Acapulco, Guerrero.-Cuando se acerca a la reja apenas asoma su cara tímidamente y sonríe. Es un joven delgado y moreno y cada que algún desconocido le lanza una pregunta lo mira con desconfianza. Frente a él hay una reja de varillas que lo protege de los asaltos pero también le permite atender a los clientes que durante el día llegan a la populosa miscelánea. Tras ser blanco de varios robos los dueños del negocio optaron por blindar la fachada del local, lo que sin duda agradeció el joven empleado.
Además de desconfiado el muchacho es cauteloso en sus respuestas cuando se le pregunta sobre la criminalidad que se vive en Las Parotas, una de las colonias de Acapulco que en el 2010 se vio vinculada con muchas de las ejecuciones, secuestros y persecuciones que encabezaron las células del narcotráfico que operan en el puerto y que es donde se encuentra localizado el negocio en el que trabaja. “No sé nada”, responde celosamente, para después despedirnos con un “hasta luego”.
La mayoría son casas modestas de un piso construidas sin mucho espacio en los terrenos y sobre pequeñas calles donde apenas circulan dos vehículos a una velocidad lenta. Sólo algunos tramos están pavimentados y son los que te llevan al penal de Acapulco. También hay negocios. Todos son pequeños y están enrejados. Una tienda de abarrotes, una miscelánea y una pollería, entre otros. Mientras camino me encuentro a una mujer a la que saludo y le preguntó sobre los problemas de inseguridad que los aquejan en la comunidad. No termino de lanzar la pregunta cuando me ofrece una sonrisa franca que hace relucir sus grandes dientes color de leche. “No me gusta hablar de esos temas. Es mejor no meterse en problemas”.
Así es como muchos acapulqueños viven. Encerrados literalmente en sus casas o negocios. Temerosos de hablar de la violencia desatada en sus colonias. Esperanzados de que alguno de los candidatos que el próximo domingo 30 de enero podría convertirse en el nuevo gobernador del estado, ya sea el candidato de la alianza “Vamos por tiempos mejores”, Manuel Añorve, o el de la coalición “Guerrero nos une”, Ángel Aguirre, trate de buscar una salida sin sangre y plomo a la inseguridad que impera en la región.
Retomo mi paso por la calle y algunas personas me miran con recelo mientras avanzo con el sol casi ocultándose en el cielo. Me doy cuenta que un grupo de vecinas observa todo lo que hago y sigo avanzando. Después de doblar la esquina y retomar una calle todavía más angosta, una anciana me aconseja no seguir esa ruta. “No es muy segura”. A 200 metros de ahí, un grupo de jóvenes de entre 15 y 20 años de edad comienza a reunirse como todas las tardes lo hace justo al final de la cuadra. Optando por la recomendación de la mujer, regreso a la calle principal donde por fin uno de los vecinos accede a platicar conmigo.
Narcomenudeo desbordado
Se llama José y desde que era joven se dedica a la mecánica. Es vecino de Las Parotas desde hace más de una década y asegura que nunca como hasta hace seis meses, su colonia había enfrentado tantos problemas de seguridad. Los negocios están enrejados, la gente tiene miedo a salir a la calle cuando oscurece, hay asesinatos y secuestros a plena luz del día y para empeorar el panorama, aún cuando la Policía Federal Preventiva (PFP) inició la segunda semana de enero una serie de patrullajes en el barrio, la violencia no se ha podido contener.
El día que entreviste a José un hombre joven fue degollado a una cuadra de su taller, una semana antes los cuerpos sin vida de tres muchachos veinteañeros fueron mutilados y abandonados a tres cuadras de ahí y fue en esa colonia también que durante el segundo fin de semana de enero, 15 personas fueron secuestradas por un comando armado que las torturó y asesinó. Los cuerpos de las víctimas aparecieron decapitados cerca de un conocido centro comercial. Tan sólo el viernes y sábado de ese fin de semana, se registraron 28 homicidios en Acapulco. En los primeros nueve días de este 2011, el puerto presentaba una cifra de casi 40 muertes vinculadas al crimen organizado.
No es el único hecho que demuestra que Las Parotas se ha convertido en una de las colonias más inseguras de Acapulco. El 31 de octubre de 2010 se reportó un enfrentamiento armado entre células del narcotráfico muy cerca del penal y el lunes 6 de diciembre de ese mismo año, tres camionetas fueron incendiadas en una de sus calles más transitadas, generando pánico entre los vecinos.Con la cara serena y la voz pausada, José es de los que cree que la venta de drogas al menudeo en esa zona que antes no tenía ese tipo de problemas de salud pública, ha generado que la delincuencia se encuentre desbordada desde el último medio año. Todo bajo la lógica de que si hay venta de droga los que la consumen quieren dinero para comprarla, pero sino trabajan roban para conseguirla. Eso aunado a que existen 4 bandas disputándose los puntos de venta y distribución de drogas en Acapulco, ha provocado que robos, asesinatos, balaceras y persecuciones entre delincuentes estén sin control, con todo y la presencia de la PFP en la zona.
De zona productora a mercado de consumo
Hace 10 años los informes de la Procuraduría General de la República (PGR) ubicaban a Guerrero como una zona productora de amapola y mariguana, así como un punto de abastecimiento de los cárteles de la droga en México que transportan por las costas del pacífico la cocaína proveniente de países como Bolivia y Colombia y las drogas que se producen en las montañas del estado. En el 2005, los documentos en poder de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada de la PGR señalaban que el Cártel de Sinaloa encabezado por Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, e Ismael Zambada Niebla, “El Mayo”, era la única organización del narcotráfico que operaba en Guerrero. Un año más tarde, la dependencia reconoció que el grupo de sicarios conocidos como “Los Zetas”, en ese tiempo brazo ejecutor del Cártel del Golfo, se habían establecido en el estado para tratar de desplazar a la organización de los sinaloenses y apoderarse de las zonas productoras de amapola y mariguana.
A más de cuatro años del informe de la PGR, son cuatro las células de la mafia que se pelean no sólo las zonas productoras, sino las redes de narcomenudeo que operan en las principales ciudades del Estado, entre las que se encuentra Acapulco. De ahí que en colonias como Las Parotas y zonas circunvecinas como son La Candelaria, Las Cruces y Zapata la delincuencia se encuentre desbordada.
Entre los grupos que se disputan el control de la producción y las redes de narcomenudeo se encuentran los “Zetas” aliados con Héctor Beltrán Leyva; el Cártel Independiente de Acapulco (C.I.D.A) que es la célula que comandaba Edgar Valdez, “La Barbie”, tras su rompimiento con Héctor Beltrán; el Cártel de Sinaloa que a su vez rompió relaciones con los hermanos Beltrán Leyva y La Familia que opera en la llamada Tierra Caliente, región que Guerrero comparte con Michoacán y el Estado de México.
Pobreza generadora de violencia
Además de ubicarse en uno de los tres estados más pobres del país, las estadísticas de organismos internacionales y nacionales como la CONAPO, ONU y Unicef, advierten que más del 20 por ciento de la población esto es alrededor de 600 mil guerrerenses, son analfabetas. De ese total, la mitad son indígenas. Aparte, uno de cada dos indígenas mayores de 15 años de edad no cuenta con un trabajo. En la región de la montaña la estadística señala que 8 de cada 10 pobladores no perciben ingresos.
Doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la Universidad Iberoamericana de México e investigador de tiempo completo de la Universidad Autónoma de Guerrero, Ramón Espinosa Contreras es de los que piensa que la pobreza que priva en el estado, es uno de los factores que “más” ha influido para que la violencia se dispare al grado de ocupar los primeros lugares de asesinatos cometidos en el país. En el 2010, un estudio elaborado por la Cámara de Diputados a nivel federal, estableció que Guerrero, junto con Oaxaca, eran los estados en los que más homicidios se cometían en el ámbito rural. A estos números se adhiere el reciente informe publicado por el periódico Reforma, en el que haciendo un recuento de la violencia en el país estableció que en el 2010 los estados de Chihuahua, Sinaloa y Guerrero fueron los más violentos.
Autor del libro: “La violencia en la modernidad”, que hace un análisis sobre la violencia en las sociedades actuales, considera que antes de tratar de contener los índices de criminalidad, se le debe dar una solución a la pobreza y desigualdad en la que viven millones de personas no sólo en Guerrero sino el país y una alternativa sostiene, es generando empleos. “Es la única solución viable”.
Pero además de generar temor y una especie de auto encierro entre muchos de los guerrerenses, que han optado por enrejar sus negocios y viviendas, la violencia desbordada por los grupos del narcotráfico y la incapacidad de las autoridades policiacas para combatirla, generó que en la etapa final de los comicios estatales los representantes del Instituto Estatal Electoral y el aún gobernador Zeferino Torre Blanca, solicitaran a la Secretaría de Gobernación el reforzamiento de la seguridad el día de la contienda en las zonas donde la violencia pareciera haber impuesto su ley.
“Pondrán todo su empeño para que exista un ambiente de seguridad extrema”, dice el consejero electoral Arturo Pacheco, quien explica que no se trata de un operativo especial, sino de un reforzamiento para garantizar que las elecciones se desarrollen pacíficamente.
Es en este contexto de sangre, temor y muerte que las elecciones de Guerrero se van a desarrollar. La situación de este problema en el futuro sin embargo, es de pronósticos reservados para el investigador de la Universidad Autónoma de Guerrero Ramón Espinosa quien dice que a unos cuantos días del cierre de las campañas, ninguno de los participantes en el proceso electoral ha presentado una propuesta viable o razonable para revertir la pobreza en el estado y tratar de salir del problema de la violencia en el que se encuentran inmersos.