Cuernavaca, Mor.- La muerte de Arturo Beltrán Leyva alias El Jefe de Jefes o El Barbas a manos de un grupo élite de marinos marcó la historia de Morelos. A un año de ese operativo, efectuado el 16 de diciembre de 2009, las autoridades locales contabilizaron 326 ejecuciones en todo el estado. Casi una diaria.
Los cadáveres son colgados en puentes del libramiento de la Autopista del Sol que une a la ciudad de México con el puerto de Acapulco. La decapitación de esos cuerpos estuvieron a cargo de un niño de 14 años apodado El Ponchis, según su propia confesión, la cual lo volvió un personaje en la prensa internacional. Reporteros y enviados de diarios extranjeros recorren las calles de Cuernavaca y los municipios conurbados tratando de unir las piezas de su historia.
Morelos es territorio en disputa entre los seguidores de El Jefe de Jefes y el grupo que encabezara Edgar Valdés Villarreal, alias La Barbie. Una de las evidencias de esta guerra son las decenas de mensajes del narcotráfico que aparecen constantemente en puentes y rejas, las cuales son retiradas de inmediato por la policía local.
El pasado 16 de abril, entre los morelenses circuló un correo electrónico que alertaba sobre un enfrentamiento entre el Cártel de Pacífico Sur y la gente de La Barbie, lo que provocó el cierre de todo tipo de establecimientos. Las calles se vaciaron. La gente se metió en sus casas, incluyendo al gobernador y el presidente municipal Manuel Martínez Garrigos. Y aunque no hubo un solo disparo, la sicosis quedó a flor de piel.
La Procuraduría de Justicia del Estado recibió alrededor de 400 denuncias en lo que va del año por intentos de extorsión telefónica. En alrededor del 15% los delitos se han consumado, pero el número de casos en los que la víctima no denuncia es incalculable.
Este ambiente ha propiciado la caída en las ventas en todo el comercio, sobre todo, en el sector turístico. Cuernavaca, famosa por recibir cada fin de semana a miles de capitalinos que huyen del alcoholímetro y abarrotaban los “antros”, hoy registra pérdidas luego de que el Classico fue incendiado por un comando armado y The Grand Hotel fue escenario del asesinato de Sebastián Figueroa, hijo del cantante Joan Sebastian.
De acuerdo con datos de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), en Morelos entre 20% y 30% de los agremiados han abandonado la entidad. La Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (Canirac), reporta una caída del 70 % y la Asociación de Hoteles advierte una drástica disminución en la ocupación de habitaciones.
El efecto político
Hasta antes del 16 de diciembre de 2009 todo era felicidad para el gobernador de Morelos. No obstante la derrota de su partido en las elecciones de julio, había conseguido a través de sus operadores que su principal enemigo político, el priista Guillermo del Valle, quedara sin poder alguno en la naciente legislatura, desterrando así la amenaza de un juicio político en su contra tras la detención de su secretario de Seguridad, Luis Ángel Cabeza de Vaca, por presunta protección al narcotráfico.
La fortuna le sonreía al médico cirujano tanto en el plano profesional como en lo personal. El Congreso acababa de autorizar el presupuesto 2010 enviado por el Ejecutivo sin mayores variaciones y el sábado 19 se casaría nuevamente con su esposa Mayela, tras 25 años de feliz matrimonio.
El martes, la familia Adame Alemán disfrutó de El Cascanueces, en el Teatro Ocampo, y el miércoles ultimaban los preparativos para la ceremonia religiosa que se celebraría el sábado en la Catedral y la comida en una Hacienda de Xochitepec.
Pero a partir de las 18 horas, Marco Antonio Adame, como cualquier otro vecino de Cuernavaca, se enteró que helicópteros militares sobrevolaban los edificios Altitude. Su investidura no pesó para obtener detalles de lo que estaba ocurriendo. La única información que recibió fue la que proporcionaron los médicos del Hospital General José G. Parres y del Hospital del Niño, ambos aledaños al complejo habitacional.
Su sorpresa fue mayúscula al enterarse de que tampoco su amigo, el general Leopoldo Díaz Pérez, jefe de la zona militar de Cuernavaca, había sido avisado del operativo, y que eran miembros de la Secretaría de Marina (Semar) los que estaban al frente. Ya entrada la noche, supo a través de los medios que uno de los muertos en el enfrentamiento era Arturo Beltrán Leyva.
A partir de ese momento la sombra del juicio político persigue al gobernador morelense. Anuncios espectaculares pagados por el PRI y el PRD señalan que “Marco Adame solapó a Cabeza de Vaca”. Y es que a principios de 2009 la revista Proceso y el Diario La Unión difundieron parte del expediente en el que aparece el número de cuenta bancaria del gobernador en el directorio de la Blackberry del exjefe policiaco que sigue preso en un penal de Nayarit.
Tras intensas negociaciones, los partidos de oposición cesaron en su intención de proceder contra el gobernador, sobre todo después de que, a través de una carta, Cabeza de Vaca exoneró a su exjefe y dijo que el número de cuenta bancaria iba en el directorio que le había pasado vía bluetooth el secretario particular del mandatario.
Sin embargo, el tema volvió a ponerse en la agenda política hace apenas unas semanas, cuando el periódico Reforma difundió parte de las declaraciones de Sergio Villarreal, alias El Grande, en las que aseguró que en 2008 el helicóptero oficial del gobierno estatal fue utilizado para transportar a Beltrán Leyva y otros narcotraficantes desde el municipio de Emiliano Zapata hasta Puente de Ixtla, con la finalidad de evadir un operativo militar que se dirigía al restaurante Mi Pueblito, donde departía El Barbas con Luis Ángel Cabeza de Vaca.
La sombra de Beltrán Leyva
Pero la sombra de Beltrán Leyva no sólo afecta al gobernador, sino a la clase política en general. Francisco Moreno Merino, diputado federal priista y aspirante a suceder a Marco Adame está bajo sospecha.
El 21 de marzo pasado, un comando armado derribó con una camioneta la puerta del inmueble localizado en el Fraccionamiento Quintas Martha, mismo que sirvió de casa de campaña de Moreno Merino y que actualmente es casa de gestión. Los sujetos realizaron alrededor de 200 disparos con armas AK 47, quemaron muebles, computadoras y documentos, para después dejar una cartulina blanca con el siguiente mensaje:
“Así van a terminar todas las propiedades de los que apoyan al homosexual Édgar Valdez Villarreal (Barby). Atte. La Empresa”.
Una cartulina con las mismas características fue dejada esa misma noche en un taller mecánico de la colonia Flores Magón, después de incendiarlo.
No obstante que el mensaje es claro al señalar a Moreno Merino como protector del capo que sería detenido meses después, el legislador federal lo manejó a su conveniencia. De inmediato acudió a la sede de la 24 Zona Militar para solicitar la protección que hasta el momento mantiene tanto en su casa como de manera personal. En entrevistas, atribuyó el ataque a que “he levantado mucho la voz de diversos hechos delictivos que han ocurrido aquí en el estado, y éstas son las consecuencias”.
El pasado 9 de diciembre, el Ejército detuvo a tres presuntos sicarios que los condujeron hasta una fosa clandestina en los límites de Morelos con el Distrito Federal. Como ya es una costumbre en los últimos meses, el Ejército invitó a reporteros a presenciar la exhumación de los tres cadáveres encontrados en ese lugar. Mientras los peritos hacían su trabajo, los militares permitieron que la prensa entrevistara a los detenidos.
Fue entonces cuando uno de ellos, de nombre Julio Olais Espino apodado El Olais, soltó una declaración que cimbraría a la clase política morelense:
“Mi función es levantar y ejecutar, nos protege un diputado y la policía, no sabemos el partido (al que pertenece el diputado), sólo sabemos que es un diputado federal”.
En Morelos es un secreto a voces que la delincuencia organizada invirtió dinero en varias campañas políticas de todos los partidos políticos, disfrazadas como “aportaciones de empresarios”, y es por eso que varios legisladores, así como presidentes municipales están atentos a lo que se divulgue en los medios de comunicación sobre declaraciones de los capos detenidos.
Beltrán Leyva, el vecino
A un año de distancia y ya con menos temor, empresarios y políticos comienzan a admitir que tuvieron tratos con Arturo Beltrán Leyva, aunque aclaran que nunca supieron que estaban frente al hombre más buscado por la justicia mexicana y estadounidense.
De esos comentarios se desprende que, hasta diciembre de 2009, Arturo Beltrán Leyva, Édgar Valdez Villarreal, La Barbie y Sergio Villarreal El Grande, se “camuflajearon” para vivir en Morelos y dirigir desde aquí sus operaciones de trasiego de droga desde Colombia hasta Estados Unidos.
“Sí, venía constantemente al Classico. Nosotros pensábamos que era un artista porque era muy alto y güero, siempre rodeado de guaruras que lo acompañaban hasta el baño, pero nunca nos imaginamos que era La Barbie hasta que lo vimos en la portada de Proceso”, refiere un extrabajador del centro nocturno que estuvo de moda durante varios años.
Los residentes del condominio Altitude describen al vecino del 202 como un cincuentón muy respetuoso que pocas veces salía a la alberca. Casi siempre andaba en ropa deportiva y su seguridad no era ostentosa. No hizo amigos en el vecindario, pero siempre daba los buenos días a quien se cruzara con él camino al gimnasio o al spa, ubicado dentro del mismo complejo habitacional cuyas ventas descendieron drásticamente después del operativo de la Marina el 16 de diciembre del año pasado.
Toda la policía a su servicio
Si los empresarios admiten haber tratado con Beltrán Leyva sin saber su verdadera identidad, los policías federales, estatales y municipales reconocen que sabían perfectamente de quién se trataba. Tenía un representante en cada corporación, quienes se encargaban de pagar “la nómina” cada mes a razón de mil 500 dólares para “los de tropa”, en tanto que los comandantes recibían 2 mil dólares y así sucesivamente.
También tenían perfectamente ubicadas las camionetas de “la maña”, encargadas de vigilar que gente de La Familia Michoacana no entrara a distribuir droga a Morelos. En declaraciones ministeriales, policías detenidos describieron que hacían “operativos conjuntos”, es decir, una patrulla de la Policía Municipal o Ministerial acompañada de una camioneta de los narcos.
Nunca se referían a Beltrán Leyva por su nombre, mucho menos por el apodo de El Barbas o el Botas Blancas. Era El Patrón, El Señor, El Jefe, o cualquier otra denominación que significara sumisión y respeto.
Lo anterior fue ratificado recientemente por El Olais en la entrevista que concedió a diversos medios de comunicación antes de ser entregado por el Ejército a la PGR:
“Nos dan facilidades una patrulla del Estado y patrullas de Jiutepec que nos avisan cuándo va a haber operativos de militares. Nos protegen en Cuernavaca y en Jiutepec; la Policía Estatal en Cuernavaca y en Jiutepec, la Policía del Municipio.
“Nos identificamos por los vehículos, nos reportamos qué vehículos trae cada quién y en dónde nos movemos. A la Policía le informábamos sobre los vehículos que traíamos, a la estatal y a El Flaco, un policía estatal, nada más lo conozco como El Flaco.
“La estatal y la Policía de Jiutepec, la municipal de Jiutepec y la Metropolitana y estatal de Morelos y el diputado federal, nada más, pero nunca lo vimos, el trato era con la gente de arriba.
“El Gordo es el jefe de la plaza en Morelos, nuestros contras son El Mojo, gente de La Barbie y La Familia Michoacana, antes estábamos unidos, cuando estaba el señor, Don Arturo, ahora estamos en guerra”.
Aniversario luctuoso
El primer aniversario de la muerte de Arturo Beltrán Leyva mantuvo en alerta al Ejército y las corporaciones policiacas. Las torres Altitude permanecieron sitiadas ante la posibilidad de que hubiera algún hecho realizado por la delincuencia organizada “en honor” a su jefe caído hace un año.
Y es que, en junio pasado, específicamente el Día del Padre, apareció un arreglo floral y un mensaje firmado por El Grande en el que juraba que no descansaría hasta matar a Édgar Valdez, La Barbie, a quien consideraba el traidor que había entregado a Arturo Beltrán Leyva para que lo asesinaran. El hoy testigo protegido de la PGR escribió en aquella ocasión que puso el arreglo floral en esa fecha porque Beltrán Leyva era “como su padre”.
Ahora, hasta las primeras horas del 16 de diciembre, el único incidente fue la colocación de una corona de flores en Plaza Cuernavaca, a una cuadra del condominio donde fue abatido el Jefe de Jefes. El arreglo floral fue retirado de inmediato por elementos del Ejército.
Durante la noche del 15 de diciembre se reportaron artefactos explosivos en tres hospitales públicos y uno privado, donde se encontraron cajas con relojes simulando bombas, pero las autoridades presumen que se trató de actos distractores para poder colocar el arreglo floral en las Torres Altitude.