“Yo no quiero estar todas las noches pensando en si mi hijo llegará o no llegará. Si me dicen que el precio para que estén seguros es la corrupción y negociar con el narco, perdónenme, pero yo sí lo hago”.
Esta frase contundente es de una mujer trabajadora entrevistada en Monterrey y demuestra el ánimo con que llega la mayoría de los ciudadanos a este periodo electoral, según los principales investigadores cualitativos del país.
Centradas en todo aquello que las encuestas no pueden medir con sus números, las investigaciones cualitativas arrojan dos percepciones sociales que predominan en este año electoral. La primera, que el Presidente Felipe Calderón no ha generado condiciones para que la sociedad desee la continuidad. La segunda, que los problemas parecen interminables y que nadie le ha ofrecido a la sociedad soluciones certeras.
Así lo demuestran dos estudios cualitativos. ‘El Voto Decisivo’, de la empresa Lexia, y ‘En tiempos de incertidumbre ¿cómo responder a las necesidades de los ciudadanos?’, efectuado por De la Riva Group. Ambas casas investigadoras se especializan en el análisis, comprensión del entorno y recomendación de decisiones.
El primer estudio ha encontrado que casi el 40% del electorado no se identifica con ningún partido y en ellos recae la definición de los comicios. “Los sentimientos que hay entre esa parte de la sociedad, son mayormente grises”.
El regreso derrotado a la normalidad
En cada elección, desde la celebrada en 2000, la idea con que la sociedad llega al inicio de la campaña se ha logrado revertir. El estudio de Lexia explica que en aquellos comicios en que el Partido Acción Nacional llegó por primera vez a la Presidencia, la imposibilidad de lograr un cambio predominaba sobre el deseo de verlo realizado. Sin embargo, éste se logró y los gobiernos sucesivos del PRI terminaron.
En 2006, la elección arrancó con los pobres como prioridad, idea promovida por Andrés Manuel López Obrador. La continuidad en la estabilidad económica, discurso de Felipe Calderón, no era la idea dominante. No obstante,la campaña que calificó al candidato de la izquierda como “un peligro para México”, logró imponerse, y la propuesta “primero los pobres”, quedó relegada.
Actualmente, la idea de que es posible tener un mejor país queda opacada por la búsqueda de un regreso a la normalidad, pero ese retorno, sería sin esperanza. El vicepresidente de Lexia, Claudio Flores, explica lo anterior con un ejemplo visto en entrevistas con madres de las zonas marginales en la frontera norte.
“En esa zona, las madres se sienten responsables de la descomposición del tejido social. Muchas de ellas se fueron a trabajar a las maquiladoras y sus hijos crecieron en ambientes complicados, por lo que ahora se preguntan si su lugar no debe ser el hogar, como era antes”.
Otro de los ejemplos que ilustran ese regreso derrotado es para Claudio Flores, la ‘pinta’ que observó en un barrio de Zacatecas. En ella se leía: “Que se vayan los ineptos y que regresen los corruptos”. “Esto refleja que la sensación predominante para las elecciones de 2012 entre la sociedad es ‘sáquenme del presente y llévenme al pasado’”, dice Flores.
La conclusión de este panorama es que al elector no le importa si el candidato por el que votará es honesto, preparado, experimentado y cercano a la gente. Así como tampoco le preocupa la comunidad o el país, pues quedan fuera de su ámbito. Lo principal para ellos es que aquel que los gobierne les cumpla en lo más cercano. Su familia, su calle, su colonia.
¿Por qué ocurre el retorno derrotado a la normalidad?
La violencia marca en esta elección el estado de ánimo de los votantes. Los ciudadanos se sienten amagados y responsabilizan al presidente Calderón de “echar a andar la inseguridad, además de que esta se ha “comido” a los aspectos positivos que significaban el cambio de régimen.
“La inseguridad ensucia todo. Lo opaca todo. Cualquier avance realizado no se ve y la gente percibe desempleo, fallas en la
educación, pobreza, corrupción, poco desarrollo para los jóvenes, carestía”, dice Flores.
A la incertidumbre y al coraje, se agrega el miedo
La elección de 1994 fue la primera en la que los investigadores de De la Riva Group se adentraron el ánimo ciudadano de manera cualitativa. En aquel año, los sentimientos encontrados fueron incertidumbre y coraje.
Desde aquellos tiempos de crisis económica y levantamientos sociales, los investigadores no habían observado un panorama semejante, hasta ahora. Sólo que en esta elección se suma el factor del miedo por la inseguridad que prevalece en México. “Hay un estado de ánimo negativo entre los mexicanos. Perciben una serie interminable de problemas a los que no se les ve salida. Entre ellos las crisis económica, política y de valores”, afirma la presidenta de De la Riva Group, Gabriela de la Riva.
En este momento, la mayor parte de la sociedad tiene una sensación de frustración, enojo o depresión que deriva en visceralidad, falta de energía para enfrentar los problemas o en la pérdida de visión, según el estudio. Sin embargo, la inseguridad y los problemas económicos no son los únicos responsables de estos sentimientos.
“Es una sucesión de eventos que se encadenan e impactan en los diferentes ámbitos. Se percibe una descomposición social que resulta cada vez más amenazante y la mayoría anhela recuperar la tranquilidad, la seguridad y la dignidad”, dice el documento.
Realidades contradictorias
Ver a los gobernantes inaugurando obras públicas es común en los medios de comunicación. El estudio de Lexia afirma que con esos actos logran ser visibles para los ciudadanos, no obstante, ellos viven una realidad distinta del país boyante en infraestructura con la pobreza, el desempleo y la inseguridad.
“Sí he visto todo lo de la pavimentación, puentes y todo, pero es como taparle el ojo al macho”, dijo en una de las entrevistas del estudio una mujer de nivel socioeconómico bajo en Michoacán, uno de los estados azotados por la violencia.
En suma, en esta elección, los ciudadanos consideran que ya no tienen mucho más que perder, lo único que se busca es revertir el panorama de inseguridad y volver de alguna manera a lo que los mexicanos identifican como normalidad.