La granada de fragmentación, que puede expulsar sus piezas hasta 200 metros, es el arma de moda en la guerra entre los cárteles de la droga en México.
En agosto de 2005, una granada explotó en un palenque de Tonalá, Jalisco, en el primer ataque de este tipo del que se tiene registro. Desde entonces, 159 de estas armas de guerra estallaron en el país. Se cobraron 118 muertos y 588 heridos.
Con las 88 agresiones de este tipo ocurridas entre enero y septiembre de este año, el uso de granadas aumentó un 2 mil por ciento respecto de 2005. Estos son los resultados de un conteo que hizo la Fundación MEPI con base en las cifras reportadas por las secretarías de seguridad públicas federal y estatales de todo el país.
Las cifras muestran que la tendencia se está volviendo más dramática: el total hasta septiembre de 2011 es el doble del registrado en todo 2010.
“Utilizar granadas es una opción lógica”, dice Alejandro Hope, exasesor del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, y experto en seguridad con México Evalúa. Explica que no hace falta entrenamiento militar para lanzarlas y que su uso permite acciones rápidas que aturden al rival y de las que se puede escapar con facilidad.
Además de las que explotaron, las autoridades han decomisado en los últimos cinco años más de 10 mil granadas, de acuerdo con datos de la Procuraduría General de la República publicados por El Universal. Expertos en armamento aseguran que las autoridades han comenzado a encontrar granadas de juguete y caducas que fueron rellenadas de pólvora.
Los granadazos pueden causar terror entre la población, como supo el estado de Tamaulipas el pasado 27 de septiembre. Ese día hubo siete ataques de granadas en 24 horas, casi todos en lugares públicos: un bar, una discoteca, una estética, una avenida transitada, una oficina de la procuraduría estatal y la sede de la Comisión Federal de Electricidad. Sólo hubo un herido, pero la autoridades de la ciudad quedaron en jaque.
De hecho, en el último año, el número de ataques contra lugares públicos –plazas comerciales, estacionamientos, avenidas, zócalos– es mayor a los ataques contra oficinas de gobierno, medios de comunicación o domicilios particulares. Un día antes del incendio intencional que mató a 52 personas en el Casino Royale de Monterrey, el 28 de agosto, dos casinos de Reynosa y Saltillo sufrieron ataques con granadas.
De acuerdo con los informes oficiales, Nuevo León registra este año una tercera parte (32%) de los granadazos del país. Le siguen Tamaulipas con el 17% y Michoacán, Jalisco y Coahuila, con menos de 10% cada uno.
Eduardo Guerrero Gutiérrez, especialista en temas de seguridad, asegura que esta distribución geográfica se explica por el recrudecimiento de los enfrentamientos entre Los Zetas y grupos rivales en el noreste del país.