La Jornada publica hoy que México refleja en su clase política que un país que se volvió de talla extra. Desesperados por reducir peso en tiempo breve se someten a costosas dietas, algunas de alto riesgo, según médicos y nutriólogos, por la rapidez de sus resultados. Pierden ocho o 10 kilos en un mes con licuados o, como dice una de sus doctoras, con alimentoscomo de astronauta
. ¿Imagen, salud, moda? ¿Qué conduce a un político y en especial a los integrantes del gabinete de Felipe Calderón a seguir métodos tan radicales?
Estaba muy gordo
, responde tajante el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, quien se deshizo de más de 20 kilos en cinco meses y parece lucir más cómodo con su nuevo aspecto. Siete de cada 10 mexicanos mayores de 20 años de edad en México tienen sobrepeso u obesidad, incluidos varios políticos. Sólo que ellos han podido pagar costosas dietas, cuyos resultados son asombrosos por la velocidad de la reducción de tallas, pero que en algunos casos no se apegan a las recomendaciones de la Secretaría de Salud de llevar procesos paulatinos. Algunos lograron estilizar su figura con una dieta proteinada denominada Pronokal (proteínas, no calorías), traída por una empresa española a México hace dos años y cuyo costo es hasta de 12 mil pesos mensuales.
Otros con un tratamiento todavía más costoso, que puede ser superior a 20 mil pesos, ofrecido en la Clínica de Obesidad del Hospital ABC. Tentaciones para los colaboradores de Calderón sobran. En el momento de la entrevista, Meade, al igual que el secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora –también ha reducido varios kilos–, son comensales en un banquete en el Castillo de Chapultepec. Para agasajar a la presidenta de Costa Rica y a los invitados, los meseros sirven filete de res, calóricos postres y vinos mexicanos, pero algunos asistentes apenas comen o ven pasar los platillos. Tomaron antes sus concentrados de proteínas y muchas pastillas de sodio, potasio o vitaminas.
De un día para otro algunos integrantes del equipo presidencial comenzaron a verse muy grandes en sus trajes. Disciplinados, siguieron los consejos de sus nutriólogos y médicos, de no comprarse ropa en tanto siguieran en tratamiento. Cuando Blake se estrenó en el cargo, el 15 de julio de 2010, sus trajes le quedaban más justos; hoy casi nada en ellos. Uno de sus colaboradores deja ver cierta preocupación cuando comenta que su jefe perdió 26 kilos en cinco meses por tomar licuaditos
. Luego se pregunta si no recuperará peso cuando coma normal. Entre los subalternos se dan especies de competencias sobre quién ha bajado más peso. Unos dicen que Alejandro Poiré, otros que el secretario de Gobernación.
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