“Nos han quitado parte de nuestra vida”, es lo único que alcanza a decir Ema Veleta, antes de que la voz se le quiebre.
Con las mejillas húmedas y los ojos hinchados de tanto llorar, doña Ema, a sus 60 años de edad, sólo quiere una cosa: “saber de mi esposo y todos mis familiares desaparecidos”.
Hurga en esos recuerdos que permanecen como el dolor más intenso de su vida y cuenta:
“El 19 de junio, el Día del Padre, estábamos reunidos, toda la familia, mis tres hijas, mis cuatro hijos. Mis hijos son siete y nada más me dejaron a mis hijas”.
Su hija que vive en el municipio de Creel, en Chiahuahua, había llegado de visita y se reunieron con el pretexto de festejar.
Alma Lorena, su hija, explica los detalles de la fiesta que terminó en tragedia.
En medio de la fiesta del Día del Padre, observaron a un hombre que disparaba afuera de la casa, llamaron a la policía para reportarlo y los agentes municipales se negaron a prestarles ayuda.
Nadie esperaba lo que ocurriría después.
Un convoy de unas 10 camionetas, sin distintivos, llegó hasta la casa de la familia Muñoz Veleta. Un grupo de supuestos policías, fuertemente armados entraron por la fuerza a la casa.
Amagaron a las mujeres y esposaron a los hombres. Uno de ellos tenía en el uniforme “Policía Federal”.
En cuestión de segundos se llevaron a todos los hombres: Óscar Cruz, Jaime Toribio, Jaime Muñoz, Guadalupe Muñoz, Hugo Muñoz, Oscar Muñoz, Luis Romo y Nemesio Solís. Ocho en total.
La pesadilla
Doña Ema Veleta enfrenta desde ese día la peor pesadilla.
Recuerda la escena y no puede si no volver a llorar, en silencio, ese silencio que la atormenta, porque es la única respuesta que recibe a la pregunta: ¿Dónde están?
“La policía llegó en sus muebles y todo, muy agresivos. Llegaron golpeando, llevándoselos de muy fea forma. De ahí yo ya más no supe porque también me aventaron, me dejaron tirada en el suelo”.
Toribio y doña Ema se casaron hace 40 años.
Ya casi se va a cumplir un año de la desaparición y la ausencia sigue siendo una tortura.
Sus cuatro hijos, su nieto, su esposo, su sobrino y su yerno están desaparecidos y sólo las mujeres quedaron para hacerse cargo de la familia y sobre todo de una búsqueda que parece no terminar.
Sin respuesta
Las mujeres trataron de denunciar de inmediato, pero la policía municipal les informó que no sabían nada.
Ante la Fiscalía General de Justicia del Estado de Chihuahua, la investigación inició de cero, sin que se tomara en cuenta la denuncia que involucraba a los policías implicados en la detención.
Anáhuac, es una pequeña comunidad de Cuauhtémoc, Chihuahua, con menos de 10 mil habitantes.
Doña Ema admite que tuvo que dejar su casa y ahora, con la vida rota, intenta refugiarse en una búsqueda interminable.
“Y pos quiero que en esta lucha, haber qué podemos saber de ellos porque es mucho lo que hemos estado esperando y nomás no hay respuesta de nada y…”
Las lágrimas y ese nudo en la garganta vuelven a interrumpir sus palabras.
Insiste en que fue la policía de Anáhuac la que se llevó a sus familiares.
“Mi familia ya va a tener un año de desaparecidos. Fue la policía la que se llevó a ellos, la policía de Anáhuac la que nos los arrebató y hasta ahorita no podemos saber nada de ellos. Yo ya me siento tan desesperada que yo ya quisiera saber qué ha sido de ellos y veo las cosas tan inútiles que nada, nada sabemos de ellos”.
Y así, mientras los días se acumulan sin tener noticias, doña Ema y Alma Lorena, su hija, admiten que el dolor a veces es insoportable y sólo les motiva la esperanza de volver a verlos.
A la ausencia se suman los problemas económicos, dos de los desaparecidos estaban pensionados por ferrocarriles, y ahora ninguna de las esposas puede cobrar la pensión. El dinero falta y las necesidades aumentan.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos se comprometió a ayudarles, en tanto, les hace falta ayuda, les hacen falta respuestas.
“Encontrarlos con vida, regresar el tiempo, terminar la pesadilla”.