Un arsenal extraviado dentro del programa “Rápido y Furioso” de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Explosivos y Armas de Fuego (ATF, por sus siglas en inglés) apareció en El Paso, Texas, donde se almacenaba previo a embarcarlo hacia México, en enero de 201o, de acuerdo con nuevos correos electrónicos internos y registros del tribunal federal.
Cuarenta armas junto con cartuchos y chalecos antibalas, fueron descubiertos en Texas, en enero de 2010, durante las primeras etapas del programa de la ATF, lo que significaría que las armas desaparecieron rápidamente, sólo tres meses después del inicio de Rápido y Furioso en octubre de 2009, el cual tenía la intención de rastrear a los cárteles que las adquirían.
De acuerdo con un documento de la ATF, Sean Christopher Steward compró las cuarenta Ak-47 el 24 de diciembre de 2009 en la tienda Lone Wolf Trading Co. en Glendale, un suburbio de Phoenix. El arsenal era parte de las 290 armas que adquirió en total Steward, criminal sentenciado durante el operativo de la ATF. En enero, él y otros 19 fueron investigados en el único caso exitoso proveniente de Rápido y Furioso.
De acuerdo con los correos de la ATF y un testimonio, policías de El Paso que rastreaban al traficante de droga siguieron a Alberto Sandoval en un Jetta azul hasta un domicilio el 13 de enero de 2010. La policía encontró en el vehículo las armas y el equipo.
De acuerdo con un correo electrónico del agente especial de la ATF, Óscar B. Flores, en El Paso, Sandoval dijo a funcionarios que le pagaron mil dólares para guardar las armas en su casa hasta que pudieran ser transportadas a México por alguien más.
Más correos sobre el arresto de Sandoval y la recuperación de las armas fueron enviadas al cuartel general de la ATF en Washington y a su director, Kenneth Melson. Sandoval fue investigado y se declaró culpable de los cargos por armas en mayo de 2010.
Bajo el programa Rápido y Furioso, agentes de la agencia de la ATF, en Phoenix, permitieron a comerciantes de armas registrados vender ilegalmente a los compradores “fachada” con esperanza de que los agentes pudieran rastrear las armas y arrestar a líderes de los cárteles mexicanos. En lugar de conseguir esto, más de dos mil armas entraron de contrabando a México y muchas fueron usadas en crímenes violentos en México y en EU.