El embajador de México en Estados Unidos, Arturo Sarukhán, envío una carta al editor del Dallas Morning News titulada Choose Labels Carefully (“Escojan con cuidado sus titulares”) en la que le pide que no se llamen terroristas a los líderes de los cárteles de la droga en México.
Sarukhán hace un apunte a una columna editorial publicada el viernes 7 de abril por el diario de la capital de Texas titulada Hay que llamar a los cárteles mexicanos por lo que son: terroristas.
Aunque un blog del mismo Dallas Morning News, escrito por Todd Robertson, encargado también de las columnas editoriales, asegura que Sarukhán dice que los líderes de los cárteles no son terroristas, sino hombres de negocios, la carta del embajador mexicano consigna otra cosa:
En su carta, Sarukhán señala que el titular de la editorial debió ser: “Hay que llamar a los cárteles por lo que son: organizaciones criminales trasnacionales bien financiadas.”
Y el embajador agrega: “Estas organizaciones criminales trasnacionales, que operan en ambos países, no son organizaciones terroristas, sino grupos muy violentos que están bien estructurados y bien financiados… persiguen un objetivo definido: quieren maximizar sus ganancias y hacer lo que la mayoría de los negocios hacen: movimientos hostiles, adquisiciones, compras y fusiones.
Sarukhán señala que los cárteles utilizan la violencia para proteger su negocio de otros competidores, además de protegerse de los esfuerzos de nuestros gobiernos (EU y México) para replegarlos. Además que no tienen motivación política ni agenda más allá de defender su negocio ilegal.
“No entender el desafío que tenemos por delante, llevará a malas políticas. Si etiquetamos a estas organizaciones como terroristas, también tendrían que empezar a llamar a los consumidores de drogas en Estados Unidos “patrocinadores de organizaciones terroristas”, y a los traficantes de armas “proveedores de material de soporte a terroristas”. De otra forma, sonaría a que quieren hacer rápidamente el pastel y comérselo. Es por eso que yo subrayaría que la página editorial debe ser cuidadosa de lo que aboga”, termina la carta de Sarukhán.
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