entendí que iba a empezar un combate feroz. Me quité la chaqueta, el saco, porque pensé que los guerrilleros no iban a disparar tan fácil a un hombre casi desnudo.
Me escondí en un rastrojo. En este momento se estaban acercando cinco o seis guerrilleros y pensé que muy probablemente me iban a disparar. Me levanté y salí con las manos arriba. Ya no tenía la cámara, vestía un pantalón con botas montañeras y sólo una cangurera con las tarjetas de memoria. Caminé lento hacia ellos, se encontraban a 7 u 8 metros de distancia. Con las manos en alto, les dije que era un civil y que no me dispararan.
-¿Sintió miedo?
Claro, sentí mucho miedo. Y a la vez, estuve pensando las cosas muy fríamente, como una máquina.
Es algo muy raro, estaba calculando todo, todos los detalles. Por ejemplo, pensé que tenía que hablar en voz muy alta para que me entendieran, pero sin gritar. Pasé más o menos una hora con mucho miedo. Entendí que estaba a salvo cuando me pusieron a caminar 100 metros, hasta llegar a una retaguardia. Los guerrilleros estaban como tranquilos debajo de los árboles. Ahí me tranquilicé.
– Durante más de 30 días en manos de las FARC, ¿qué hacía todo el día?
La logística te ocupa varias horas al día: cosas como ir a bañarse en el río, comer… El resto del tiempo, cuando no estábamos caminando, estaba muy aburrido. Entonces, hablaba mucho con la gente de las FARC, averiguaba cosas con ellos sobre el combate, escuchaba la radio, hacía sudokus.
También tuve mucho tiempo para pensar en este conflicto, en mi familia… Y escribí todo lo que me pasaba por la cabeza, mis dudas, porque uno sabe que es una guerra, a veces me preguntaba si sí o no me iban a liberar, las historias de guerra que me contaban. En fin, escribí una mezcla entre un diario íntimo y algo muy periodístico.
-¿Cómo estaba vestido?
Me dieron ropa de civil, y entre otras cosas una franela de propaganda, con una foto de Alfonso Cano. También me impusieron un uniforme para que ningún civil me viera cuando estábamos caminando, por razones de seguridad.
– Ya conocía bien a las FARC por el trabajo que ya había hecho con ellos. ¿Cree usted que esta relación ayudó para una liberación rápida?
Sí, por supuesto. Ya conocía el mundo de ellos, sus códigos. Sabía cómo hablar. Me ayudó para no cometer muchos errores.
– Algunas personas hablaron del síndrome de Estocolmo. ¿Piensa que se puede hablar de esto en su caso? ¿Se crearon vínculos de amistad o algo?
Lo que pienso de las FARC no ha cambiado nada. Tengo la misma opinión de ellos. Es muy difícil sentir amistad por gente que en algún momento, si se les da la órden te van a matar. También es complicado sentir cercanía porque son dos mundos muy distintos. Un poco como lo que se puede sentir con los guardias de las cárceles que se portan bien.
-¿Vio algo de la guerrilla que no había visto antes?
No, nada, sino que me parecieron aún más politizados que antes.
– Cuando quedó libre, dijo que su brazo estaba bien. ¿Cómo está ahora?
El lunes me intervienen porque tengo varias fracturas en los huesos del codo, así que es posible que me quede acá en Francia un tiempo.
– ¿Lo volvería a hacer, sabiendo lo que iba a pasar?
Sí, seguiré siendo periodista y haciendo mi trabajo. Pero sabiendo que este combate iba a estallar, no lo habría hecho. Nunca he buscado el combate tampoco.