En su campaña por la presidencia de México, el “guapo líder” en las preferencias electorales, Enrique Peña Nieto, –como lo llamó el diario Washington Post en una artículo– mira hacia abajo desde anuncios espectaculares con una sonrisa de estrella de película. “Tú me conoces”, afirma el anuncio. No obstante, el diario afirma que “de hecho, la mayoría no lo conoce.”
Con la elección del 1° de julio, a sólo unas semanas, Peña Nieto mantiene una sólida ventaja de dos dígitos en las encuestas y, aunque electores mexicanos y observadores electorales confiesas que ellos realmente no saben qué defiende el candidato exactamente y no están seguros de cómo gobernaría México.
Acusado por sus oponentes de ser una bonita marioneta y un engaño telegénico, Peña Nieto es de hecho un político que domina también la petición del voto en pequeña escala, con disciplina en sus mensajes y un marketing sofisticado, lo cual lo ha vuelto la nueva cara del viejo Partido Revolucionario Institucional, definido por el diario como una máquina política autocrática que cayó del poder en el año 2000, tras administrar a México a través de una mezcla de corrupción y coerción por 71 años.
Peña Nieto nació dentro del PRI, en Atlacomulco, a unas horas de viaje de la capital, aprendió política en la sobremesa familiar y “desde niño su cabello estaba bien peinado y sus formas eran impecables”, afirma el diario.
“En lugar de jugar con otros jóvenes de su edad, siempre quería estar con los adultos, hablando sobre política”, afirmó una de sus tías, Berta del Mazo. “Ellos le decían desde entonces ‘algún día vas a gobernar’.”
Un grupo de jefes de la vieja escuela del PRI, conocido como el Grupo Atlacomulco, enseñaron al joven Enrique sobre el liderazgo y el poder. Cinco hombres de su familia fueron gobernadores del Edomex antes que él tomara el cargo en 2005.
Uno de sus mentores, Arturo Montiel, era miembro de su familia y lo precedió en el gobierno del estado, el cual dejó con acusaciones de enriquecimiento ilícito con el erario.
Según la lectura de The Washington Post sobre los dichos de Peña en su campaña, el aspirante presidencial estaría más interesado en luchar contra los crímenes que lastiman a los mexicanos en su vida diaria, como son el secuestro, la extorsión, los asaltos, los asesinatos, en lugar de acabar con el tráfico de drogas.
Además, de acuerdo con este análisis, Peña Nieto está tan determinado en presentarse como un hombre que mantiene su palabra que ha visitado todos los estados en compañía de un notario público.
Sus políticas son difíciles de definir concretamente, pues sus propuestas de campaña son vagas y, en su mayoría, son parte de las de la izquierda, la derecha y el centro.
A diferencia de los últimos presidentes de su partido, que estudiaron en universidades de EU, Peña Nieto no habla mucho inglés y estudió en la Universidad Panamericana en la ciudad de México, fundada por la orden católica Opus Dei y obtuvo una maestría en administración del Tec de Monterrey.
Según el diario de Washington Post, la pregunta que obsesiona a los observadores de la contienda mexicana es si Peña representa al viejo PRI -autocrático, corrupto, dominado por personalidades llamadas “dinosaurios”- o si representa a un nuevo PRI, el cual promete transparencia, competencia y manos limpias.
The Washington Post*