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Culiacán recibe cada año <br>entre <i>ráfagas</i> y muertes
Culiacán recibe cada año <br>entre <i>ráfagas</i> y muertes
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Culiacán recibe cada año <br>entre <i>ráfagas</i> y muertes

03 de enero, 2011
Por: Silber Meza
@WikiRamos 

Culiacán, Sinaloa.- Con la mirada en el cielo nocturno, absorto, don Alfonso aguarda en el pórtico de su casa. El minutero marca las 23:50 horas del 31 de diciembre de 2010, en Culiacán, Sinaloa.

El hombre nacido a la par del medio centenario recibirá el 2011 ataviado con zapatos negros, pantalón de lino gris, camisa de poliéster con algodón en tonos pastel y una chamarra color caqui, parecida a la que usó Joaquín “El Chapo” Guzmán cuando fue presentado en el penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco.

“¡La cena está servida!”, grita su esposa doña Evelia. Don Alfonso entra a la casa y toma asiento en la mesa, rodeado de sus hijos y nietos; hoy cenarán carne asada; otros años ha sido pozole y menudo.

Suena una metralla, tratatá; don Alfonso brinca de la silla, deja la comida de lado y regresa al pórtico.

No hay novedad.

Tratatá suena al norte. Tratatatatatatá ruge al sur. Tratatatatatatatatatatatatatatá se escucha en el oriente.

Es el duelo de las “cuernos de chivo”, de las 38 súper, de las AR-15. Es el diálogo de la violencia, la comunicación con plomo.

Aquí no hay 12 campanadas ni 12 uvas, como marca la tradición española. Aquí, la costumbre culichi es con 12 rafagazos. La práctica ibérica dura menos de un minuto,la sinaloense hasta 30 minutos… o más.

Esta vez la balacera duró 18 minutos.

Con los primeros rayos del sol se podrán ver los vehículos que “estrenan” agujeros hechos a pura bala.

Algunas “balas perdidas” se habrán ido a “refugiar” a los techos de las casas; otras, habrán ido a parar a terrenos baldíos; otras… en los cuerpos de personas, como ya ha sucedido.

El caso Idania

Los primeros minutos de 2007, en la colonia Buenos Aires, Socorro Lourdes Hernández cargaba a su nieta Idania cuando una ojiva “perdida” se incrustó en la cabeza de  la niña de 2 años: “Estaba con mi bebé en los brazos en el patio de la casa cuando sentí que mi niña se soltó de mis brazos, pero yo pensé que estaba jugando conmigo; después me di cuenta que mi bebé estaba herida”, dijo entonces.

Idania fue una de las tres personas lesionadas de la balacera de 2007. Fue parte de la estadística de Año Nuevo. Fue una muerte más de esta tradición a balazo abierto.

Tamara Guadalupe, una más

En julio de 2009, una muerte más por “bala perdida”.

Cerca de las 15:40 horas del 7 de julio, Tamara Guadalupe se asomó desde la puerta de su casa hacia la escuela, en la colonia 21 de Marzo. Quería saber si ya había comenzado la fiesta de graduación en su escuela.

Tamara se desplomó y se golpeó contra la barda de su casa, cayendo al piso con la cabeza manchada en sangre. Una bala “echada” al cielo quedó en su cabeza.

Pero el “festejo” sigue…

Al llegar los primeros 18 minutos de enero de 2011, don Alfonso escucha un disparo lejano que anuncia el final del festejo de una sociedad históricamente armada.

Este doctor en Economía por la UNAM, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, es ejemplo de una vida pacífica, ni siquiera sabe disparar un arma, pero, como muchos sinaloenses, desde niño tuvo contacto con los fusiles. Las detonaciones por Año Nuevo se convirtieron en una “canción de cuna”. “No me gusta la violencia, pero sí me gustan las armas. Me gustan porque desde chiquillo tengo contacto con éstas y las balaceras me recuerdan a cuando estaba niño, cuando oía los balazos junto a la pared de mi cuarto”.

Don Alfonso se crió en la colonia Tierra Blanca, la de la época dorada de Miguel Ángel Félix Gallardo, también conocido como el “Jefe de Jefes”, quien desde hace años se encuentra en prisión.

Se dice que Félix Gallardo fue “maestro” del Chapo Guzmán y de los hermanos Arellano Félix; se le recuerda como un narcotraficante que sabía respetar a la familia y de los primeros de “alto nivel” de Sinaloa.

Y continuará

Terminan, así, las primeras ráfagas de 2011, tal vez las únicas que no buscan la muerte o la venganza en este estado que sumó 2 mil 249 homicidios en 2010.

El festejo con disparos sigue, como cada año, y parece que no cesará a pesar  de los “esfuerzos” oficiales que invitan a regalar “abrazos, no balazos”.

Es la cosecha de pólvora sembrada décadas atrás.

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Imagen BBC