El escritor Federico Campbell dice que ser tijuanense significa ser de todas partes y ninguna, un ser colocado ante el umbral, entre un país y otro, una lengua y otra, pero al mismo tiempo culturalmente autónomo. Y es precisamente lo que Roberto Mendoza ha logrado con su música electro-mex desde hace más de una década: un sonido único que se alimenta de otras pulsaciones sonoras. Tijuana como escenario, lugar de fiesta y desdicha.
Roberto es un músico sin instrumento. Antes sólo tomaba el micrófono y cantaba. A los 14 años de edad formó una banda de tecno-pop que se llamó Síntesis y ya no paró. El proyecto musical se convirtió en Artefakto, evolucionó en Fussible y surgió Panoptica en 1999. Junto con otros grupos como Bostich, Clorofila, Hiperboreal, se creó Nortec Collective como un movimiento musical que fusionaba la música electrónica con norteña y banda sinaloense. Un sonido que puso a bailar a todos y las miradas voltearon a Tijuana como un referente musical de vanguardia, con identidad y sonido propio. Un collage sonoro de la frontera para el mundo.
Roberto ha editado varios discos como Panoptica: Cert. 18 Series, Tijuana Remixes, Ahora Yo A Ti, Micromacrosacrotaco, y ha colaborado con artistas como Kinky, Love and Rockets, Pinker Tones, Her Space Holiday, Trans-X, Liber Teran (Los De Abajo), Caléxico, Allan Parsons y Delerium.
“Tijuana siempre ha sido lugar de fiesta. Si en Estados Unidos se prohibía el alcohol, los marinos cruzaban la frontera para beber en los casinos. Oías en vivo grupos que fusionaban rock y blues, y fue cuando se vino todo este rollo de la movida norteña, que era un rock pero blues. Tijuana siempre ha sido la punta musical y de la fiesta”.
Su padre aún se pregunta por qué su hijo se dedicó a la música. Las referencias son contundentes: Roberto a los 10 años escuchaba rock progresivo que ponían sus primos en un viejo tocadiscos y veía maravillado pósters colgados en sus cuartos de bandas como Emerson, Lake & Palmer, y con esos sonidos lúdicos comenzó a viajar sin rumbo: el silencio cayó sobre su mente.
Sin embargo, también enloquecía con música electrónica de Tomita y en los 80’s llegó el boom del tecno-pop inglés irreverente y el sonido post-punk, que fue fundamental para alcanzara un tono de creación musical a lo largo del tiempo, que ha bautizado como Panoptica Orchestra (LOV/RECS, 2011). Música electrónica más bailable, alimentada de otros sonidos y géneros musicales como la cumbia, salsa, vallenato, tango. Panoptica Orchestra es una fusión de diferentes estilos de música mexicana y latinoamericana con sonidos electrónicos.
Sus 13 tracks son la perfecta combinación para que la noche despierte al ritmo de Si sabes lo que quiero/Si sabes lo que tengo/Si sabes que me gusta/Pa’que pregunta… Dice la encantadora y sensual CuCu Diamantes.
Este disco homónimo que se presentó el pasado 24 de junio en el D.F. y que abarrotó La Pulquería Los Insurgentes, no sólo cuenta con la colaboración en la voz y letra de la cubana, sino también de Khan Oral en la rola Time ends, de la chilena Javiera Mena en el sencillo Complejo de amor y Alma Velasco interpreta Ven a mí.
Dice Roberto que Panoptica Orchestra es un reflejo de los estados ánimo que ha tenido en los últimos años y que, al escucharlo, tiene el don de transportar la mente de la tranquilidad a la euforia total. Es un disco que inevitablemente pone de buen humor a la persona más agria del mundo, por lo menos un momento.
-¿Cómo definirías el sonido que tiene Panoptica Orchestra?
Tenía miedo de hacer un disco ecléctico porque no quería que la gente se quedara con una sola canción. Fue difícil porque si alguien escucha Complejo de amor, de Javiera Mena, y compra el disco y no hay otra rola parecida, habría un desequilibrio. Por eso compuse otra rola que se llama Ven a mí. También la selección del tracking fue todo un proceso de llevar el viaje a buen puerto. Pensaba en cómo podría guiar el viaje conforme avanzaba el disco y eso fue lo que ayudó mucho para que no fuera tan rudo el cambio. Creo que dimos con la mejor selección y definitivamente no es un disco que se repita canción a canción.
-¿Cómo fue que se involucró Javiera Mena en el proyecto?
No me gusta la idea de cantar. En mi estudio tengo un pizarrón con una lista de gente, hago rolas y voy pensando a quién de la lista podría quedarle. Complejo de amor es una canción que hice en 1988 y originalmente yo la cantaba. Hasta que en una Agencia de Management donde trabajaba les dije ‘tengo esta rola y se cumplen 20 años de que la hice’. Y casualmente empezaron a manejar a Javiera Mena, que no la conocía. Me dijeron tenemos a esta chava de Chile y está muy chida su propuesta. Me pasaron su música y me pareció que le quedaba a la medida. Le mandé la canción por internet, nunca me preguntó nada, simplemente la grabó y me la envío. Cuando la escuché me encantó.
-¿Cómo alcanzar composiciones adecuadas a la música que creas?
Primero hago la música porque en realidad no soy compositor. Me considero un productor. Me daría pena decir que soy músico porque veo a otras personas tocar un instrumento increíble y yo no puedo hacer eso. Mi instrumento es el estudio, la mezcladora, los efectos, sintetizadores, cajas de ritmo, etc. De las pocas letras que escribí fue Meet Again, que en realidad no es cantada sino hablada, me imaginé una relación que se encuentra después de muchos años en Tijuana. Generalmente le dejo al colaborador que se encargue de la letra como fue el caso de CuCu Diamantes o Javiera Mena.
-¿Por qué apostarle a una disquera independiente como LOV/RECS?
No creas que es fácil. Hablé con disqueras grandes, sí se interesaron pero aun así este proyecto es muy arriesgado para una disquera trasnacional. La única manera para que se arriesguen es cuando un proyecto está vendiendo 5 mil espacios en un lugar. Lo único que sí extraño de un sello grande son los tentáculos que tiene para poder llegar a festivales importantes, jalar medios de comunicación que te hagan caso, eso es lo único que realmente necesitas. Ahorita cualquier proyecto musical puede sacar un disco, de buena calidad y lo puede clavar en las tiendas, pero quién te va hacer el ruido mediático.
-En esta etapa digital donde las tiendas de discos son como animales en peligro de extinción, ¿por qué ofrecer tu música en formato CD?
La misma gente lo pide. Está el iTunes y si no lo consigue quiere el CD o le ofrecemos los viniles y quiere siempre el CD. Es una idea romántica y el dato interesante que nos empujó hacerlo es porque México es uno de los pocos países que consume mucho el CD. Y es otro de los pocos países que tienen cadenas de tiendas de música, cuando en otras partes ya desparecieron.
-¿Por qué se dio esta “ruptura” con Nortec Collective?
En realidad Nortec fue el proyecto que nos levantó y abrió las fronteras. La separación se dio porque Bostich y Fussible, quisieron salirse del Colectivo. Siguieron como el Colectivo y la compañía se quiso quedar sólo con esos dos proyectos. Viene una cuestión de broncas cuando yo no quise estar en la compañía porque no me gustó la idea de que nos separáramos para hacer discos individuales. Saco mi disco en otro sello y la disquera me dice ‘está bien pero tú no eres Nortec’, y le respondí ‘tú quien eres para decirme eso’. Y fue cuando vine a registrar que yo era Nortec y de ahí se vino toda una avalancha de cosas que se convirtieron de carácter personal.
Historia del arte y violencia fronteriza
Roberto Mendoza además de productor paralelamente estudiaba diseño gráfico en California y le fascinó la historia del arte, porque descubrió la relación que tiene la música con los distintos movimientos artísticos como el dadaísmo, los constructivistas rusos o los surrealistas. Hasta que un profesor se dio cuenta de que sabía mucho de estas corrientes y le dijo que su vocación estaba en las artes y lo mejor para él era estudiar en la University of California, San Diego (UCSD).
Llegando a casa le contó entusiasmado a su padre que quería estudiar en la UCSD y de inmediato su carrera académica se vino abajo: su papá vio lo que costaba llevar a su hijo adolescente a esa universidad y se quedó congelado “ya te imaginas cómo me fue”. Sin embargo, la música seguía circulando en su piel. La noche danzando contra el tiempo.
Entre risas discretas, Roberto recuerda su adolescencia. Viste todo de negro y luce una diminuta piocha en su labio inferior perfectamente recortada. Dice que también se dedicó casi 10 años haciendo libros de texto académico para el Colegio de la Frontera Norte y cuando llegó el boom de Internet se enfocó al diseño web, que le dio de comer durante varios años.
Actualmente, Roberto pasa casi todo el tiempo en su estudio que está instalado en su casa y puede pasar una semana encerrado con sus máquinas y aparatos sofisticados. Dice emocionado que su hijo cuando estaba más pequeño pensaba que era piloto aviador porque siempre llegaba, agarraba sus maletas y se iba semanas y semanas de gira con Nortec.
Cuado deja de producir le gusta ver cine de autor como Fellini o Tarkovsky. Le encanta ir a esas tiendas viejas de discos que hay en San Diego y buscar acetatos. Pero su mundo es el estudio donde hace algún DJ Set o busca música nueva, simplemente es un estilo de vida. Últimamente escucha a Vicente Gayo y le agrada que en vivo manipule sus máquinas. También dice que 60 Tigres tiene onda y Siddhartha, que lo conoció hace poco, le pareció un músico talentoso.
A sus 41 años de edad, Roberto admite que hubo un momento en que pensó huir de Tijuana por la creciente violencia que se vivía hace un par de años. De repente, se apagaron las luces de la fiesta y reinó el miedo en las calles. Nunca al grado extremo de Juárez, Reynosa o Monterrey, pero la vida nocturna estuvo casi clausurada. Sin embargo, la misma gente rompió y logró vencer el temor y retomó su vida cotidiana. El espíritu festivo regresó a la ciudad fronteriza.
“Hubo muchas ocasiones que pensé irme de la ciudad, sobre todo porque tengo hijos y no me gustaría que crecieran en ese ambiente. Sin embargo, ya se calmaron las cosas y donde vivo está alejado de la zona centro, casi vivo en la zona rural que está muy calmado. Aguantamos vara y seguimos ahí”.
Y es verdad lo que dicen: uno no es de donde nació sino de donde lo quieren. Uno es del lugar de sus afectos, sus hijos y sus muertos.