Dos alas doradas se extienden a los costados de un escudo marcial, en cuyo centro aparece un águila de mirada torva; aunque podría confundirse con el logotipo de algún cuerpo de seguridad privada, en realidad pertenece a una agrupación evangélica chiapaneca, cuyo nombre corona el emblema inscrito en letras mayúsculas. Se trata del “Ejército de Dios”.
Un escalafón militar rige su estructura de mando, visten uniformes camuflados y boinas verdes, en sus actos públicos empuñan cuernos de antílope cual si fuesen armas largas y, según los zapatistas de Mitzitón, poblado tzotzil que se ubica en el municipio de San Cristóbal de las Casas, cuentan allí con una cárcel clandestina en la que encierran y torturan a sus oponentes.
Su lema reza “¡Somos el Ejército de Dios! ¡Listos para luchar hasta el fin!” pero, aclara su líder máximo, el ‘comandante’ Esdras Alonso González (quien también funge como pastor de la congregación), “no somos paramilitares (tal como afirman los zapatistas y grupos de derechos humanos como el Centro Fray Bartolomé de las Casas), tampoco somos una asociación religiosa ni una asociación civil. Somos un movimiento social creado para defender los derechos agrarios y religiosos de los evangélicos en Chiapas. Somos un grupo de autodefensa y nuestra actividad es lícita, porque la autodefensa, es decir la defensa propia, está plasmada en la normatividad mexicana”.
Noche de terror, antes de la Nochebuena
Manuel, Julio, Lucio y Domingo de la Cruz son “adherentes a La Otra Campaña”, es decir, miembros de la red civil creada por el Ejército Zapatista durante la última gira nacional que realizó su dirigencia, en el año 2006.
Es 23 de diciembre de 2010 y el reloj marca las 18:30 horas. La casa ejidal de Mitzitón es el destino de los cuatro hermanos, quienes participan activamente en las movilizaciones contra la expropiación de tierras comunales para la autopista federal San Cristóbal-Palenque, proyectada desde 2009. Los zapatistas, sin embargo, consideran que el objetivo real de las autoridades es ampliar el cuartel general de la Zona Militar 31 y, desde entonces, es abierta la confrontación entre “adherentes” y evangélicos, a los cuales acusan de mantener una campaña de hostilidades al interior de la comunidad, por órdenes del gobierno estatal.
Poco antes de llegar a la casa ejidal, los cuatro jóvenes son detenidos por un grupo de 20 personas, también vecinos de Mitzitón, quienes se identifican como miembros del Ejército de Dios, y luego los tunden a golpes.
Los agresores usan palos y piedras contra los hermanos De la Cruz, pese a lo cual Manuel, Julio y Lucio logran escapar; “quedaron bien golpeados, les rajaron la cabeza”, narra la denuncia redactada por los “adherentes” del poblado y que se difunde, tres días después del hecho, a través de la Red de Enlace Zapatista.
Domingo, sin embargo, no alcanza a correr.
“A él se lo llevaron a una casa, donde los paramilitares ya hicieron una cárcel para irnos encerrando. Es como una reja de metro y medio donde lo metieron. Ahí lo bañaron de gasolina, lo orinaron, lo desnudaron y lo siguieron golpeando una hora más, se encuentra terriblemente golpeado, lo trataron como ni a un animal se debe tratar, (luego) ya bien maltratado lo llevaron en una camioneta cerca de la casa ejidal y ahí lo dejaron”.
Horas después, el mismo grupo intentó secuestrar a los cuatro hermanos mientras recibían atención en su domicilio. Según la denuncia, al escapar la familia, los miembros del Ejército de Dios realizaron disparos fuera del inmueble.
Esta agresión ocurre una semana antes de que el EZLN conmemore, este 1 de enero, el 17 aniversario de su levantamiento armado, y es la cuarta denunciada por los adherentes a La Otra Campaña desde que anunciaron su oposición al proyecto carretero, aunque también desde entonces, las hostilidades han provenido de ambos bandos.
El campo de operaciones
Aunque la influencia del movimiento zapatista es en la actualidad una pieza central en el ajedrez político-religioso que se disputa en Mitzitón (donde no sólo operan grupos políticos, sino también bandas de tala clandestina y tráfico de indocumentados), las tensiones comunitarias lo anteceden.
En 1983, cuando el subcomandante Marcos afirma haberse instalado en la Selva Lacandona, la mayoría católica de Mitzitón expulsó a 50 evangélicos y seis años después a otros 25, por su rechazo a contribuir económicamente con las fiestas patronales.
Luego vino el alzamiento del 94, que generó desplazamientos por la respuesta del Ejército y más fracturas entre las comunidades, que cristalizaron en la masacre de 45 indígenas católicos en Acteal, municipio de Chenalhó, ocurrida en 1997 y cuya autoría se atribuyó a evangélicos presbiterianos.
Dos años después de esa matanza, Mitzitón estuvo a punto de ser escenario de un nuevo choque entre protestantes, esta vez evangélicos del Ejército de Dios, y católicos priistas y zapatistas que pedían su expulsión del pueblo; sin embargo, se logró un acuerdo entre las partes que generó un ambiente de relativa tolerancia por más de una década.
La tregua, sin embargo, se rompió en 2009 al anunciarse el proyecto de la autopista federal San Cristóbal-Palenque.
El primer enfrentamiento ocurrió en julio de 2009, cuando los zapatistas demandaron al gobierno estatal la reubicación de los evangelistas del Ejército de Dios, congregados en el templo Alas de Águila, y anunciaron que mientras no fuera así no les permitirían entrar a sus parcelas.
Dos semanas después, un ejidatario zapatista murió y otros cinco resultaron con heridas de consideración, al ser arrollados por un evangélico; el responsable fue detenido, aunque salió libre a los seis meses.
En febrero de 2010, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas denunció que tres adherentes zapatistas (entre los que se encontraba el agente rural de Mitzitón, Ciliano Pérez) fueron secuestrados por el Ejército de Dios y conducidos a su cárcel clandestina, donde “les vendaron los ojos, los amarraron a cada uno en un poste, mientras que los rociaban con gasolina y amenazaban con prenderles fuego, a pocos metros habían encendido una fogata. Fueron brutalmente golpeados, torturados física y psicológicamente”, señala el Informe Mitzitón, elaborado por el organismo civil.
Un mes después, en marzo, la PGR detuvo a un ejidatario “adherente”, bajo imputaciones de tráfico de indocumentados calificadas por los comuneros como falsas, lo que motivó un bloqueo carretero y el secuestro de dos policías y tres funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social por parte de los zapatistas.
Así pues, el ataque contra los hermanos De la Cruz fue sólo la última cuenta de un largo rosario.
Jehová de los ejércitos
El pastor Esdrás Alonso es un hombre ya maduro, abogado de formación, de tez morena, voz grave y tono cordial, pese a la beligerancia que su discurso adquiere por momentos.
“Desde la matanza de Acteal, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, que es un brazo de la Diócesis de San Cristóbal, ha estado insistiendo en que el Estado armó paramilitares. A nosotros, como Ejército de Dios, nos hacen una imputación directa porque nuestra identidad contempla el uso de lenguaje, ropa e insignias que dan la idea de ser un grupo militar organizado, pero eso no tiene nada qué ver con el gobierno”, explica.
“Es nuestro derecho reclamar y defendernos de las agresiones sistemáticas contra la comunidad evangélica. En Chamula, de donde fueron expulsados 35 mil evangélicos de los años 70 a los 90, ese fue el sistema que funcionó: Chamula hoy goza de paz, de tranquilidad, pero es resultado de una historia de sangre, con muertos, luego de que los evangélicos midieron fuerzas con los católicos. Ante el actual vacío constitucional, ante la ausencia del Estado de derecho, no pueden nuestros grupos quedar en la indefensión, si el Estado no los defiende, ellos buscarán la forma de hacerlo”.
El ‘comandante’ Esdrás pone un ejemplo concreto de su estrategia: “Hubo un caso en el municipio de Huixtán, donde los evangélicos tuvieron que responderles a los católicos y sintieron lo duro, la respuesta fue con armas de fuego y hubo nueve heridos”.
Se refiere a la emboscada del 9 de mayo pasado, en la que los católicos no sólo denunciaron haber sido agredidos con fusiles de asalto R-15, sino también que los atacantes iban dirigidos por Esdrás Alonso.
“Los evangélicos respondieron con armas de fuego, luego de que los católicos fueron a tumbar sus casas, a cortar las aguas, después de haberles impuesto una multa de 80 mil pesos por no cooperar para sus fiestas. Lamentablemente, tenemos que llegar a este hecho porque existe un vacío tanto en procuración como en administración de justicia”.
Ejército de Dios nace oficialmente en el año 2002, aunque su presentación pública se realizó cuatro años después, con un desfile en San Cristóbal de las Casas en el que 120 integrantes marcharon con uniforme militar. Desde entonces, afirma su máximo líder, como Esdrás Alonso se califica, se han sumado “unas mil 500 personas más; la base fuerte está en Chiapas, pero también tenemos gente en Veracruz, Oaxaca, Guerrero, el Estado de México y en el DF”.
El grupo, aclara, tiene como antecedente a la organización armada evangélica Guardián de Mi Hermano, que operó en el estado en las últimas tres décadas del siglo XX.
“Nadie le reconoció sus méritos a esa agrupación, el liderazgo evangélico siempre guardó silencio y siempre habló negativamente de ellos, cuando fueron los miembros de Guardián de mi Hermano los que finalmente dieron la cara en medio de la persecución y la muerte de muchos evangélicos aquí. Ese es el antecedente del Ejército de Dios”.
Esdrás Alonso niega haber pertenecido a esta agrupación, aunque reconoce que un hermano de Salvador Collazo, principal líder de Guardián de mi Hermano y quien fuera asesinado en 1997, “es parte del círculo principal del Ejército de Dios, su nombre es Juan Collazo”.
Planes de batalla
Cuando se le pregunta al ‘comandante’ Esdrás Alonso por el futuro inmediato de Mitzitón, responde tajante: “Los evangélicos no se reubicarán, no vamos a permitir que se les despoje de los bienes que han heredado de sus padres, se trata de 73 hectáreas sobre las que tienen derechos agrarios, son grandes extensiones de terreno de las que pretenden apoderarse los zapatistas para crear comunidades autónomas contrarias al estado de Chiapas, para crear gobiernos paralelos con una visión separatista, al estilo vasco, con asesoría de activistas extranjeros.
“Si las autoridades federales continúan omitiendo (investigar) este aspecto, estarán creando un problema mayor a futuro y no sólo para el Ejército de Dios, sino para la seguridad nacional”, remata.
Los adherentes, por su parte, fijaron su postura desde julio, en un comunicado firmado a nombre de todo el pueblo de Mitzitón: “Si el mal gobierno no trabaja sacando a los de Ejército de Dios de nuestra comunidad, lo haremos nosotros y será su responsabilidad lo que pueda pasar”.