Texanos, principales <i>dealers</i> de armas de cárteles mexicanos
Ocho de los 12 principales proveedores de armas de los cárteles de la droga en México están en Texas, de acuerdo con una investigación publicada hoy por The Washington Post.
El diario dio a conocer que descubrió los nombres de los principales proveedores de armas hacia México durante los últimos dos años; ocho de los 12 principales proveedores están en Texas, tres en Arizona y uno en California, reveló la investigación que tardó más de un año.
Según The Washington Post, en los últimos cuatro años, las autoridades mexicanas y estadounidenses han rastreado más de 60 mil armas empleadas en México en, aproximadamente, 7 mil 500 armerías a lo largo de la frontera, aunque la identidad de los comerciantes es confidencial “bajo una ley aprobada por el Congreso de EU, en 2003”.
Los resultados de la investigación serán publicados en una serie de artículos y menciona, por ejemplo, que la compañía Carter’s Country, con cuatro tiendas en el área metropolitana de Houston, ha vendido más de 115 armas de fuego incautadas por la policía y los militares mexicanos; 185 provenientes de la armería Lone Wolf Trading Company, en Glendale (Arizona); 165 de la armería Glick Twins (Texas); 130 de J&G Sales en Prescott (Arizona); y 120 procedentes de Denny’s Pawn and Sporting Goods en Mcallen (Texas).
En Texas hay 3 mil 800 armerías, 300 sólo en Houston.
Una de las razones para que Houston sea la principal vendedora de armas, es que hay mucha más competencia. En un mes se puede visitar una armería distinta cada día, sin que se repita alguna. Se puede comprar una 9mm en la frontera, pero si vas a Houston, probablemente la encuentres más barata debido a la competencia, señaló J. Dewey Webb, agente especial a cardo de la división de alcohol, tabaco, armas de fuego y explosivos.
Los cárteles vienen a Estados Unidos porque México restringe severamente la posesión de armas de fuego. Las rutas por las que corren las armas, han estado operando desde hace 50 años, y terminan tanto en manos de criminales, como de ciudadanos que buscan protegerse. No es un fenómeno nuevo, aseguró Webb.
Lo que es nuevo ahora, según las autoridades, es el número de armas de alto poder, como AR-15, AK-47 armas de calibre .50, y el salvajismo de la violencia
Autoridades Federales dicen que más de 60 mil armas estadounidenses de todos tipos se han rastreado en México en los últimos cuatro años, lo que ha contribuido a las 30 mil muertes. El presidente Calderón fue a Estados Unidos en Mayo, y pidió al congreso y al presidente Obama, a parar el flujo de armas.
El Washington Post apunta que se han dado arrestos de individuos que trafican armas, pero no que rara vez se ejerce acción legal contra las expendedoras de armas de Estados Unidos, en parte porque las leyes de ese país hacen difícil que se sigan los casos.
La influencia de la NRA
Algunos vendedores de armas avisan a la división de Alcohol, Tabaco y Armas de fuego (ATF por su sigla en inglés) cuando sospechan de “compras popote” (straw purchases), cuando una personas compra un arma para alguien que no está facultado para hacerlo, una práctica común entre los traficantes de armas mexicanos. Muchos vendedores se consideran la primera línea de defensa en este problema, asegura el vicepresidente de la National Shooting Sports foundation.
Esta fundación, junto con la NRA (National Rifle Association), cuestionan las estadísticas que muestran que entre 80 y 90% de las armas que llegan a México son vendidas en Estados Unidos, diciendo que los números están inflados.
“Sugerir que las leyes de Estados Unidos tienen culpa en la violencia desatada por cárteles mexicanos, es una triste fantasía”, dijo Chris W. Cox, director ejecutivo del Instituto para acción legislativa del NRA, y agregó que las armas llegan desde “otros países de Centroamérica, y de exsoldados mexicanos que poseen armas estadounidenses y ahora trabajan para los cárteles”
La ATF no concuerda y asegura que el mayor factor es el alto número de expendedores de armas en la frontera y la conveniencia de su ubicación.
Según la ATF, el sistema de carreteras de México hace que las vías primarias desde EU sean la carretera de Laredo y la de Brownsville, y mientras sea más barato comprarlas en Estados Unidos, esos puntos serán el origen de las armas.
En las palabras del embajador mexicano en Estados Unidos, Arturo Sarukhán, “las armas provenientes de ese país, han alimentado la violencia y potenciando el poder de los narcotraficantes… necesitamos quitarles a los narcotraficantes estas armas automáticas y semiautomáticas de alto calibre, y necesitamos hacerlo ahora”.
El Washington Post hizo una investigación exhaustiva para examinar el flujo de armas y encontró que han sido insuficientes los programas desplegados en Estados Unidos, incluido un programa de la ATF en el que participaron más de 220 agentes, 165 inspectores y se revisaron más de mil inspecciones en la frontera, decomisando más de 400 armas y suspendiendo 2 licencias.
El programa fue criticado incluso por el inspector general del Departamento de Justicia, quien dijo que era débil e inefectivo. Además, las acciones estadounidenses se han enfocado en el decomiso de armas desde el norte de México, y no desde el sur de Estados Unidos. En 2008, sólo 70 armas fueron incautadas.
La piedra angular del programa que tiene un costo de 60 millones de dólares, es el rastreo de armas, lo que se ha considerado una poderosa herramienta para combatir el tráfico, pero incluso las mismas autoridades creen que no ha sido suficiente. Un agente mexicano aseguró que el rastreo es “una broma de mal gusto”, pues envían mucha información hacia EU, pero en respuesta, reciben muy poca que les sea de utilidad.
