El funcionario responsable del control de las armas de fuego en Estados Unidos reconoció que en al menos un caso, durante una polémica investigación sobre el contrabando de armamento a México, sus agentes dejaron pasar pertrechos de gran calibre cuando pudieron y debieron haberlos interceptado.
El director de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés), Kenneth Melson, es el primer alto funcionario de la agencia que admite algunas de las críticas que legisladores republicanos han hecho contra la Operación Rápido y Furioso.
La controversia de la operación —realizada por la oficina conocida como ATF — provocó que se programaran audiencias en el Congreso y una investigación del Departamento de Justicia.
La operación, según la ATF, fue creada para seguirle el rastro a compradores de armas de poco monta a fin de llegar a grandes traficantes de armamento en la frontera de Estados Unidos con México.
Los críticos aseguran que se le perdió el rastro a mil 800 armas detectadas en la operación y que dos tercios de ese armamento están posiblemente en México.
Varios legisladores republicanos divulgaron pasajes del testimonio que ofreció Melson a puerta cerrada
AP