“Jacobo era un muchacho bueno, noble y, por ser el primero de su generación, fue el más consentido: fue el primer hijo y el primer nieto de la familia”, así recuerda Sheindel Dobin a su joven sobrino, quien el domingo pasado fue detenido en el Estado de México por su presunta participación en el secuestro y homicidio del empresario Hugo Alberto Wallace, ocurridos hace ya más de un lustro.
Perteneciente a una familia judía asentada en México desde los años 30 del siglo XX, tras haber emigrado de Rusia y Polonia, Jacobo Tagle Dobin se convirtió a partir de 2005 en una de las personas más buscadas del país, gracias a la campaña para difundir su ficha judicial a través de anuncios espectaculares, emprendida por la madre de su víctima, la señora Isabel Miranda de Wallace.
“Jacobo era realmente un niño inocente, dulce, bueno, tímido y hasta lo llegamos a considerar medio tonto, porque no tenía potencial en muchos aspectos. Cuando un niño es así, es más fácil que lo jalen a cosas malas.”
A través de Sheindel, quien es profesora de filosofía, costumbre y etica judía, la familia Dobin rompe el silencio que en el pasado les granjeó las críticas de la señora Isabel Miranda de Wallace, y clama: “Si habíamos estado callados, como ella dice, fue porque no creímos que la participación de Jacobo en el crimen fuera una realidad; desde un principio nos sentimos indignados por el hecho, pero teníamos la esperanza de que la señora Wallace encontrara a su hijo vivo, en alguna parte del mundo… y, por otro lado, siempre creímos que Jacobo estaba muerto, que a él también lo habían matado”.
“No sé qué pasó con el muchacho”
Luego de su captura, en el municipio de Cuautitlán Izcalli, Jacobo Tagle Dobin no sólo reconoció su participación en el secuestro y homicidio de Hugo Alberto Wallace, sino que explicó a la policía la forma en que su cómplice César Freyre golpeó a la víctima con una pistola, causándole un paro cardiaco y la muerte, así como la manera en que desmembraron su cadáver con una sierra eléctrica y, luego, los lugares en los que arrojaron las partes.
Visiblemente afectada por estas revelaciones, la señora Sheindel Dobin aclaró: “En la familia nunca creímos que Jacobo cayera tan bajo, que pudiera haberse involucrado en esto, ni con gente tan fea; lo veo y no creo en lo que se transformó. Cuando anunciaron su captura, sus familiares nos quedamos shockeados al ver que estaba vivo y, al escuchar su confesión, casi me desmayo del impacto”.
Tras refrendar el compromiso familiar con la cultura de la legalidad, la señora Dobin hace memoria, para identificar el momento en que Jacobo Tagle dejó de ser el niño “noble” de sus recuerdos: “No sé qué pasó con el muchacho. A raíz de una fiesta familiar, realizada en 2004, mucho antes del asesinato de Wallace, nos dimos cuenta de que su actitud había cambiado. Para entonces, yo no sabía qué hacía el muchacho o en qué estaba metido, se había distanciado totalmente de la familia y eso nos afectaba mucho. Aquella ocasión lo noté muy raro, cambiado, ya no era el niño inocente que yo conocía, era… diferente”.
Después de esa fiesta, afirma la señora Dobin, no volvieron a saber de él, salvo, a partir de julio de 2005, que era buscado por la policía por su presunta participación en una banda de secuestradores.
Las otras víctimas
Los Dobin, señaló Sheindel, “somos muy religiosos, con moral y ética”, por ello, destacó, “nos ha golpeado mucho esta situación: ahora somos nombrados negativamente en todos lados donde vamos. Por ello, a la comunidad judía, a la gente que nos conoce, les decimos: nosotros seguimos comprometidos en mantener en alto nuestro nombre, no deben mezclar una cosa con la otra, seguimos siendo nosotros, seguimos trabajando honestamente, luchando por vivir, salir adelante y dar un buen nombre comunitario. A partir de que fueron colocados los espectaculares con el rostro de Jacobo, nuestro apellido empezó a verse afectado; tanto que nos habíamos preocupado por tener un nombre limpio y todo se acabó en un día.”
Pero las afectaciones van más allá de un apellido mancillado o el reconocimiento comunitario perdido.
El hermano menor de Jacobo, por ejemplo, cumplió en octubre un año preso, luego de que fuera detenido en Santo Domingo, a donde viajó desde Israel para acudir a la boda de su primo, acusado de haber sido cómplice en el homicidio de Hugo Alberto Wallace.
“Salomón es inocente, tenía 16 años cuando ocurrió todo. Luego se fue a Israel para estudiar en una escuela de religión, porque quería ser rabino. Salomón es un niño inocente que se presentaba todos los viernes y sábados en el templo, y ahora lo tienen encerrado, a pesar de que no pudieron demostrar su culpabilidad.”
Además, señaló, “mucho nos afectaron los espectaculares. Casi todas las tías de Jacobo somos maestras y eso nos perjudicó, ya que bajo nuestra responsabilidad tenemos a varios alumnos. Por otra parte, su madre es una mujer sola, viuda, que está sufriendo porque no tiene dinero para apoyarlo en nada. Y a su abuelita esta situación la está matando, ha vendido todo lo que tiene para apoyar a Salomón, el hermano de Jacobo.
Por ello, remata, “en nombre de mi familia le decimos a la señora Wallace que no hay palabras para borrar lo sucedido, que nos avergüenza lo que hizo Jacobo. Reconocemos el valor de la señora, nos duele mucho lo que pasó. Me pongo en su lugar: yo también hubiera hecho todo por mi hijo. Por eso, nos unimos al gran dolor de Isabel Miranda de Wallace por esta pérdida. Sé que no sirve pedir perdón por algo que no se puede recuperar, pero no tengo otras palabras ante la vergüenza que nos embarga. A ese sujeto que yo veo en la tele no lo reconozco, es un loco, ese sujeto no es nada nuestro, el Jacobo que yo conocí está muerto”.